De todos nosotros es conocido, el auge de la palabra comunicación, y cómo esta se ha visto impactada por los avances tecnológicos.

Muchos hablan de lo mucho que se han mejorado las comunicaciones y sí, esto es innegable, hoy todo el mundo está conectado.
¿Pero qué está sucediendo con la interacción humana cercana, uno a uno, también podemos decir que esta comunicación está mejorando?
No lo creo, estos mismos avances tecnológicos que han acercado comunidades lejanas, también han creado un abismo entre las generaciones… padres e hijos, maestros y alumnos, etcétera. Esta brecha generacional es difícil de zanjar por la vía del lenguaje actual, pero cada vez más podemos apreciar que las artes y en especial la música, funcionan como el ‘esperanto’ no verbal, es decir, un lenguaje universal del corazón y del alma.
La expresión musical de un niño nos puede decir mucho de su interior, de su espíritu y para él puede significar toda la diferencia en su difícil transitar por las relaciones humanas.
En días pasados, tuvimos el privilegio de disfrutar de un gran banquete de la comunicación sublime, al escuchar la presentación el Día del Socio de la Academia de Música del CDI. Y vaya que fue una delicia saborear las interpretaciones de los alumnos de la Academia. Interpretaciones creativas, auténticas, salidas del alma, cargadas de una energía que no requiere de palabras para entenderse, y emocionarse casi hasta las lágrimas.
Esta energía fue transmitida al público, que verdaderamente ovacionó a estos pequeños grandes artistas de la comunicación.
¡Y cómo no! ¡Abuelos que encuentran un vehículo mágico para penetrar en el mundo maravilloso y sagrado de sus nietos!
Felicidades a toda la comunidad artística de la Academia de Música del CDI, maestros, coordinadores y sobre todo, a estos valientes niños aventureros, que nos guían por nuevas brechas de acercamiento humano. Gracias a todos por este gran espectáculo, que nos llena de optimismo en el futuro, y gracias a Andrés Okon Amkie por esa maravillosa entrega, pues no olvidemos que al final todos los seres humanos navegamos juntos en un… ¡yellow submarine!

//Joey Amkie

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