- CDI
- ÁREAS DE INTERÉS
- Academias
- Juventud
- Beyajad
- FIT 00
- Galería Pedro Gerson y Terraza Kikar
- Auditorio Marcos y Adina Katz
- Biblioteca Moisés y Basi Mischne
- Ludoteca
- Fiestas Infantiles
- Jardín Weizmann
- AL-HA ESH, El Entrerriano
- Salón para Bodas y Banquetes
- Anúnciate en el CDI
- Enfermería
- Banca Mifel
- Salón de Belleza y Peluquería
- Restaurante
- Zona de alimentos
- SEDES
- EVENTOS ESPECIALES
- INSCRIPCIONES
- BENEFICIOS
- PUBLICACIONES
- BIBLIOTECA
Lo más reciente
Suscribete para recibir Newsletter
Recibe las últimas noticias en tu correo
Un mundo de maravillas
Un mundo de maravillas
Cuento – Infantil B
Por: La guerrera mágica
¡Oh, hola!, me prensento: soy Luna y yo antes pensaba que vivía en un mundo normal, pero no, vivo en uno de maravillas, de seguro se preguntarán cómo es posible esto o si estoy inventándolo, pues bueno, aquí les va mi historia:
Yo estaba en la escuela con mis amigos Sparcky y Steyci; estábamos en el recreo, hasta que sonó un ruido raro, como si algo tronara.
–¡Esperen! ¿Ustedes también oyen ese ruido? –le pregunté a mis amigos.
Ellos me dijeron que no, entonces les pedí que guardaran silencio y pusieran mucha atención, y sí, nuevamente sonó ese sonido raro y fuerte, aunque ahora sonaba como si un señor hubiera chocado dos cables con electricidad. Obviamente no nos íbamos a quedar con la duda, así que corrimos hacia donde se escuchaba el ruido que era justo en la biblioteca de la escuela. Entramos, estaba sola, cosa rara, y notamos cómo un libro se movía como queriendo que lo abriéramos. Lo abrimos y en un dos por tres, una luz enorme nos devoró.
De repente, estábamos en un lugar diferente. Tenía dulces por todas partes y libros de todos los tamaños y colores. Me quedé sin palabras porque había un libro gigante adelante de mí, más grande incluso que mis papás. Yo y mis amigos nos asustamos. El libro se abrió, nos abrazó y nos llevó a otro lugar desconocido, en este lugar había un castillo enorme, hermoso y con mucha naturaleza, como un gran lago con aguas cristalinas de las cuales salió un sapo. Teníamos miedo.
No pude creer cuando el sapo nos saludo:
–Ah, hola, qué gusto ver a gente nueva por aquí.Yo era un príncipe, pero una reina malvada me embrujó y ninguna princesa me ha querido besar para que pueda volver a la normalidad —nosotros seguíamos sin creer lo que veíamos y escuchábamos—. Es muy raro que la gente venga por aquí, pero cuando viene, se entera de muuuuuuuchas cosas.
—¿Cómo qué? —pregunté con muchos nervios.
—Antes de otra cosa, ¿ya comieron? —nos preguntó el sapo sin contestar mi pregunta.
Nosotros contestamos que no, y enseguida el señor sapo nos invitó a tomar el té con moscas a su casa. Cuando llegamos, entramos por una puerta muy pequeña por donde apenas cabíamos. Él comió moscas, a nosotros nos dio galletas. ¡Uf, qué bueno! Como adornos en su casa, tenía cosas raras, con colores que hasta no conocíamos, pero el color que más había era verde; también había macetas en todas partes y muchos charcos. No era tan grande su casa, pero era muy bonita.
—Ay, no saben cómo me encanta que vengan a contar chisme conmigo —nos dijo el sapo. Ustedes me preguntaron los chismes de por aquí y yo se los voy a contar.
—Pero nosotros no le preguntamos nada, señor —le dije, pero él me interrumpió.
—Calla, calla, niña, que no estás tu para saberlo ni yo para contarlo.
Lo que nos empezó a contar nos sorprendió mucho, pues todo lo que sabíamos de los cuentos de hadas, eran mentiras. Puras mentiras. Nos contó que el señor lobo y caperucita eran súper amigos y que había sido el leñador, el que había hecho travesuras. También que la Cenicienta puso su negocio de sastrería para tener su propio dinero y que no quería casarse con alguien, por más que fuera un príncipe, que había conocido en un día, quería conocerlo más. Después supimos que Hansel y Gretell pusieron un negocio muy exitoso de dulces junto con la bruja que se volvió repostera; que Blanca Nieves le pagaba al espejo mágico para decirle a Maléfica que ella era la más bella y hacerla enojar y, al final, que la sirenita nunca perdió su voz, sólo se hizo la muda porque el príncipe Eric le aburría un poco.
Mis amigos y yo estabamos súper sorprendidos de todo lo que nos contó el señor sapo. No podíamos con la emoción de contarle a todo el mundo que las historias que nos contaron eran puro chisme. Agarramos nuestras cosas y nos fuimos.
—Oigan, ¿pero nadie me va a dar un besito? —nos dijo el sapo mientras nosotros corríamos por todo el bosque para llegar a nuestro destino—. Ay no, yo no sé para qué les conté, si ni un besito me dieron.
Regresamos de la misma forma en la que llegamos y justo cuando íbamos a contarles a todos lo que nos enteramos en aquel mundo desconocido, nos quedamos pensando que tal vez, si contábamos la verdad, los cuentos ya no serían tan interesantes y a los niños ya no nos llamarían tanto la atención. Descubrimos que nuestro mundo al final de cuentas, con todas esas historias fantásticas, no es un mundo normal, es un mundo de maravillas.
Fin.

