Muchas mentes brillantes,

intelectuales, científicos o artistas son despistados y distraídos. Al respecto el Rabino David Wolpe señala que, Benjamin Jowett que realizó la traducción al idioma inglés más famosa de la obra de Platón, Jowett era también bastante desorientado. Se cuenta sobre él que una vez, mientras caminaba por el parque de la universidad después de haber dejado la cafetería, vio a un estudiante, lo paró y le dijo: “discúlpeme joven, ¿podría indicarme si estoy caminando hacia la cafetería o me alejo de ella?” A lo cual el estudiante le respondió: “Pues, profesor Jowett, se aleja usted de la cafetería”. Y él respondió: “Ah, entonces, ya he comido”. Ahora bien, Jowett no es el único caso de un intelectual distraído.

También es famosa la anécdota sobre Oliver Holmes, quien fue presidente de la Corte Suprema de Estados Unidos y un famoso jurista. Una vez viajaba en tren cuando el inspector pasó pidiendo los boletos. Holmes no podía encontrar el suyo y buscó por todos lados y, en su desesperación, dijo al inspector: “no puedo encontrar mi boleto” y él respondió: “Dr. Holmes, por favor, le creo, cuando lo encuentre, nos lo envía por correo y si no lo encuentra, no hay problema” ante lo cual, Holmes respondió: “no, mi buen hombre, usted no comprende, necesito ese boleto para saber a dónde viajo”.

Personas como Jowett y Holmes, eran mentes sagaces. Sin embargo, cuando debían enfrentar retos de la vida cotidiana lo hacían de una manera muy limitada. Y lo que es verdadero sobre ellos, es cierto también para nosotros. Cuando vemos nuestra imagen en un espejo roto, hay partes que no podemos ver y, de alguna manera, de esto se trata Jodesh Elul que está por comenzar: observar aspectos de nosotros mismos de los cuales no somos sensibles cotidianamente. Parte de nuestra tarea en este último mes de año judaico, en el que nos prepararemos para los Yamim Noraim, es definir nuestra agenda para los próximos días, y para el próximo año.

Jodesh Elul es una hermosa oportunidad para determinar dónde nos hallamos, hacia dónde nos dirigimos, qué deberíamos estar haciendo… A nivel personal, profesional y comercial mucho se habla de diseñar planes estratégicos. La gente analiza periódicamente el curso de sus carreras, de sus empresas, de sus finanzas, de sus familias.

Nuestra tradición nos pide que en las próximas semanas diseñemos un plan estratégico para nuestras almas.

Muchas facetas de nuestras vidas son trazadas por hechos azarosos y no, precisamente, por decisiones meditadas. Las situaciones simplemente nos suceden. Pero las vidas más profundas, las vidas más exitosas, aun estando rodeadas de hechos azarosos, se hallan definidas por una cuidadosa meditación sobre el tipo de persona que uno desea ser. Basta con leer alguna biografía para ver la diferencia entre una vida determinada por las circunstancias y otra moldeada por decisiones voluntarias.

Una de las diferencias más claras entre niños y adultos es que los niños aún no comprenden lo significativas que son las decisiones en nuestras vidas. Porque al mirar hacia atrás en la vida, vemos que lo que parecía trivial en un momento pudo haber hecho toda la diferencia. “Iré a esta escuela, en lugar de aquella otra”… Y como resultado, han escogido una carrera diferente. “Iré a esta fiesta, en lugar de aquella”… Y como resultado, han encontrado una persona diferente para amar.

No existen las acciones irrelevantes en el crecimiento de nuestra alma. Todas nuestras determinaciones acarrean un efecto, pero no nos damos cuenta de ello hasta que comenzamos a tomar nuestra alma en serio o, al menos, hasta que creemos que nuestra alma merece la misma atención que nuestra profesión o nuestra familia, o nuestros negocios.

En este Jodesh Elul, venimos a la sinagoga, no como médicos, abogados, contadores, empresarios o comerciantes, sino como hijos de D-os. Es como hijos de D-os que somos juzgados y como hijos de D-os que crecemos en todo sentido, así que es importante recordar quiénes somos.
Jodesh Elul es un momento para ascender espiritualmente, es un oasis para refrescar los espíritus resecos, y recordar quiénes somos verdaderamente. Ya que no somos la ropa que vestimos, ni el coche que conducimos, ni las casas en que habitamos.

Este es el momento, el momento del año para renovar el vínculo con tu propio ser. Para planear tu futuro, para diseñar algún tipo de estrategia para tu alma. Es necesario saber quién eres; tomar distancia de tu vida y verla desde otra perspectiva; tener una especie de visión de águila, para ver hacia dónde te diriges y dónde has estado.

Existen muchas formas de determinar y comprender de dónde venimos y algunas personas mantienen un diario para medir las vibraciones de sus almas, otros meditan. Nosotros hacemos todas esas cosas, pero también como judíos, celebraremos los próximos Yamim Noraim. Y utilizamos estos días, entre todos los demás, para comprender quiénes somos y hacia dónde nos dirigimos; cuál es nuestro rumbo y cuál nuestro destino. Después de todo, cuando diseñamos nuestros planes estratégicos, una de las primeras preguntas que nos formulamos es, ¿dónde queremos estar dentro de diez, veinte o cincuenta años?

Nos hallamos en el final de un año, de una etapa. Debemos mirar hacia el pasado y preguntarnos con quién hemos compartido nuestro año, ¿con personas que desafían nuestras almas o con personas que refuerzan nuestra complacencia? ¿Con personas que nos ayudan a crecer o con gente que nos hace sentir bien con nuestra propia falta de crecimiento? Como Jowett y Holmes, a menudo somos ciegos a momentos importantes de nuestras vidas y este es el momento de prestar atención.

Si es cierto como yo lo creo, que “no somos seres físicos con experiencias espirituales”; sino “seres espirituales con experiencias físicas”, entonces el motivo principal por el que estamos aquí es para velar por el estado de nuestras almas. El momento ha llegado. Estos son los días. No porque no puedas hacerlo en otros meses, sino porque esta es la oportunidad para parar y hacer tu ‘jeshvón hanefesh’, tu ‘balance del espíritu’.

La Torá nos advierte, “ushmartem et nafshoteijem”, “cuiden sus almas”. En estos largos y maravillosos días, planea tu futuro, al menos con la misma devoción con que planeas todas esas otras cosas de tu vida que la hacen importante y le brindan un sentido. Porque las obras de los seres humanos van y vienen, pero tu alma, al igual que el D-os que la ha creado, perdura. Entonces que el próximo año que se acerca nos enseñe a abrigar y hacer crecer nuestras almas para que así honremos, no solo el valor de nuestro ser, sino al Creador que nos ha dado tan preciado don. Amén.
¡Shaná Tová!

Rosh Hashaná 5778

¿Por qué no rezamos al D-os de Moshé?

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