En Israel, meses antes de la llegada del festival de Lag Baomer –el día 33 del Omer, los 49 días que hay entre Pésaj y Shavuot
— uno puede ver a niños y adolescentes llevando a rastras todo tipo de combustibles, desde árboles caídos a sillas rotas y colchones viejos. ¿Su destino? El terreno baldío más cercano, en donde apilan sus ‘atesoradas posesiones’ hasta alturas imposibles y esperan con mucha ansiedad hasta la noche de Lag Baomer, muy posiblemente su noche favorita del año, en la que convierten estas pilas de desechos en enormes fogatas. Pregúntale a cualquiera para qué son las fogatas, y te dirán que son en celebración de Rabí Shimon bar Iojai, un gran sabio que vivió y enseñó aproximadamente medio siglo después de la destrucción del Segundo Templo.
¿Qué hay detrás de esta enigmática festividad de Lag Baomer? ¿Qué es tan especial sobre el día 33 del Omer? ¿Y quién fue Rabí Shimon, con quien Lag Baomer está íntimamente vinculado, y por qué lo celebramos? ¿Y por qué las fogatas?
Un poco de ambientación
Los primeros 33 días del Omer son observados como un período de duelo. No nos cortamos el pelo, no celebramos bodas ni escuchamos música instrumental. ¿De qué se trata el duelo?
Rabí Akiva, el gigante sabio de la Mishná, ejerció una poderosa influencia sobre los eruditos de Torá de su época, tanto así que llegó a tener 24,000 discípulos. Los miembros de este grupo de discípulos eran grandiosos, pero tenían un defecto: ellos no se demostraban entre sí el amor y el respeto adecuado. La trágica consecuencia de esta falta fue una epidemia breve pero catastrófica que cobró la vida de todos estos estudiantes – los 24,000. El período durante el que la epidemia tuvo lugar fue durante los primeros 32 días del Omer.
Para tener una mejor idea del impacto para la posteridad que esta tragedia tuvo en el pueblo judío, considera los hechos siguientes: toda la Torá que poseemos y estudiamos hoy, con todas sus interpretaciones, perspectivas, dimensiones y aplicaciones, es la Torá de Rabí Akiva. Si bien la Torá Oral siempre existió, cada personalidad de Torá que se sumerge a sí misma en la Torá, le agrega a la Torá su propio entendimiento y sabor, enriqueciendo de esta forma la Torá que será pasada a la generación siguiente. Como veremos a continuación, la Torá que tenemos hoy fue transmitida por Rabí Akiva a través de cinco estudiantes, a quienes les enseñó después de la pérdida de su primer grupo de 24,000 discípulos.
La Torá que estudiamos hoy en día es infinita. Uno puede estudiar durante toda la vida y no ‘terminarla’. Pero no está completa. Hay áreas y dimensiones enteras de la Torá que no están exploradas satisfactoriamente, hay mucha discusión y hay muchas áreas de confusión. Todo esto podría haber sido diferente si hubiésemos recibido toda la Torá de Rabí Akiva, como fue asimilada e interpretada por 24,000 discípulos, junto con sus perspectivas y entendimientos únicos. La muerte del primer grupo de estudiantes resultó esencialmente en que recibimos solo una fracción de la Torá de Rabí Akiva. En lugar de su completo
engrandecimiento a través de 24,000 seres humanos grandiosos, solo tenemos las interpretaciones de cinco.
No lamentamos tan grandiosamente las vidas que fueron truncadas, después de todo, ¡hoy no hubiesen estado vivos incluso si hubiesen tenido vidas largas! En cambio, lo que lamentamos es la pérdida de dimensiones de la Torá, la pérdida de mundos de Torá. Hacemos duelo por nuestra incapacidad de conectarnos completamente con la Torá, algo que fue originado por esa pérdida.
Fuente: aishlatino.com