
La ecuación paz por territorios apenas se menciona en la campaña para las legislativas
del 9 de abril en Israel. El célebre eslogan, que hace más de 25 años se tradujo políticamente en los Acuerdos de Oslo con palestinos, ya no parece atraer los votos. Ni las fuerzas conservadoras agrupadas en torno al Primer Ministro saliente, Benjamin Netanyahu, ni la oposición de centroizquierda recogen en sus planes electorales la fórmula de los dos Estados para sellar la paz.
“La sociedad está dividida y el espacio político se encuentra muy fragmentado en Israel”, analiza el profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Hebrea de Jerusalem Gideon Rahat. “El bloque conservador es muy estable y el centroizquierda lleva años escindido”, argumenta, “de manera que una nueva victoria de Netanyahu en las urnas resulta previsible”.
En el poder desde 2009, el jefe del Gobierno aspira a revalidar su cuarto mandato consecutivo con su política de mantenimiento a ultranza de un statu quo que considera favorable a los intereses de Israel. Netanyahu defendió hace diez años, en un discurso en la Universidad de Bar Ilan, la solución de los dos Estados bajo la presión de la Administración del presidente demócrata Barack Obama, pero no se ha esforzado en aplicarla. Las últimas negociaciones con los palestinos, impulsadas por Estados Unidos, quedaron canceladas en abril de 2014.
En los dos últimos años, tras la llegada a la Casa Blanca del republicano Donald Trump, Israel ha acelerado la expansión de los asentamientos judíos en territorio palestino ocupado desde hace más de medio siglo. El Gobierno planeó en 2018 la construcción de 9,400 viviendas en Cisjordania, donde ya viven 413,000 colonos, y de otras 6,400 casas en Jerusalem Este, donde residen 215,000 israelíes, según las estimaciones de un reciente informe de la UE, que añade que el empuje urbanizador supondrá el establecimiento de 60,000 nuevos colonos.
Además del reconocimiento de Jerusalem como capital de Israel, Trump ha proporcionado a Netanyahu otra baza electoral. La Casa Blanca ha retrasado la presentación de su plan de paz hasta después de las elecciones de abril. El líder del Likud se ve así protegido de una fuga de votos de los colonos hacia la derecha radical del exministro de Defensa Avigdor Lieberman y al nacionalismo religioso del aún titular de Educación, Neftali Bennett, partidarios ambos de la anexión de los territorios ocupados.
Fuente: www.elpais.com





