El 1 de noviembre de 2005, la Asamblea General de las Naciones Unidas
adoptó la resolución 60/7 para designar el 27 de enero como el Día Internacional en Memoria del Holocausto. La fecha marca la liberación de Auschwitz-Birkenau, y su objetivo es honrar a las víctimas del nazismo. La misma resolución apoya el desarrollo de programas educativos para recordar el Holocausto y prevenir futuros genocidios.
La resolución 60/7 no solo establece el 27 de enero como el Día internacional de conmemoración en memoria de las víctimas del Holocausto, sino que también rechaza cualquier manera de negar su existencia. La resolución alienta a los estados miembros de la ONU a conservar activamente los sitios que usaron los nazis durante la Solución final (por ejemplo, los centros de exterminio, los campos de concentración y las prisiones). La resolución parte de la Declaración Universal de Derechos Humanos que condena todas las formas de “intolerancia religiosa, incitación, acoso o violencia contra personas o comunidades, sobre la base de su origen étnico o creencia religiosa en todo el mundo”.
El Holocausto no solo afectó profundamente a los países donde se cometieron crímenes nazis, sino que también repercutió en muchos otros lugares del mundo. Siete decenios después de los hechos, los Estados miembros comparten la responsabilidad colectiva de abordar los traumas remanentes, mantener medidas que permitan una conmemoración eficaz, cuidar de los lugares históricos y promover la educación, la documentación y la investigación. Esta responsabilidad obliga a educar sobre las causas, las consecuencias y la dinámica de tales delitos, así como a fortalecer la resiliencia de los jóvenes contra las ideologías de odio. Debido a que los genocidios y otros crímenes atroces siguen ocurriendo en varias regiones del mundo, y como estamos presenciando un aumento mundial del antisemitismo y de los discursos de odio, esto nunca ha sido tan relevante.
Las actividades en memoria del Holocausto varían en cada país. Algunos organizan conferencias y presentaciones sobre diferentes temas, mientras que otros proyectan películas y documentales sobre el Holocausto. En otros países se prenden velas o se leen los nombres de víctimas.
Además de observar el Día Internacional en Memoria del Holocausto, muchos de los países participantes han establecido sus propios días de conmemoración, que con frecuencia se relacionan con eventos del Holocausto. Por ejemplo, Argentina proclamó el 19 de abril, el día del levantamiento del gueto de Varsovia, como el Día Nacional de la Diversidad Cultural. En Hungría se designó el 16 de abril como el Día Nacional en Memoria del Holocausto, en conmemoración de la fundación del gueto de Munkács. En 1979, el Congreso de los Estados Unidos estableció el Día del Recuerdo, que normalmente se celebra entre finales de abril y principios de mayo. El Día del Recuerdo en los Estados Unidos coincide con el Yom Hashoá, el Día del Recuerdo del Holocausto en Israel.
Conmemoraciones
Para conmemorar el 77° aniversario de la liberación del campo de concentración y exterminio de la Alemania nazi de Auschwitz-Birkenau, la UNESCO organizará una serie de eventos (https://events.unesco.org/event?id=3072689260&lang=1033). Debido a las restricciones sanitarias, y para llegar a un público mundial, la mayoría de los eventos tendrán lugar en línea. Entre los eventos que se realizarán figuran una ceremonia de conmemoración y un debate sobre el legado de los artistas judíos fallecidos durante el Holocausto que tendrán lugar el 27 de enero de 2022, así como una exposición en la Sede de la UNESCO en París. Las oficinas fuera de la sede y las oficinas regionales de la UNESCO también participarán en la conmemoración mundial del día internacional mediante la organización de eventos locales.
Con Auschwitz se acabó la poesía, escribió el filósofo alemán Theodor Adorno, pero no el arte. Los presos de este campo de concentración y exterminio nazi construido por Alemania en Polonia produjeron al menos 2.000 obras de arte, en algunos casos dibujos a carboncillo con materiales robados a sus guardianes que describían el horror de su vida cotidiana; en otros, encargos de los SS, que llegaron a mantener un museo en las instalaciones donde fueron asesinadas 1,1 millones de personas, el llamado Lagermuseum.
“Los objetos creados ilegalmente por los presos eran muy importantes”, explica la conservadora del Museo de Auschwitz, Agnieszka Sieradzka, comisaria de la muestra, autora de un libro titulado precisamente Lagermuseum. “No tenían nada: solo su uniforme, unos zapatos de madera, un gorro, una cuchara y un bol para la sopa, del que dependía su vida. El arte era algo que les convertía en humanos. No hay que olvidar que son dibujos realizados con materiales robados a los SS, con gran peligro”. Cualquier forma de arte o creación —se conservan también rosarios hechos con migas de pan, pequeñas tallas de madera— era una forma de resistencia, pero también de vida, de lucha contra el terror que pretendía anularles como seres humanos. “Toda imagen estaba prohibida”, insiste Sieradzka. “Al dibujar se jugaban la vida”.
Pero las pinturas que se conservan del campo nazi no reflejan solo el sufrimiento de los presos, sino también su explotación. Como escribe la conservadora en el catálogo de la muestra, “el arte, como la música que interpretaba la orquesta del campo, fue incorporada a la propaganda nazi y explotada por los SS con diferentes objetivos. Estaba totalmente subordinada a una política determinada, pero también a los deseos individuales de los SS”.
Los presos fueron obligados a pintar murales propagandísticos para el comedor de sus asesinos, reflejando la más pura estética nazi, pero también cuadros de paisajes teutónicos o retratos que reflejaban la misma ideología racista y fanática en la que se basaba un lugar como Auschwitz. También se conserva un documento especialmente espeluznante, seguramente dibujado por un Kapo —un preso que ayudaba a los SS, a cambio de privilegios, que normalmente eran conocidos por su crueldad—. Se trata de un manual de comportamiento para los guardianes en forma de dibujos. Muestra lo que hacen bien y lo que hacen mal: en un dibujo se ve a los guardias despistados, fumando, mientras un preso escapa (mal) y otro disparando contra todos los presos cuando alguien trata de escapar (bien). Parece una broma de mal gusto, pero es uno de tantos ejemplos de la “banalidad del mal”: el manual circuló por la mayoría de los campos de concentración del Estado nazi.
Algunos dibujos, como los bocetos, se encontraron después de la guerra, otros fueron sacados ilegalmente por la resistencia del campo. Todos ellos, los que sobrevivieron y los que no, los que conocemos y los anónimos, fueron capaces de crear algo más que arte, vida, en medio de la muerte.