A veces las palabras permiten que veamos
imágenes, que imaginemos lo inimaginable.
Nos transportan hacia donde el autor desee y despiertan emociones en nosotros que a veces no sabíamos que existían, que ni siquiera una imagen podría crear en nosotros; las palabras están llenas de poder, y estas una vez afuera no se pueden regresar.
Agradecemos la existencia de las palabras, agradecemos a todos aquellos que las escribieron por ser testigos de todo lo que pasa y deja evidencia, para seguir transportando al lector a esa cosa que las palabras recuerdan por nosotros, incluso lo que no se puede dibujar o fotografiar.
Selma nos transporta en este viaje, el viaje de su vida.
Lo hace a través de las palabras en momentos que las imágenes no eran una posibilidad, y nos permite acompañarla tanto en sus momentos de luz como en los más obscuros, y le agradecemos por haber dejado su legado, sus palabras que la vuelven inmortal y nos deja transportarnos hacia lo imposible, así manteniendo viva su memoria.
Cuando hablamos de Shoá, solemos hablar de pena, hambre, tristeza y muerte.
En esta ocasión, más allá de la tragedia, me gustaría hablar del heroísmo y de la resistencia. El ser humano, está diseñado para sobrevivir incluso en las situaciones más difíciles e inhumanas, pero lo más importante es que no solo sobrevivimos, lo hacemos resistiendo y aferrándonos a la vida, sabiendo que esta es la única oportunidad que tenemos de trascender.
Cuando hablamos de la gran tragedia que sucedió en el Holocausto, me gustaría por un momento mencionar a todas aquellas personas que resistieron, ya sea de forma espiritual o física, a todos aquellos, que le dieron su último pedazo pan a alguien moribundo, a todos aquellos que se negaron a ser despojados de su humanidad y siguieron su camino luchando.
Todos hicieron una lucha, todos fueron héroes, y nadie murió sin haberse aferrado a la vida hasta el último momento.
Selma Meerbaum-Eisinger es un claro ejemplo de resistencia, pues ella, siendo una escritora, no dejó su pasión por la poesía al signo de que las cosas no estaban bien, por el contrario, lo usó como medio de expresión y documentó a sus ojos todo lo que sucedía en un libro de poemas, y cuando se dio cuenta que iba a ser deportada del gueto, se lo dedicó a su novio Lejzer y se lo entregó, no tuvieron oportunidad de despedirse, pues él era miembro de la resistencia en el gueto, y este lo guardó y cuidó durante dos años.
Lejzer tenía el deseo de irse en ese entonces a Palestina, entonces subió en un barco de inmigrantes ilegales, antes de eso decidió que era muy riesgoso llevarse el libro, por lo tanto, se lo entregó a una amiga tanto de él como de Selma, lo cual resultó afortunado porque el barco de Lejzer se hundió.
Finalmente, después de una larga travesía, el diario llegó a Israel y hacen una reunión de todos los sobrevivientes de Czernowitz, la ciudad de origen de Selma, y lograron la publicación del libro de Selma a través de la Universidad de Tel Aviv, así inmortalizando a Selma y dejando su legado.
En el museo, que pueden encontrar en el Lobby Social Samuel Dultzin del CDI, se encuentra relatada la historia de Selma, en la que se habla de su vida, su ciudad y su destino en la Shoá, a la vez que relata el recorrido del libro de poemas. Esta muestra permanecerá del 12 hasta el 30 de abril.
