
La comparación de los cerebros humanos con los de los monos revela que nuestros cerebros
más avanzados evolutivamente pueden ser más eficientes, pero también son menos resistentes, según una nueva investigación del Instituto de Ciencia Weizmann de Israel.
La profesora de neurobiología, Rony Paz, explica que nuestros cerebros son como máquinas modernas: tecnológicamente sofisticadas pero más vulnerables a las averías y los trastornos costosos.
“¿Por qué, por un lado, los humanos tienen habilidades de aprendizaje, cognitivas y adaptativas tan superiores y, por otro lado, esta tendencia a la ansiedad, la depresión y otras enfermedades mentales? Hemos demostrado que pueden ser dos caras de la misma moneda”, resaltó Paz.
Raviv Pryluk, un estudiante de investigación en el grupo de investigación de Paz, ideó una manera de probar y comparar la eficiencia del código neural en la corteza pre-frontal (donde se producen funciones superiores como la toma de decisiones y el pensamiento racional), y la amígdala, una región que es responsable de las funciones básicas de supervivencia, así como de las emociones.
El código neural en la corteza pre-frontal “más evolucionada” mostró más eficiencia que la amígdala, tanto en humanos como en monos. Y el código neuronal de ambas áreas en el cerebro humano era más eficiente que su contraparte de mono. Pero cuanto mayor es la eficiencia de un código neuronal particular, es más propenso a los errores.
“La evolución funciona con compensaciones”, dijo Pryluk. “Puede haber un juego de suma cero entre eficiencia y robustez; y nuestros complejos y multidimensionales cerebros han ganado uno al precio del otro”.
Sus hallazgos, recientemente publicados en la revista Cell, pueden ayudar a explicar por qué la ansiedad, la depresión, el trastorno de estrés postraumático y el autismo son comunes en los seres humanos.
Los científicos de Weizmann trabajaron en colaboración con el Prof. Itzhak Fried del Centro Médico Sourasky en Tel Aviv y la Escuela de Medicina de UCLA en Los Ángeles, así como con Hagar Gelbard-Sagiv de la Universidad de Tel Aviv y Yoav Kfir, en ese momento un estudiante de investigación en el grupo de Paz.
Fuente: www.agenciaajn.com





