Las aventuras de Fernando y el capibara mágico

TÍTULO DEL TRABAJO: Las aventuras de Fernando y el capibara mágico
CATEGORÍA: Infantil B
SEUDÓNIMO: La amante de los capibaras

Había una vez un niño llamado Fernando, bajito, de ojos azules y cabello castaño. Era amable y soñador, pero en la escuela se sentía triste, porque algunos compañeros se burlaban de él por ser chaparrito. No tenía muchos amigos, y cada día deseaba encontrar a alguien que lo entendiera.

Un día, mientras caminaba por el bosque, Fernando escuchó un sonido extraño. Entre los árboles encontró a un pequeño capibara atrapado en unas ramas. El niño lo ayudó y, desde ese momento, se volvieron inseparables. Lo llamó Capy, y juntos jugaban, reían y paseaban todos los días. Fernando estaba feliz porque al fin tenía un amigo verdadero.

Sin embargo, en la escuela Kevin, el niño que más lo molestaba, empezó a burlarse de él por llevar a su capibara. Capy se asustó y escapó corriendo. Fernando lo buscó desesperado hasta que al fin lo encontró escondido entre los arbustos.
—No hagas caso de lo que digan —le dijo acariciándolo—. Tú y yo somos un gran equipo.

Tiempo después, la familia de Fernando recibió una gran noticia: se mudarían a Nueva York. Fernando estaba emocionado, pero también triste porque no podría llevar a Capy. El día del viaje, sin que nadie lo notara, Capy se metió en la maleta. En el aeropuerto apenas podía respirar, saltó fuera y causó un gran alboroto. Fernando corrió tras él, se asustó tanto que se desmayó.

Cuando despertó en el hospital, todo había salido bien. Más tarde encontraron a Capy escondido en el hotel. Juntos exploraron la gran ciudad: fueron a Times Square, visitaron las tiendas de dulces M&M’s y Hershey’s, y pasaron días maravillosos.

Pero al volver a su país, Kevin seguía molestando a Fernando. Hasta que un día, durante un terremoto mágico, algo increíble sucedió: ¡Fernando y Kevin cambiaron de cuerpo!

Al principio fue confuso, pero poco a poco ambos aprendieron lo que sentía el otro. Fernando entendió que Kevin se comportaba así porque se sentía solo, y Kevin comprendió lo mal que era ser tratado con burlas.

Asustados, buscaron una solución. Kevin recordó que su papá tenía un libro de hechizos. En él encontraron uno para devolver los cuerpos a la normalidad. Necesitaban agua de jamaica, baba de caracol, bicarbonato y vinagre. Mezclaron todo en un cuenco y, de repente, el cielo se llenó de truenos.
—¡Kabum! —gritaron al mismo tiempo.

El hechizo no funcionó al instante, pero esa noche, mientras dormían, un rayo iluminó el cielo y los cuerpos volvieron a la normalidad.

Desde entonces, Kevin y Fernando se hicieron grandes amigos. Ya no había burlas, solo risas. Todos los días salían a pasear con Capy, el capibara mágico que les enseñó que la verdadera amistad aparece cuando aprendemos a ver el corazón del otro. Juntos aprendieron que antes de juzgar a las personas hay que ponerse en  sus zapatos y que ser  diferente que los demás no es malo; lo importante es tener el valor de ser uno mismo y tratar a los demás con respeto y cariño.

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