Solo Israel impide que la organización terrorista palestina se convierta en

otro Estado Islámico.

Cuando el primer ministro Benjamin Netanyahu comparó a Hamas con el Estado Islámico tras los atentados de París, fue ampliamente criticado. Pero como demuestran diversas noticias recientes, la analogía estaba muy bien fundada. Hamas, lo mismo que el ISIS, se vanagloria de su propia brutalidad y alardea de ella ante el mundo. Financia, arma y adiestra a la filial del EI en el Sinaí. Uno de sus altos cargos ha jurado que en cuanto se libre del molesto Estado sionista pondrá la mira en el resto de Occidente. Y Occidente parece decidido a eliminar la única diferencia que queda entre ambos grupos.

La semana pasada quedó de manifiesto cómo se vanagloria Hamas de su propia brutalidad cuando celebró su 28º aniversario. El diario Israel Hayom informó de que, con motivo de dicho acontecimiento, el movimiento islamista colocó un video en su página Web en el cual aparecía un resumen de sus mayores atentados y se enumeraban todos sus demás logros, a saber: ha lanzado 16,377 cohetes y morteros contra Israel, que han llegado hasta Haifa, y ahora fabrica localmente la mayor parte de sus cohetes; ha perpetrado 86 atentados suicidas, 250 tiroteos, 36 apuñalamientos y más de 500 incursiones transfronterizas. Además, ha secuestrado a 26 israelíes.

Fijémonos en lo que no figura en esa lista: cualquier intento de mejorar las vidas de los palestinos a los que gobierna en Gaza desde 2007. Eso, por supuesto, es porque no ha habido ninguno. Y el motivo por el que no lo ha habido es porque, al igual que el ISIS, Hamas no tiene interés alguno en mejorar la vida de la gente; lo que le interesa es acabar con los infieles. Ese orden de prioridades es la causa de que construya túneles para atacar Israel y no refugios antibombas para defender a sus civiles de los contraataques israelíes, o de que mantenga a su pueblo atrapado en Gaza en vez de acceder a las condiciones que exige El Cairo para abrir la frontera. Y también es la causa de que su video promocional destaque sus brutales asesinatos de israelíes, igual que los videos del Estado Islámico destacan sus brutales asesinatos de occidentales.

Y también está la cooperación con la filial del Estado Islámico en el Sinaí, Wilayat Sinaí, que fue expuesta detalladamente por Ehud Yaari para el Washington Institute y por Alex Fishman en el diario israelí Yediot Aharonot. Hamas le brinda apoyo logístico proporcionándole desde adiestramiento hasta asistencia médica, y los altos mandos de Wilayat Sinaí han visitado Gaza para reforzar dicha colaboración. Pero su principal actividad conjunta es la compra de armas.

Hamas es quien tiene el dinero, que le proporcionan Irán, Qatar y Turquía. Aparentemente, los dos últimos solo financian proyectos civiles, pero el movimiento palestino reserva una generosa parte para fines militares; por ejemplo, cerca de un tercio del cemento importado para proyectos de construcción en Gaza patrocinados por Qatar fue desviado a la construcción de túneles de Hamas. En cambio, Wilayat Sinaí es el que tiene acceso material a las armas: las obtiene de Irán y de Libia y las hace llegar a Gaza a cambio de dinero o de parte del cargamento.

Por último, está la cuestión de las ambiciones manifestadas por el movimiento islamista palestino. Como señaló el mes pasado el investigador Pinhas Inbari, el clérigo y parlamentario de Hamas Dr. Yusuf al Astal lleva años afirmando que, una vez Israel sea derrotado, su grupo se dedicará al resto del mundo. Como dijo en un discurso de 2008: “Conquistaremos Roma, y desde allí conquistaremos las dos Américas e incluso Europa del Este”.

Al Astal no es ninguna figura marginal. Escribe artículos de manera regular para el periódico Al Risala, perteneciente al movimiento palestino, lo entrevistan en su cadena de televisión, Al Aqsa TV, pronuncia sermones en mezquitas y universidades controladas por aquel y fue incluido en sus listas al Parlamento. Y Gaza no es ninguna democracia con libertad de expresión para todos; si Hamas desaprobara el mensaje de Al Astal, no le dejaría difundirlo en las instituciones que controla.

No hay motivos para creer que Hamas pueda cumplirlas y de momento no lo ha intentado realmente. En cambio, el ISIS controla buena parte de Siria e Irak y cometió los letales atentados de París; Wilayat Sinaí ha acabado con cientos de egipcios y hace poco atentó contra un avión comercial ruso.
Pero hay una razón para que sea Hamas el que esté adiestrando a Wilayat Sinaí y no al revés: el grupo palestino tiene bastante más experiencia y, en muchos aspectos, mejores técnicas de inteligencia. De hecho, los mismos atentados de París pusieron de relieve las habilidades de Hamas: aunque eran letales y estaban bien adiestrados, entre los tres terroristas suicidas lograron matar solo a una persona. En cambio, los terroristas suicidas de Hamas solían provocar números de víctimas de dos dígitos hasta que Israel logró descubrir cómo detener a la mayor parte de ellos antes de que atacaran. En resumidas cuentas: un Hamas libre para centrarse en Occidente no sería cosa de risa.

Afortunadamente para Occidente, Hamas no es libre de hacerlo porque ese molesto Estado sionista sigue estando de por medio. El ISIS es lo que pasa cuando una organización terrorista se encuentra con un vacío de poder que puede ocupar; es decir, cuando no hay un Estado fuerte y estable como Israel para contenerlo. Hamas es lo que pasa cuando una organización terrorista se enfrenta a un Estado como el israelí: su capacidad de dañar al resto del mundo es mínima.

Pero en vez de dejar las cosas como están, buena parte de Occidente está intentado fervientemente crear un nuevo vacío de poder en Oriente Medio, hecho a la medida de Hamas para que este pueda ocuparlo: un Estado palestino. Evidentemente, el objetivo no es un Estado gobernado por el movimiento islamista. Pero la última vez que los palestinos celebraron algo parecido a unas elecciones libres y justas, en 2006, Hamas las ganó. Y, según una nueva encuesta publicada la semana pasada, es lo mismo que pasaría de volver a celebrarse elecciones, cosa que no debería sorprender a nadie: la encuesta también revelaba que dos tercios de los palestinos apoyan el asesinato de israelíes, mientras que unas mayorías considerables se oponen tanto a la solución de los dos Estados como a la de un Estado en el que árabes y judíos disfruten de los mismos derechos; eso significa que la única solución que aceptan es la erradicación de Israel. Así pues, es evidente que preferirían al partido que apoya consistentemente ambos objetivos frente al que solo lo hace en árabe mientras sostiene lo contrario en inglés: Fatah.

El mes pasado, el veterano mediador en el proceso de paz Aarón David Miller sacudió a la ortodoxia de los partidarios del proceso al preguntar si lo que Oriente Medio necesita ahora mismo es otro Estado débil y fallido. Dadas las similitudes entre Hamas y el ISIS, todo el que no desee un segundo Estado Islámico en la región debería responder que no.

Fuente: www.unidosxisrael.com

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