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Rosh Hashaná y Yom Kipur
El 1° de Tishrei no es sólo el primer día del año, sino también su “Cabeza”. Así como la cabeza comanda al resto del cuerpo, del mismo modo en este día se predestinan todos los hechos que ocurrirán durante el año. Pero tenemos cuatro inicios de año en el judaísmo, cada uno con características diferentes y éste es el más importante.
Las cuatro figuras de las esquinas representan los cuatro hitos del año, solsticios y equinoccios, nombrados en hebreo según el mes en que cada uno de ellos ocurre: Tishrei, Tevet, Nisan y Tamuz.
El calendario hebreo comienza con la creación y es lunisolar, que considera tanto las fases del Sol como las fases de la Luna. El sonido del shofar nos llama a la meditación, al autoanálisis y a retomar el camino de justicia (Teshuvá). Éste es el primero de los días del retorno e introspección, de balance de los actos y de las acciones realizadas, de plegaria y sensibilidad especiales que terminan con Kipur.
Rosh Hashaná y Yom Kippur forman una unidad llamada Yamim Noraim (Días Terribles), por ser el momento en que Dios juzga al mundo y decreta lo que sucederá en el transcurso del nuevo año.
Yom Kipur es el día sagrado más solemne del pueblo judío. Yom significa “día” y Kippur significa “expiación” o “cobertura”. La expiación prevé la reconciliación entre Dios y el hombre. Yom Kipur es el día final del juicio cuando Dios juzga a la gente. Es tradición vestirse de blanco en Yom Kipur para simbolizar la pureza y nuestros pecados se vuelven blancos como la nieve. “Vamos, dice Adonai, hablemos de esto juntos. Incluso si tus pecados son como la escarlata, serán blancos como la nieve; incluso si son rojos como el carmesí, serán como lana” (Yesha’yahu / Isaías 1: 18).
Pienso que el diálogo interior y con Hashem es el corazón de este día y estar con los nuestros, en comunidad si nos es posible. También llevar el color blanco en nuestras mentes y la idea de pureza, de limpiar lo que no nos guste dentro y fuera y comenzar de nuevo más cerca de Hashem, chispa interior y de todo otro.
Podemos aprovechar los puntos que establece nuestra tradición para reunirnos en familia y en comunidad e invitar a la reflexión para reacomodar nuestros objetivos de vida después del balance, en cuerpo y alma dirigirnos hacia el mundo ético mejor que soñamos siempre en unión y en amor, en servicio divino reflejado en el rostro de todo otro que nos necesita.
Un año nuevo más es un reto importante para los individuos, y para las naciones, mantenerse eternamente jóvenes. Nos desviamos, perdemos nuestro camino, nos distraemos, perdemos nuestro sentido de vida y con él nuestra energía e impulso. Creo que la mejor manera de mantenerse joven es nunca olvidar “la devoción de nuestra juventud”, las experiencias que nos marcaron y que nos convirtieron en lo que somos, los sueños que tuvimos hace mucho tiempo sobre cómo podríamos cambiar el mundo para que sea un mundo mejor y más justo, un lugar espiritualmente más hermoso.
Debemos continuar con la cadena de amor que nos legó Moshé, en lo individual y en lo colectivo, en unión con cada uno y como pueblo, en estudio y transmisión de manera pública y privada, en conexión con Hashem en todo momento. Me parece un mensaje precioso para entrar con fuerza en este año nuevo y prepararnos para Kipur y aproximar la redención, toda redención. El año nuevo nos llama a plantar una nueva semilla pura, libre de consecuencias negativas. Reparemos toda desviación anterior en nuestras relaciones y en nuestras vidas y comencemos a alimentarlas con luz y amor, con clara certeza y nuevos retos que alcanzar.
// Grace Nehmad