El pacto nuclear alcanzado por las potencias mundiales
(Estados Unidos, China, Rusia, Francia, Gran Bretaña y Alemania) con Irán, indica sin duda la pitada inicial de la encarnizada lucha del Primer Ministro Benjamin Netanyahu, por su supervivencia política.
Netanyahu recreó su figura pública en base a garantizar que impediría que la República Islámica obtuviera la capacidad nuclear. En septiembre de 2012, apareció en la Asamblea General de la ONU con un dibujo de la bomba atómica, que Irán estaba supuestamente a punto de alcanzar. Incapaz de darse cuenta el giro estratégico que había tomado Estados Unidos, y de maniobrar políticamente prefirió continuar en su zona de confort con lo que se convirtió en un personaje reiterativo y redundante, es decir una caricatura de sí mismo.
Con su falta de suficiente flexibilidad en la cuestión política con los palestinos y su necia interferencia en las elecciones estadounidenses – en favor de los republicanos-, Netanyahu le terminó haciendo el juego al presidente Barack Obama, y quedó últimamente como el convidado de piedra, dejando no a Irán sino a Israel aislado y excluido.
Al menos es esto último es lo que dejó entrever el profesor Uzi Arad en una entrevista ofrecida al Canal 1 de la televisión. En este sentido, el jefe de la oposición, el laborista Isaac Herzog, aprovechó la oportunidad para decirle al diario Yediot Aharonot que “es inconcebible que se haya llegado a este momento crucial con influencia cero sobre el acuerdo” nuclear, lo que calificó de “resultado de un fallo personal y exclusivo de Netanyahu, quien priorizó su victoria (electoral) frente a la relación con Estados Unidos y los intereses de seguridad de Israel”.
Mientras que el líder del partido Yesh Atid diputado Yair Lapid, llegó a pedir incluso su dimisión. “Por la forma en que ha gestionado el asunto en el último año, la puerta de la Casa Blanca estaba cerrada para él. No tuvimos un representante en Viena y ahora pagaremos el precio de su fracaso absoluto. Tiene que dimitir porque sabe, mejor que nadie, que mientras él sea Primer Ministro, los estadounidenses no nos escucharán”, declaró al diario Maariv.
En este mismo rotativo, el analista Ben Caspit también coincidía en que “no importa cómo se mire, esto es un fracaso personal de Netanyahu, que lleva promoviéndose a sí mismo desde hace dos décadas con una sola agenda: impedir que Irán tenga capacidad nuclear. Esa es la tarea que prometió cumplir y ha fracasado: Irán tendrá capacidad nuclear y (ha ocurrido) bajo la mirada de Netanyahu”.
Fuente: www.aurora-israel.co.il