Hay que admitirlo; vivimos en una sociedad donde las comodidades están al alcance de un botón en

cualquier ámbito posible.

Hay videojuegos, televisión, Internet, etcétera y a muchos niños esto los llena. Pareciera que esa época, cuando los raspones en las rodillas y los moretones eran cosas comunes después de una sesión de juego se quedaron atrás, y que la alternativa virtual ha hecho que no valga la pena el esfuerzo de levantarse y moverse para divertirnos.

Ahora, si todo lo que podríamos llegar a necesitar para entretenernos está dentro de nuestra casa hoy en día, ¿cómo es que siguen existiendo niños, que les gusta divertirse por un camino distinto mientras aprenden al mismo tiempo?

Quizá la respuesta está escondida en la definición. El gran secreto, es que casi siempre es más atractivo para los niños aprender de una forma dinámica, jugando y en un ambiente Keff en la que no tienen que estar sentados y repitiendo todo lo que dicen sus maestros de memoria. Es el factor menos formal de la tnuá como órgano educativo, lo que hace que a tantos les siga moviendo la idea de salir de su casa, ver a sus amigos y divertirse en un medio educativo, además de saber que son parte de una cosa tan grande como lo es Macabi, en lugar de simplemente estar todo el día frente a una pantalla o haciendo otra cosa.

Al final del día, las cosas que en serio nos definen son las sonrisas de nuestros janijim al usar el tilboshet y la anivá en un mifkad, y la alegría que sienten al cantar los himnos o cargar la bandera. El activar para enseñar y divertir a nuestros janijim, es lo que hace que nuestro movimiento macabeo siga vivo después de cincuenta años, y es lo que va a hacer que siga muchos más.

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