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Los tres cerditos
TÍTULO: Los tres cerditos
CATEGORÍA: Infantil A
GÉNERO: Cuento
SEUDÓNIMO: La bailarina del mar
Había una vez, tres cerditos. El primero se llamaba Pepito, el segundo Pepe, pero el más chiquito, que era el preferido de la mamá y se llamaba Pablo, era el más tierno para la mamá.
Para el papá, el preferido era Pepe, entonces Pepito no tuvo más remedio que irse a la casa del abuelo y salir a conseguir trabajo. Probó ser bombero, policía, maestro de todas las materias y no pudo. Él no quería hacer nada y el abuelo le daba todo su amor y dinero, le habló el abuelo sobre conseguir trabajo, pero no podía.
A Pepito se le ocurrió hacer su empresa y dijo: “¿Por qué no una empresa de leer?”. Y eso hizo Pepito, creó su empresa para leer pues al abuelo le gustaba mucho leer.
Sus papás no tenían dinero y Pepito les dio dinero, pero le agradeció al abuelo y le dio más que un abrazo y un beso, le dio un millón de pesos, una casa, un teléfono celular. Pero, le dio lo más importante: muchisísisisisimo cariño y amor.
El abuelo le dijo: “Quédate Pepito”, pero Pepito le dijo: “No, gracias”, y el abuelo vino a su casa compartida.
Pepito le dijo “No, tú me apoyaste y ahora te debo una. Además tú me diste cariño amor, suerte, una casa, comida y además me diste todo lo que necesitaba para lo que fuera, para estar aquí, tú siempre me ayudaste, tú eres el mejor abuelo y amigo que pude tener. Tú eres mi mejor amigo y siempre voy a estar contigo cuando ya no estés, te voy a extrañar”. Dijo el abuelo: “Te quiero “. Pepito le dijo: “No te vayas, abuelo”. “Lo siento”, dijo el abuelo.
A partir de ese momento, Pepito no vivió ahí y vivió en otro lugar, quería recordar al abuelo, y siempre pensaba en él. Siempre recordaba como el abuelo le decía, te amo y Pepito suspiraba, lo extrañaba, y trabajar le recordaba a cuando el abuelo estaba con él. Pepito empezó a llorar y se quedó pensando que el abuelo estaría triste si él estaba triste, por eso entonces, la desaparición del abuelo se le empezó a olvidar, y entonces Pepito empezó a estar más feliz, ahora se dijo: “¡A trabajar!”.
Pepito abrió una tienda y ahora Pepito era el jefe y su empleado le decía: “Sí, señor, aquí estoy para lo que me necesite”, pero Pepito le dijo: “No me llames señor, llámame Pepito”. Y el empleado contestaba: “Sí, señor”. “Ya le dije que no me diga señor. ¡Ya basta! Deje de decirme señor, ¿qué no entiende?”… “¡Sí, señor Pepito!”
Pepito le dijo “Por favor llámeme Pepito, porque me recuerda a mi abuelo, ya que él me cuidó, me dio comida, y me dio su apoyo, él es el mejor amigo y abuelo” y Pepito estaba feliz, contento, y orgulloso por su abuelo.
Pepito dijo: “Las cosas a veces pasan y yo quiero al abuelo y ahora no está, y además no pasa nada, por eso me voy a poner triste”, y Pepito se fue a dormir para la mañana siguiente regresar al trabajo como su abuelo le enseñó.
Moraleja: “Trata a los demás, como quieres que te traten”, así como el abuelo trató a Pepito, Pepito cuidó de sus empleados y de sí mismo, sin estar triste, sólo recordando las enseñanzas de su abuelito.
