a caja musical de Tini y el viejo vendedor del otro mundo imaginario

Título del poema: La caja musical de Tini y el viejo vendedor del otro mundo imaginario
Categoría: Infantil B

Género: Cuento
Seudónimo: Jacaranda

Había una vez una niña llamada Tini. Tini tenía muchisisisisisimos juguetes, pero uno de sus preferidos era una pequeña caja musical hecha de cristal y plástico. Era una cajita en forma de piano, y cuando tocabas una tecla, aparecía una bailarina de cristal que giraba en la parte de arriba. Era uno de sus mejores regalos, y lo cuidaba mucho porque había sido de su bisabuela.

Una noche,Tini estaba intentando tocar una canción en el piano de la caja musical, pero se quedó dormida sin darse cuenta.

Cuando despertó, ya no estaba en su cama, sino en un lugar de colores pastel. A lo lejos vio una tienda de cristal, la única en ese extraño lugar. Tini se acercó con curiosidad. Dentro había puras joyas y adornos de cristal, y un viejo vendedor con una bata gris. Tini se acercó tímidamente y preguntó:

—¿En dónde estoy?

El vendedor se levantó de su silla y le contestó sonriendo:

—¡Ah, hola pequeña! Por fin, mi primer cliente en años. ¿Qué se te ofrece?

Tini, un poco asustada, volvió a preguntar desesperadamente:

—Pero… ¿en dónde estamos?

—Pues mira, pequeña —respondió el viejo—. Esta es la calle de cristal, pero si te fijas bien, del otro lado está la calle de plástico.

A Tini se le hizo muy raro y, con un poco más de confianza, volvió a preguntar:

—¿En qué país estamos?

—Pequeña, ¿estás bien?…  Estamos en Pianbail. Ven conmigo, te daré un tour.

Tini, confundida:

—¿Cómo me vas a dar un tour si aquí no hay nada?

El vendedor sonrió y contestó:

—¿Cómo que no hay nada? Todavía no ves nada, pero si cierras los ojos y tienes imaginación, empezarás a ver cosas.

Tini, con algo de miedo y sin esperanza, lo hizo, y de pronto todo cambió. Empezó a ver el mundo de otra forma, pero le costaba mucho trabajo. El vendedor vio a Tini con poca esperanza y le dijo:

—Solo camina y confía en ti misma.

Tini, aún desconfiada, comenzó a caminar. El vendedor le agarró la mano y le sonrió. Tini, sin darse cuenta, comenzó a ver ponis, unicornios, muchos arcoíris, castillos y palacios gigantes. Estaba maravillada. Miró al vendedor y le preguntó, como si ya fuera su amigo:

—Oye, ¿y qué es eso de la calle de plástico?

El viejo suspiró y le respondió:

—Ahí trabaja una preciosa mujer. Bueno… la última vez que la vi era joven y hermosa —contestó el vendedor.

—¿Y hace cuántos años fue la última vez que la viste? —preguntó Tini.

—Hace unos 60 o 70 años. Ella tenía como 17 años —respondió.

Tini sonrió y le dijo:

—¿Tú eras su amigo o su novio?

El viejo contestó:

—Yo… yo era su prometido.

—¿Y qué fue lo que pasó? —preguntó Tini.

—Hubo un huracán y ahora solo quedamos yo y mi tienda —dijo el viejo.

—¿Y no has pensado en hablar con ella? —le preguntó Tini.

—No puedo. Intento pasar, y hay algo que me detiene —le respondió el viejo.

—No te preocupes, yo te ayudo —le dijo Tini.

Tini y el viejo salieron de su mundo imaginario y Tini convenció al viejo. Estaban a punto de entrar a la calle de plástico, pero de pronto al viejo le dio miedo y corrió a su tienda de cristal. Tini fue por él y le preguntó qué pasaba.

—No puedo, hay algo que me lo impide —contestó el viejo.

Tini agarró la joya más bonita que había en toda la tienda, la puso en una caja y le dijo al viejo:

—No te preocupes, voy a estar aquí todo el tiempo. ¿Qué es lo peor que puede pasar?

Tini y el viejo fueron agarrados de la mano, y el viejo, con toda la fuerza del mundo, cruzó al otro lado. Había una señora vieja, y en un segundo ella lo reconoció. La vieja se llenó de felicidad y le dio un abrazo al viejo vendedor. Tini la saludó y también le dio un abrazo, luego le dio la joya más bonita, que era la que tenía en la mano. La señora les explicó que ella tampoco podía pasar a la calle de cristal porque le daba miedo.

El viejo y la señora vieja le agradecieron a Tini por juntarlos otra vez. Ese mismo mundo empezó a cobrar vida de nuevo.  De nuevo, Tini estaba feliz, abrazó al viejo y a la señora.

Tini empezó a escuchar una alarma, se le hizo raro.  ¡Era la alarma para ir a la escuela! Tini estaba muy ansiosa por contarle a sus padres y a sus amigos de la escuela. Estaba convencida de que todo lo que vivió sí era real, pero nadie le creyó. Tini, decepcionada, caminó justo como le había dicho el viejo, y de pronto no podía creer lo que estaba viendo: era el viejo tomando la mano de su prometida. El viejo pasó a su lado y le guiñó un ojo a Tini. Ella le regresó el guiño y siguió su camino, sabiendo que esa historia siempre sería real para ella. Y se fue caminando muy, muy, muy feliz.

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