El gobierno de Israel informó recientemente que, por primera vez en la historia
del Estado, un oficial de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) formará parte de la Sede de la Sección de Defensa de la Paz de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Nueva York.
La designación, acordada entre Israel y la ONU, es resultado del esfuerzo continuo y conjunto de la cancillería nacional, del embajador, Ron Prosor y de las FDI, con el objetivo de aumentar el número de israelíes involucrados en los diferentes servicios de la ONU.
En el marco de su función, el representante israelí – que será designado próximamente – deberá asistir en la distribución de las fuerzas internacionales por parte de la ONU en las zonas de conflicto y desgracias en el mundo a fin de evaluar las tareas de las fuerzas y su equipamiento en el terreno.
Al respecto, voceros del gobierno de Israel destacaron la importancia de este cargo, explicando que, a pesar de que en el pasado, se ha enviado ayuda a zonas de desastre o conflicto, como el caso de Haití, Turquía, Japón y Filipinas, entre otras, se trata de la primera vez que un oficial de las FDI participará en el marco de la ONU, como delegado de sede para el mantenimiento de la paz lo que significa un “aporte israelí más a la paz y a la seguridad del mundo”.
Participará México en operaciones de paz
Tanto el Ejército como la Marina tendrán que pasar de generaciones de abierto rechazo a servir, por primera vez en 65 años, bajo la bandera de la Organización de Naciones Unidas como cascos azules.
Aunque el anuncio comprende también el eventual envío de personal civil a zonas de conflicto o desastre natural, es su componente castrense el que más polémica y resistencia ha suscitado en México.
La primera participación de militares mexicanos en misiones de paz data de 1947, año en el que se despachó una misión de observadores a los Balcanes. En 1949 se hizo lo mismo en Cachemira, en la frontera entre India y Paquistán. Fue la última vez que se accedió a un llamado de la ONU.
Luego vinieron la Guerra Fría y los golpes y gorilatos en Centro y Sudamérica. Del furor multilateral posterior a la Segunda Guerra Mundial se pasó a una política defensiva. Desde entonces, ningún soldado o marino mexicano ha vuelto a servir en coaliciones multinacionales en capacidad oficial, ni siquiera tras la normalización democrática de Latinoamérica en los 90.
Es una ausencia que contrasta aún más cuando se confronta con el hecho de que de las 20 principales economías del mundo solo México se ha abstenido de colaborar con cascos azules en misiones de paz, incluso cuando se ha tratado de conflictos que le afectan directamente, como la guerra civil de Haití en 2004.
También a nivel Latinoamérica se ha perdido la oportunidad. Casi todos los países de la región han aportado y aportan aún militares y policías a la ONU, desde Brasil, Argentina, Chile y Bolivia, hasta Colombia, Guatemala y Venezuela, entre otros. La negativa se ha considerado como uno de los factores que más ha pesado en contra de las aspiraciones mexicanas de ocupar un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, como representante latinoamericano. ¿Cómo hacerlo, a final de cuentas, si no se estaba dispuesto a colaborar en el orden internacional?
Fuente: www.tribuna.org.mx y www.sipse.com
