
Se refiere a festividad en el sentido espiritual del término. Significa que Purim
no es un día sagrado, sino un día de esparcimiento; que no se celebra con oraciones devotas ni calladas intenciones, sino más bien con cierto grado de estrépito y algarabía. Se hacen sonar las matracas, se bebe una copa, se canta y las comparsas de enmascarados recorren las calles.
Algunos judíos orientales conservan la costumbre de festejar Purim con un tumultuoso desfile alrededor de una figura que representa a Hamán Harashá (Hamán el Malvado). Por la mañana, luego de la lectura del Libro de Esther (llamado Meguilá por hallarse escrito en un rollo), los niños clavan una estaca en medio del patio y cuelgan de ella un muñeco relleno de paja y trapos. Luego rodean al muñeco, baten palmas y gritan: “¡Hamán Harashá!”.
También durante la lectura del texto bíblico Meguilat de Esther, el rollo que contiene el bíblico Libro de Esther, los niños, junto con el resto del público, baten palmas, dan golpes con los pies y hacen sonar sus matracas cada vez que se menciona el nombre de Hamán.
EL LIBRO DE ESTER
La Meguilat de Esther no es un idilio apacible, a la manera del Libro de Rut, por ejemplo. Se trata de un drama ágil y animado en forma de novela. Todo lo que narra se mueve a un ritmo acelerado, a una curiosa velocidad, propios de un espectáculo.
Las escenas se suceden trayendo cambios inesperados. Así, la reina Vashti, esposa del rey Asuero (Ajashverosh), ofrece un gran banquete en el palacio, y a renglón seguido la vemos enjuiciada. Esther es una huérfana humilde, y cuando queremos acordarnos, ciñe la corona real. Hamán, el gran visir, deberá conducir a Mordejai, montado en su caballo, por las calles de la ciudad.
Los judíos del reino, que en todas las provincias ayunan y se lamentan amargamente, pasan a festejar en medio del mayor regocijo. Y todo esto no transcurre calladamente, sino con gran alharaca: Hamán conduce a Mordejái como en un desfile; los heraldos corren alborotados llevando el decreto real; en medio de una tumultuosa alegría en todo Shushan, capital de Persia, sale Mordejai del palacio envuelto en manto de púrpura y luciendo corona de oro; y así desde el comienzo al fin de la Meguilá, se pasa raudamente de un clímax a otro.
Así como la Meguilá es un relato dramático, también la celebración de Purim conforma un drama en varios actos, con su prólogo y su epílogo. Desde el sábado que precede a la festividad, se percibe una atmósfera de vísperas. Se trata del sábado en que corresponde leer en las sinagogas la Parashá (episodio, fragmento de la Torá) que se titula Zejor: “¡Recuerda!”.
Fuente: www.infomistico.com





