En Israel no existen comidas típicamente israelíes, a causa de la fuerte, variada y permanente congregación de
culturas y costumbres culinarias, el símbolo más representativo e indiscutible de la gastronomía de mi país es el falafel.
Un falafel al que los nómades e inquietos israelíes se han encargado de difundirlo y universalizarlo alrededor del mundo, especialmente en las populosas barriadas de Nueva York o en algunas tradicionales zonas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. La cocina de Israel ha ido incorporando refinados y exóticos sabores de diferentes lugares del mundo pero fundamentalmente con acentuados aspectos, sensaciones, gustos, texturas, colores y aromas típicamente sefardíes, askenazíes y del Medio Oriente.
El cuscus marroquí y tunecino de sémola de trigo, el gulash húngaro de carne vacuna, cebollas y pimentón, el maláuaj yemenita, el borscht ruso o sopa de remolacha con su característico color rojo intenso, la mamaliga rumana con crema agria y queso, el mansaf árabe con cordero, arroz y yogurt seco y el guefilte fish o pescado relleno al estilo judío de Europa oriental, se consideran desde siempre protagonistas permanentes de las mesas israelíes.
En el desayuno israelí te pueden sorprender gratamente con dos versiones muy populares: un exquisito labaneh o queso-yogurt de color blanco elaborado con leche de cabra o de oveja o con una espléndida shakshouka o fritura de tomates, cebollas y pimientos en aceite de oliva y terminado a fuego lento con huevos. La comida fuerte y principal es el almuerzo israelí que se toma al mediodía o en las primeras horas de la tarde: puedes aprovecharlo para probar los shishlik: brochetas de carne asada de cordero, ternera, pollo o pavo asados al fuego y acompañados de tomates, chiles y cebollas o los kababim o albóndigas de carne asados.
También los populares falafel, hechos de una pasta de garbanzos mezclada con hierbas y especias en forma de bolitas que se fríen y se ponen dentro del típico pan de pita, junto a verduras, chiles y aceitunas, aderezadas con una pasta de sésamo o tjina y con una salsa muy picante o jarif de un acentuado color rojo.
Todas estas delicias son servidas en un pan árabe horneado denominado pita que es redondo y chato, hueco al ser cortado, lo que lo vuelve ideal para rellenarlo y preparar una gama infinita de emparedados, como así también para sumergirlo en una gran variedad de salsas y aderezos.
También es popular el pan sirio-kurdo llamado lafa, que es una delgada hoja de masa como papel, que permite envolver el contenido del emparedado, como si se tratara de un papel para embalar. El shawarma es una comida típica del Medio Oriente, preparado con delgadas láminas de carne de cordero, de pavo o de pollo asada en un asador vertical, degustada en un pan de pita, lafa o al plato junto con ensaladas, encurtidos, hummus, tjina y el exótico amba que es un condimente oriental con un gusto y aroma excepcional.
No te puedes quedar sin probar la formula milagrosa de la felicidad y el bienestar, el popular hummus, un plato de origen árabe a base de puré de garbanzos, vinagre, ajo y sésamo. No te pierdas las exquisitas burekas, especialidad turca que fueron llevadas a Israel por los judíos de los Balcanes y consiste en hojaldre relleno de queso, papa y espinacas. Y para disfrutar los jatzilin o berenjenas, preparados de múltiples maneras son realmente inolvidables.
El hummus con tjina es una comida completamente vegetariana, muy nutritiva, baja en grasas y libre de colesterol y muy rica en proteínas y fibras. Se sirve habitualmente como desayuno y es un puré hecho a base de garbanzos cocidos, jugo de limón, tjina o pasta de semillas de sésamo y aceite de oliva y puede llevar además ajo, comino y pimentón como condimentos. Se sirve en un plato y a temperatura ambiente, acompañada con pan de pita y vegetales crudos que sirven para mojar en el hummus. En árabe, hummus significa lisa y llanamente garbanzo.
Científicos de la Universidad Hebrea de Jerusalem acaban de descubrir, que los garbanzos tienen grandes cantidades de un aminoácido llamado triptófano, un precursor de la serotonina que actúa como neurotransmisor sobre el sistema nervioso y el cerebro produciendo una sensación de felicidad y de bienestar.
Como era de esperar brotaron como hongos en día de lluvia, las típicas parrillas argentinas o brasileras, testigos de la presencia de la inmigración sudamericana, donde la carne al fuego o bazar a la esh, es la protagonista majestuosa e indiscutible. Si te acosa la sed y deseas beber, los exquisitos jugos de frutas aromatizados con nana, menta y limón te harán sentir en el paraíso. En cuanto a las cervezas puedes disfrutarlas como D-os manda pues son fuertes, con mucha personalidad y de una gran calidad, las marcas israelíes más populares son la Macabi, la Goldstar y la Nesher.
Para acompañar como corresponde a estas comidas son imprescindibles los vinos del país como los del Golán, los del Carmel y de otras zonas que con su excelente calidad compiten exitosamente a nivel internacional con los italianos, franceses y sudamericanos. Para degustar los licores hay que destacar el sabra, un licor de chocolate y naranja al brandy y el arak, una bebida árabe parecida al anís. Luego de la inmigración rusa el vodka es una de las bebidas más difundida en los más diversos ámbitos.
Es muy popular entre la juventud el uso de la exótica y pintoresca narguilah, una pipa con filtro de agua para fumar colectivamente o no, acompañado del exquisito te de flores y hierbas orientales o del fuerte y amargo café árabe.
En todos los puntos cardinales es ya casi tradicional el mate amargo o dulce en manos de argentinos, uruguayos y de no pocos israelíes. Y como broche final para este viaje culinario por la gastronomía israelí, un dulce postre para acompañar el fuerte y aromático café oriental: el baklawa que es un pastel elaborado con una pasta de nueces trituradas, distribuida en una masa filo y bañado en almíbar o jarabe de miel o un exquisito helado de halva elaborado con sésamo, sémola, azúcar y miel.
Fuente: www.unidosxisrael.org