Había una vez una niña perdida, bueno, en realidad no lo era porque todavía no

encontraba su Nunca Jamás. El lugar con el que siempre había soñado, en donde podría jugar, reír y tener aventuras diferentes cada día; cada persona que ella se encontraba le decía que era imposible, que no podría ser joven por siempre, que algún día dejaría de jugar, y que su imaginación la abandonaría. Eso era lo peor que le podían decir.

El tiempo pasaba y la niña seguía creciendo, estaba perdiendo la ilusión, esa chispa que hace que sigas siendo una persona original y diferente. Su sueño seguía siendo ser una niña perdida, poder cantar y amar como la primera vez.

Lo que hace esta historia diferente de las demás es que ella sí pudo encontrar su Nunca Jamás, bueno, en realidad Nunca Jamás la encontró a ella. Todo pasó un sábado mientras paseaba por el Dépor, se acercó un hada disfrazada con una camisa café y jeans y le hizo una oferta a la que no se pudo negar.

¿Quieres venir a Macabi? Eso fue todo lo que se necesitó para encontrar un montón de niños que cantan, juegan y ríen en exceso cada semana, que cada sábado se transportan a un lugar mágico en donde el tiempo parece no pasar, y cada segundo es una mágica aventura que vives con tus amigos.

A partir de entonces, nunca ha vuelto a creer que ser niña perdida es su sueño, empezó a apurar al tiempo para que vuelva a ser sábado y pueda vivir otras aventuras, sin saber si va a ser una princesa, una pirata o presidenta de su propio país, ni siquiera si va a estar en la Tierra. Lo que sí sabe es que es Macabea y que en Macabi hay
una magia que no se encuentra ni en los cuentos.

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