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Un encuentro con la resiliencia y la fe: Simjat torá en cuba
Este Simjat Torá viví una experiencia que me dejó el corazón lleno: un viaje a Cuba con estudiantes de Olamí ORT para conocer y llevar medicamentos a la Comunidad Judía de allá. Para celebrar esta fiesta nos llevaron al Patronato, el centro de la comunidad, un lugar que transmite historia, calidez y devoción. Allí se encuentra un templo muy bonito y cuidadosamente mantenido. Aunque no tienen rabino, organizan los rezos con admirable entrega; cada miembro aporta, y hasta las mujeres tienen la posibilidad de subir a la Torá.
Durante la ceremonia presenciamos algo profundamente significativo. Entre cuatro personas sostienen un talit y eligen a algunas personas para subir a la Torá. En esta ocasión, fueron seleccionados dos de nuestros alumnos —un hombre y una mujer— para recibir el kavod de participar en la lectura. Dijeron parte del rezo y recibieron una bendición muy especial. Fue un momento único, lleno de emoción, que permitió a nuestros alumnos conocer otra manera de vivir el judaísmo y entender que existen muchas formas de rezar y conectar con la tradición.
Al final, bailamos todos juntos en el templo, abrazando las Torot con alegría. Muchos de nuestros alumnos —incluso las mujeres— tuvieron la oportunidad de cargarlas, sintiendo esa conexión viva con la historia y la fe. Luego nos invitaron a una fiesta muy emotiva: en las paredes estaban las fotos de los israelíes secuestrados, y entre todos las fuimos retirando. Hubo música, comida y una sensación profunda de comunidad y esperanza.
Durante el viaje visitamos varios lugares: el Patronato, el templo Adat Israel, la Comunidad Sefaradí, un centro de convivencia para niños, otro para ancianos, la casa de una mujer de la comunidad, el panteón judío, además de recorrer La Habana Vieja y un mercado local. Cada espacio nos permitió descubrir la fuerza, la calidez y la creatividad con que los judíos cubanos mantienen viva su identidad.
Regreso con el alma plena. A pesar de las carencias materiales, su resiliencia y positivismo son admirables. Aman la vida, aman su patria y, como ellos mismos dicen con una sonrisa, “El cubano va pa’lante”. Nos recibieron con los brazos abiertos, con gratitud y alegría, recordándonos que la esencia del judaísmo —la unión, la esperanza y la fe— puede florecer incluso en los lugares más desafiantes.
Fueron cinco días intensos junto a veinte alumnos, en los que aprendimos que las diferencias no nos separan, sino que nos enriquecen. Nos recibieron con los brazos abiertos y en todo momento se mostraron muy agradecidos con nuestra presencia.
Testimonios de los alumnos
Mijael Duque Siman
“Me conmovió muchísimo la misión humanitaria a Cuba. Podría hablar de lo bonito que es el país: la vegetación, el clima, las calles… pero lo más fuerte fue ver la escasez total. No encontramos ni una sola farmacia y prácticamente todas las personas que conocimos —el portero del hotel, el chofer, la guía— nos pidieron medicinas. Agradezco mucho haber tenido la oportunidad de llevar esos medicamentos, porque si alguien de verdad los necesitaba, eran ellos”.
Salomón Samra
“Este viaje fue de mis favoritos por muchas razones: poder ayudar a la comunidad judía de allá, convivir increíble con mis compañeros y también con la gente local. De verdad lo recomiendo muchísimo para las próximas generaciones, porque además de pasártela muy bien, te ayuda a sensibilizarte y agradecer el mundo en el que vivimos en México”.
Abraham Braverman Holz
“En mi viaje de servicio social a Cuba viví una experiencia que me marcó. Pudimos apoyar a la comunidad judía con medicinas, donaciones y, sobre todo, con nuestro tiempo. Aprendí que un pequeño gesto, una sonrisa o unas palabras pueden cambiarle el día a alguien. Ver la alegría de las personas cuando recibían nuestra ayuda fue algo muy especial.
Este viaje me hizo valorar lo que tengo y entender lo importante que es compartir con quienes no tienen las mismas oportunidades. El contacto con los niños y los ancianos me llegó al corazón. No solo ayudamos nosotros, ellos también nos transformaron a nosotros. Sin duda, fue un viaje que valió totalmente la pena y que repetiría mil veces”.
Salomón Bicas
“Durante la misión Ajim a Cuba 2025, viví una experiencia muy humana. Más allá de entregar medicinas, lo más impactante fue ver la unión y resiliencia de la comunidad judía cubana, que sigue viva a pesar de la adversidad. Sus sonrisas y su esperanza me enseñaron que servir también es recibir. Me voy con mucha gratitud y un sentido más fuerte de responsabilidad”.
Alberto Cojab
“El viaje a Cuba es algo que nunca voy a olvidar. Fuimos con el Patronato a donar medicinas y ver la necesidad tan grande que hay allá me hizo entender el valor real de ayudar. La gente nos recibió con una gratitud que me llegó muchísimo. También hubo momentos alegres, como cuando fuimos a bailar o a conocer La Habana Vieja. Fue un servicio lleno de aprendizaje, emoción y humanidad”
Elías Cohen Becherano
“Estoy muy agradecido por haber tenido la oportunidad de ir a Cuba. Fue una experiencia que me hizo valorar lo que tengo y reconocer mis propios valores. Aprendimos muchísimo sobre la historia y cultura del país, y ayudar a la comunidad judía y vivir Simjat Torá con ellos fue increíble. Aunque la comunidad es pequeña, se mantienen muy unidos y fieles a sus tradiciones. Además, convivir con mis compañeros hizo que regresáramos mucho más unidos. Con algunos casi no hablaba y ahora los considero mis hermanos. Estoy eternamente agradecido con el Colegio por esta oportunidad única”.
Nicole Maya Goldberg
“Mi experiencia en Cuba fue muy enriquecedora. Vi cómo la gente vive con muy pocas cosas, pero aun así son felices, amables y unidos. La comunidad judía, aunque pequeña, se apoya muchísimo y mantiene sus tradiciones. Esta experiencia me hizo valorar mucho más lo que tengo”.
Galia Pshisva Abadi
“Mi experiencia en Cuba fue espectacular. Tener la oportunidad de ayudar a tanta gente me hizo crecer como persona y darme cuenta de lo afortunada que soy: tener agua, comida, una comunidad que me sostiene y un colegio que me da identidad y valores.
Este viaje me marcó y me motivó a hacer más mitzvot y seguir haciendo Tikún Olam. Lo recomiendo de verdad”.
Alan Rosenberg
“Este viaje a Cuba fue una de las experiencias más enriquecedoras, tanto social como emocionalmente. Fuimos a ayudar y a donar, pero también a convivir. Ver cómo vive la gente allá me impactó, especialmente la comunidad judía: somos iguales, pero nuestras vidas son muy diferentes.
Celebrar Simjat Torá con ellos y ver cómo festejaban la liberación de algunos secuestrados me hizo sentir que somos una sola comunidad en todo el mundo”.
Daniel Kogan
“El viaje a Cuba fue de las mejores experiencias de mi vida. Pude conocer cómo vive la comunidad judía en otras condiciones y ayudar a personas que de verdad lo necesitaban. Algo que aquí damos por hecho, allá puede ser muy difícil de conseguir.
Incluso el policía del hotel nos pidió medicina para su esposa, y poder ayudarlo me dio mucha alegría.
Además, conocí el país, me divertí con mis amigos y convivimos con los abuelos y los jóvenes de allá. La gente en Cuba es increíblemente amable y cálida. Nunca lo voy a olvidar”.
Alberto Abiad
“Este viaje estuvo lleno de experiencias que te abren los ojos. Hablar con personas que luchan día a día por comida y salud me hizo darme cuenta de lo privilegiados que somos. Poder ayudar a la comunidad cubana te llena y te hace reflexionar. Lo que más me marcó fue ver cómo, con tan poco, son tan agradecidos. Eso me enseñó muchísimo”.
Gabriel Vogel
“Es muy difícil describir este viaje en pocas palabras, pero sí puedo decir que fue de los mejores de mi vida. Convivir con la comunidad judía y con la sociedad cubana me hizo aprender a valorar lo que tengo.
A pesar de las condiciones, la gente transmitía alegría. Pasar Simjat Torá en el Patronato me marcó mucho porque me demostró que, no importa dónde estemos, la comunidad judía es una sola”.
// Nurit Miranda
Psicóloga de Primaria del Colegio Olamí ORT





