La paleta y el pincel

La paleta y el pincel
Cuento – Infantil A


Por: Estefanía Herancon

Había una escuela muy bonita, con árboles, flores y juegos. En esa escuela las cosas tenían vida. Allí vivían un pincel y su amiga, la paleta de colores. Ellos habitaban en el salón de arte. Los dos jugaban juntos todos los días a las atrapadas, a las escondidas y a la mancha. Eran inseparables y un gran equipo, pero un día, la paleta se rompió cuando se le cayó a uno de los niños de la clase y quedó partida en tres. La maestra Miranda, la responsable del salón, le pidió al niño que la pusiera en la cajita de las cosas que ya no servían. La paleta y el pincel se pusieron muy tristes, ya que la paleta corría el peligro de que la tiraran.

Durante el recreo, en un coche de cartón, llegó el famoso “Don Resistol”. Venía desde 5º de primaria y traía un botiquín de primeros auxilios para materiales de arte.

—Yo soy Don Resistol y puedo ayudar a pegar hasta el jarrón más roto —dijo—. Pero para eso tendrán que realizar algunos retos y demostrar por qué reparar a la paleta es tan importante. Si lo logran, los ayudaré a dejarla como nueva —los dos aceptaron.

El primer reto era para la paleta: tenía que brincar la cuerda sin romperse más, aunque saltara por partes. Con ayuda de su amigo el pincel, lo logró, aunque casi se cae. El segundo obstáculo era el temible “reto del mantel”; se trataba de sacar el mantel sin tirar lo que estaba sobre la mesa. Tenían que quedarse quietos, parados, sin moverse.

—¡Uno, dos, tres! —contaron.
Se sintió como si el piso se moviera, pero lo lograron, sin embargo, aún quedaba un reto, el más difícil: la paleta tenía que responder unas preguntas contra reloj. Don Resistol hizo la primera:


—¿Qué es el amor?

­—Es como cuando tu mamá te da la última galleta… aunque ella también la quería. Eso es amor de verdad. Y no, no es como el amor por los dinosaurios, ¡aunque ese también es fuerte! —contestó la paleta.

—Siguiente pregunta: ¿y sabes qué es la amistad?

—Es tener a alguien que juega contigo en el recreo, aunque no sepa jugar a lo que tú quieres. ¡Y que no te cambia por el que tiene el balón nuevo! Como mi amigo el pincel.

—Hablemos sobre la lealtad —dijo Don Resistol—. ¿Qué es la lealtad?

Varios materiales que estaban emocionados viendo todo lo que pasaba, levantaron la mano, pero sólo el pincel respondió rápidamente:

—La lealtad es cuando haces un equipo secreto con tu mejor amigo y no le cuentas a nadie, ni aunque te sobornen con darte los mejores colores. ¡Eso es ser leal como un ninja!

—Casi me convencen —dijo Don Resistol—. Pero hay un último reto: para poder ayudar a la paleta es importante encontrar los colores y ponerlos en la paleta.

El pincel era sólo uno y quería ayudar a su amiga, pero le era muy difícil cargar con todo. Los materiales que estaban viendo lo que pasaba, no dudaron en ayudar también y, finalmente, la paleta logró recuperar sus colores aunque estuviera rota en varias partes.

—Han hecho un gran trabajo —dijo Don Resistol—. No podía arreglarte sin saber si eras fuerte aún y, sobre todo, si no sabías qué eran todas esas emociones, pues el arte nos ayuda a expresarlas mejor. Una paleta que no sabe de emociones, no es una buena paleta.

En poco tiempo la paleta quedó como nueva. La maestra Miranda, entró unos minutos después al salón y encontró la paleta reparada.

—Uy, qué bueno que arreglaron la paleta, seguro fueron los de mantenimiento. Bien, ya no tendremos que comprar otra.

Ese día, la paleta se sintió más feliz que nunca de volver a jugar con su amigo pincel y, sobre todo, de ayudar con su amigo a que los niños sigan haciendo arte.

Fin.  

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