//Enrique Presburger
Además de las matriarcas (Sara, Rivka, Rajel y Lea) de las cuales ya hemos hablado anteriormente, hay otras mujeres admirables que contribuyeron al desarrollo y supervivencia del pueblo judío. Durante el período más sombrío del cautiverio en Egipto, fueron las piadosas mujeres judías las que brindaron a sus esposos el apoyo moral y el aliento que la hora demandaba. En realidad, el Talmud expresa que fue gracias a las mujeres que el pueblo judío fue finalmente redimido de la esclavitud de Egipto.El régimen inhumano de trabajo y la agonía sufrida durante el cautiverio en Egipto, habían conducido a tal estado de desesperación que los hombres estaban completamente exhaustos y existía el peligro, D-os nos libre, de la desaparición del pueblo judío. Pero fue la valentía de las mujeres judías la que inspiró fe y coraje en los hombres para, aún bajo estas condiciones tan desesperadas, poder continuar con una vida familiar normal, prosperar y multiplicarse. Ellas tenían una fe total en D-os y entendían que solo Él podía sustentarnos, alimentarnos y salvar a los Hijos de Israel.
En la época de la esclavitud, cuando Paró decretó que todos los niños varones judíos debían ser arrojados al río Nilo, muchos esposos, separados de sus esposas, decidieron no tener más hijos. Entre ellos se encontraba Amrám, padre de Miriam y Aarón; y fue precisamente Miriam quien convenció a su padre de cambiar de opinión y volver a su esposa. El resultado de su influencia fue el nacimiento de Moshé.
Fue también debido a la grandeza de Miriam que los judíos contaron con un manantial de agua durante toda su estadía en el desierto.
Miriam figura entre las siete mujeres profetisas, y fue ella quien impulsó a las mujeres a entonar shirá (canciones de alabanza al Todopoderoso) luego de que Hashem ordenara la retirada del Iam Suf.
Otra figura femenina prominente que se desempeñó como jueza, guía y profetisa fue Débora. Gracias a su liderazgo inspirador, los judíos pudieron derrotar a sus opresores. Luego de la victoria, entonó canciones de alabanza al Todopoderoso en gratitud por haberlos salvado.
La Biblia menciona también a Yael por el heroísmo demostrado al matar a un general enemigo de nombre Sisera.
Ruth, cuyo amor por el judaísmo la llevó a abandonar sus prerrogativas reales y convertirse a nuestra fe, recibió el mérito de ser antecesora de la dinastía del Rey David.
En la época de los Macabeos, cuando pendía sobre las cabezas de los judíos, la amenaza de griegos y helenos, se destaca el heroísmo de Janá y sus siete hijos, que inspiró a los judíos a resistir cualquier intento de destruir nuestra religión.
Otra heroína de ese periodo fue Iehudit, quien arriesgó su vida por salvar judíos, matando a un general griego “¿Quién puede hallar una mujer virtuosa? ¡Su valor supera ampliamente al de las joyas! En ella confía el corazón de su esposo… Sus hijos se levantan y la aclaman”. “El hombre que encuentra una esposa, encuentra el bien”. “El hogar es la esposa. Nunca llamo a mi esposa ‘esposa’, la llamo ‘hogar’ (bait) porque ella crea mi hogar”. “Ama a tu esposa como a ti mismo, y hónrala más que a ti mismo”. “Esmérate en honrar a tu esposa, pues por ella recibes bendiciones en tu hogar”.
Debemos recordar que las diferencias físicas y quizá psicológicas, hacen que hombres y mujeres a menudo sirvan a D-os de modo diferente. Al ser la mujer imprescindible en el manejo de la casa, tiene asignada mitzvot relacionadas con el hogar, tales como la mitzvá de encender las velas de Shabat y quitar una porción de masa (sacar jalá).
El hombre, en cambio, debe cumplir preceptos relacionados con la vida pública, tales como las plegarias en la sinagoga, las funciones rabínicas y el testificar en juicios. Aun cuando las mitzvot de los hombres parecieran ser más públicas, ello no los hace superiores a las mujeres. Recordemos que según la ley judía, un niño es o no es judío en base a la identidad judía de la madre. La madre, por lo tanto, juega un rol fundamental en el desarrollo de la vida familiar judía y es la clave de la subsistencia de la familia, a pesar de una historia plagada de pogromos, expulsiones y opresión.
En ninguna parte la Torá da a entender que las mujeres son inferiores a los hombres. En realidad, hemos visto cómo mujeres han alcanzado el más alto nivel de profecía, con lo cual no existe razón alguna para pensar que no pueden realizar las mismas tareas que los hombres. Tampoco se justifica que reciban diferente pago por la misma clase de trabajo. Sin embargo, debemos recordar que una mujer no debe sacrificar a su familia en aras de una profesión. Le está permitido trabajar fuera de la casa e incluso tener una profesión; pero el punto de vista de la Torá es que uno debe encontrar satisfacción y sentirse pleno con el rol señalado por D-os, y no perseguir afanosamente otros intereses en detrimento de la misión principal que tiene la mujer en su vida, y que es por naturaleza insustituible. El judaísmo condena severamente la explotación de la mujer como objeto sexual o su estereotipo como grupo, en lugar de como persona singular.
La Torá reconoce verdaderamente el rol central que juega la mujer en la transmisión de los valores y las costumbres judías, y aprecia especialmente su capacidad como educadora del niño judío. Por ello, se la exime de realizar algunas mitzvot, para proporcionarle tiempo suficiente para cumplir con tan importantes responsabilidades. Esto no significa en modo alguno que sean ciudadanas de segunda clase, sino que, muy por el contrario, son partícipes esenciales en el mantenimiento del pueblo judío.
Algunos creen ver en la bendición diaria que dice: “Bendito seas Tú, oh D-os… que no me hiciste mujer”, evidencia de que el judaísmo considera a la mujer inferior. La bendición hace, más bien, referencia al hecho de que los hombres están obligados a realizar más mitzvot que las mujeres y, por lo tanto, se agradece a D-os por esta oportunidad extra. La Torá no quiso forzar a las mujeres a concurrir a la sinagoga o Beit Ha-Mikdash a rezar y estudiar con profundidad cada día. Si se exigiera eso de ella, ¿quién cuidaría de los niños y manejaría la casa? (Otra razón posible para la exclusión de las mujeres de esas mitzvot es que en general permanecen apartadas de las influencias negativas de la sociedad, y se hallan en un nivel más elevado de espiritualidad, con un rol más importante dentro de la tarea divina de la creación, puesto que son las que dan a luz. Los hombres, al tener mayor contacto con el mundo exterior, están más proclives a entrar en contacto con influencias negativas y necesitan por lo tanto ser constantemente recordados, a través de las mitzvot, de la supremacía de Di-s). Al no tener que cumplirlas, la mujer puede dedicar más tiempo a atender los compromisos importantes del hogar.
Extraído de Ayer, hoy y siempre, de Editorial Bnei Sholem.