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La esposa de Sammy

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//Enrique Cohen*

Estaba esperando afuera con un grueso suéter de lana y abrazándose a ella misma, bajé de las escaleras a esperar a Said. Todos estábamos descalzos, llegando había unas pequeñas repisas para dejar los zapatos, subí rápidamente las escaleras, había una voz, estaba hablando en español, era la que dirigía el rezo, sabía que era Said, no lo había visto, pero sabía que era él. Apenas seis horas antes había hablado con él por teléfono, desde que llegué y oí la voz de Said vi su liderazgo y su seguridad. Llegué con una pequeña mochila negra, saqué la cámara y la prendí, segundos después vino hacia mí un hombre con un rostro serio y le pregunté que si podía sacar algunas fotos, él asintió con la cabeza y me dirigió a un cuarto en el cual se podía ver a más gente inclinada hacia el este (en dirección de la Meca) y en completo silencio. Aún no había visto a Said, tomé unas fotografías y salí del cuarto, de pronto todos, excepto yo y un hombre a unos metros de mí, se inclinaron y comenzaron a rezar, el rezo duró entre 15 y 20 minutos. Cuando este acabó todos se pararon al mismo tiempo perfectamente coordinados, empezaron a despedirse en árabe y comenzaron a bajar las escaleras, así que bajé con ellos, varios me daban la mano y decían salam u alaikum, a lo que yo debía responder u alaikumsalam, cosa que en ese momento no sabía. Bajando las escaleras en la entrada estaba la esposa de Sammy, una señora de aproximadamente 50 o 60 años, cada tanto le escurrían unas lágrimas por su rostro, al principio no entendí, me quedé a su lado con la esperanza de que me explicara qué le pasaba. La gente iba saliendo de la mezquita y le preguntaba, “¿Usted es la esposa de Sammy?”, ella respondía con la cabeza, la gente le extendía la mano y le daba uno o dos billetes, billetes de 100, 200 o 500 pesos, ella agradecía con la mirada, se acercó a mí sin entrar a la mezquita, ya que tenía puestos sus zapatos y me pidió una pluma, al dársela empezó a apuntar el número de una persona que decía que mañana mismo iban a ir a buscar a Sammy. Por fin me atreví a preguntar quién era Sammy, “Mi esposo”, ella dijo, “Está detenido cerca de la Marquesa y necesito ir por él, se puso loco”, me dijo, “agredió a unos policías, necesito ir por él”. Entendí que Sammy tenía un problema, en ese momento conocí a Ahmed o Sammy (otro Sammy) o Cuauhtémoc, un hombre, según él, budista, musulmán y católico que como muchos están en busca de un D-os. Él también le extendió la mano a la esposa de Sammy y le dio 200 pesos. Detrás de la esposa de Sammy había ocho personas, mujeres, entre ellas cinco niñas, pidiendo dinero a la gente que iba saliendo, muchos que acababan de rezar les daban unas monedas y regresaban a su trabajo para en una hora más tarde regresar para hacer otro de los cinco rezos que hacen cada día.

Subí al piso donde es el rezo, en él había una alfombra de muchos colores, y enfrente el dibujo de una mezquita en dorado, subí otro piso intrigado para ver por fin a Said. Él estaba en un cuarto hablando con la esposa de Sammy, bajé al segundo piso y ahí siete hombres estaban aprendiendo el Corán. Al cabo de unos 30 minutos subí al tercer piso en donde se ubicaba Said y toqué su puerta y me dejó entrar. Said es un musulmán nacido en Marruecos que dirige el rezo cada viernes, un maestro de inglés que enseñaba a sus alumnos con canciones de The Beatles, un productor de jalá, una persona que vive alrededor de cientos de judíos, una persona tan parecida a nosotros y tan humilde que parecería un extraño. Al cabo de un tiempo le pregunté a Said por el tema del terrorismo, y cómo se les asocia con ellos, a lo que Said respondió: “El Corán dice que si matas a una persona inocente estás matando a toda la humanidad, y si salvas a una persona inocente estás salvando a toda la humanidad”.

Vivimos en una completa burbuja donde creemos que somos totalmente externos a gente con otras creencias religiosas, esa burbuja en algún momento deberá reventar, y espero que gente en busca de algo más que no quiera quedarse en lo habitual la reviente.

Said salió de la entrevista y se juntó con otros para llevar a cabo otro de los rezos. Salí de la mezquita y conocí a gente tan parecida a mí y tan diferente al mismo tiempo. Esta visita me llevó tres horas, ahora tengo un amigo que me invitó a los tacos y un experto al cual le puedo preguntar lo que sea del islam. Tres horas son las que Sammy puede volver a ver a su esposa.

*Alumno del Colegio Hebreo Tarbut.

DATOS:

Entrevista hecha en mezquita en Anzures.

En el mundo hay cerca de 1.6 mil millones de musulmanes, menos del uno por ciento pertenecen a grupos terroristas.

En una entrevista a 25 personas, el promedio de la gente que cree que es terrorista es del 16 por ciento, es decir, 256 millones de personas