Al cumplir 17 años y medio, los jóvenes israelitas saben

que les espera un deber cívico, pero también legal: el servicio militar. Tanto hombres como mujeres, independiente de su condición socioeconómica o actividad, deben cumplir un tiempo de servicio al país (36 y 24 meses respectivamente), como miembros de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI). Y la mayoría de ellos lo esperan con ansias.

Quienes tengan problemas médicos importantes o discapacidades físicas o mentales, son considerados como no aptos. Los autistas son parte de ese grupo. O eran. Porque hoy el ejército de Israel cuenta con un programa para reclutar, entrenar y recibir jóvenes con autismo para labores administrativas, muchas de ellas ligadas con inteligencia.

Los autistas por lo general tienen problemas con tres áreas: comunicación, interacción con otros y flexibilidad de pensamiento o la capacidad para medir la consecuencia de sus acciones. Roim Rachok, o Mirando hacia adelante, “es un programa diseñado para entrenar a adultos autistas en posiciones requeridas por las Fuerzas de Defensa de Israel y el mercado civil”, según explican en su página web.

Está dirigido a adultos jóvenes que quieran ser voluntarios en las FDI o integrarse en el mercado laboral en puestos donde tienen ventajas comparativas. Los jóvenes deben tener entre 18 y 25 años que estar diagnosticados dentro del espectro de autismo (incluyendo Asperger y Trastorno Generalizado del Desarrollo).
Deben estar exentos del servicio militar y ser capaces de comunicarse sin necesitar compañía, además de saber leer y escribir en hebreo. También es necesario que tengan conciencia del tiempo y puedan cumplir con fechas límite. Seis meses a prueba para ser voluntario.

“La Unidad Especial de Inteligencia 9900 está dedicada a todo lo relacionado con geografía, incluyendo mapeo, interpretación de fotografías aéreas y satelitales e investigación espacial”, explica la FDI a través de su blog. “Dentro de esta unidad hay una pequeña subunidad de soldados altamente calificados, que poseen extraordinarias capacidades visuales y analíticas. Son capaces de detectar hasta el más mínimo detalle, imposible para la mayoría de la gente. Lo único de este grupo de soldados de élite es que todos ellos están diagnosticados dentro del espectro de autismo”. Sin embargo para ser parte del selecto grupo, un postulante pasa por una serie de rigurosas pruebas y entrevistas para ser seleccionado.

Se busca garantizar que sean eficientes al analizar imágenes, que puedan ajustarse a la rígida estructura militar y que no sean un potencial riesgo para ellos mismos o para las operaciones en que se verán envueltos. Tras el proceso de selección, los jóvenes pasan seis meses de prueba para recién poder ser aceptados como voluntarios en la División de Inteligencia Visual, conocida como Unidad 9900 dentro de las FDI.

Durante los primeros tres meses, asisten a la Facultad Académica Ono, en las afueras de Tel Aviv, donde los participantes reciben entrenamiento y aprenden habilidades básicas. En este tiempo, están apoyados por un equipo de terapistas quienes los ayudan a manejar el estrés y evalúan si los jóvenes tendrán la capacidad para soportar la rigidez de la vida militar.

Los últimos tres meses, los jóvenes son provisionalmente asignados a una unidad de las FDI donde trabajan como civiles, para adquirir experiencia. Después del periodo de prueba, los participantes se unen a las FDI como voluntarios -sujetos a la aprobación de las FDI-, en lo que sería un paralelo especial del servicio militar. Los seleccionados tienen la opción de dejarlo al final de cada año o completar el tiempo de un servicio militar, según le explicó Tal Vardy, cofundador de Roim Rachok a la revista estadounidense The Atlantic.

No todo, sin embargo, es perfecto. Y no de los principales problemas para las personas en el espectro de autismo son los cambios. “No son buenos. Les cuesta mucho manejarlos. Cualquier cambio debe anticiparse y no realizarse de improviso. Si no, se alteran”, explica la experta de la Sociedad Nacional de Autismo de Reino Unido. Esto se basa en su incapacidad para imaginar cómo sería algo y ponerse en escenarios potenciales de situaciones por las que no han pasado
En este sentido, la experta asegura que un ambiente como el militar, con un sistema de órdenes claras y directas, puede ser un buen ambiente laboral para personas con autismo. Sin embargo, hay otro componente esencial del mundo militar con el que podrían tener bastantes problemas: la jerarquía.

Fuente: www.unidosxisrael.org

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