
De acuerdo con el Rab Plishkin, en su libro El enojo, tu maestro interior, todos podemos controlar el enojo.
Primero, por supuesto, debemos detectar nuestros sentimientos y emociones; reconocer lo que te enfurece. Checar como los músculos se nos tensan, la voz cambia, la adrenalina corre por las venas, la mente se ofusca… ¡estás! ¡enojado! Para lidiar con ese estado, hay que tener el valentía de enfrentarlo. Lo mas fácil es negarlo o ponerlo en la otra persona: “él me hizo…. ella me provocó”. No es aconsejable suprimirlo, pensando que “no debería enojarme”. Al rato, lo más seguro, explotaremos. Podemos observar las expresiones en la cara de la otra persona, cómo nos ven, tratar de escucharlos, seguro la retroalimentacion será negativa. Cuidado, puede ser que estés enojado contigo mismo. Muchas veces pasa que el enojo sea contra algo que hicimos y no reconocemos. O quizá venga de otro sitio o de una situación anterior que preparó el terreno y reaccionamos ante eso sin darnos cuenta. Detén el tren rápido de pensamientos que se agolpan en tu cerebro cuando te pierdes en la emoción. Esos pensamientos aumentan el estado de furia, que luego no podemos detener. Cuando te enojas se produce un vacío en tu interior, como que tu self, alma, o el yo desaparece y entra otro, cuasi monstruo, muchas veces incontrolable, a tomar su lugar. En ese momento sirve pensar en lo bueno de esa otra persona, (con la que nos estamos enojando), o en reencuadrar la situación, verla en otro contexto, un poco para no permitirle al monstruo seguir en la furia. No perder de vista que el tratar de controlar siempre la situación, los eventos, o a los demás, es quizá la razón mas frecuente del enojo. “Se hace a mi manera o …” Comunicándote sin enojo Para evitar comunicarte sin que se suscite el enojo, planea:
1- Lo que vas a decir, sin insultar.
2- Cómo decirlo, usando el tono de voz correcto.
3- Qué no decir, o cuándo quedarse callado. Aprendamos a hablar de manera positiva, buscando soluciones, no engancharse en la irritación y en las dificultades. Ataquemos el problema, no a la persona, evitando las generalizaciones (“siempre”, “todo”, “nunca”). Acordarse que dejar pasar tiempo, y no hablar en el momento, tranquilamente lo que nos molestó, “llena la cubeta”, y al fi nal explotaremos. Buscar soluciones Si buscas soluciones, seguro no te enojas. Enojarse contradice el acto de buscar la solución.
Pregúntate:
1- ¿Veo alguna necesidad mía no cubierta en esto? Acaso se relaciona con un trato no respetuoso, el no hacer una labor, no devolver algo que presté, de dinero, de pagar daños, entre otras.
2- ¿Cuál es mi meta, qué quiero lograr? Importante buscar soluciones de ganar-ganar.
3- ¿Algo que diga o haga me ayudaría a encontrar una solución? Lo que pasó, ya pasó, veamos el futuro. Escuchemos a la otra persona, y si tenemos que corregirla, hagámoslo sin insultos, sin faltar al respeto.
Técnicas para controlar y prevenir el enojo
1- Respirar lenta y profundamente, contar hasta 10, o tomar un poco de agua.
2- Recordar técnicas que te hayan ayudado anteriormente.
3- No culpar a los demás, ni buscar faltas en los otros.
4- Bajar el tono de voz, eso calma tus emociones (si puedes no hablar hasta calmarte, mejor). No veas a la persona que te enojó a la cara, eso aumenta el enojo.
5- Escribe una carta, pero no la mandes. Seguramente después de hacerlo, te sentirás menos enojado.
6- Desarrolla perspectiva y sentido de la proporción. Pregúntate: ¿Qué puedo perder con esto? ¿Es tan terrible lo que pasó? ¿Cómo lo veré en dos semanas, o en un año? ¿Podría ser peor, o al contrario, ya no tendrá importancia?
7- Desarrolla el sentido del humor. El enojo y el humor no pueden estar en el mismo lugar, al mismo tiempo. Con la risa el cerebro produce químicos que nos causan bienestar. En fi n, podemos aprender cualquier cantidad de técnicas para evitar vivir enojados, pero si no queremos hacerlo, no nos van a servir. Recordemos dos cosas importantes:
1- Si te enojas con alguien y ese alguien te saca una pistola y te obliga a pedirle perdón, ¿lo harías? ¡Por supuesto que sí! Entonces, el enojo se puede parar abruptamente, si no con una pistola, con un buen pensamiento, o técnica.
2- Reflexiona, el mal humor te resta vida y te enferma, el buen humor te alarga la vida, o por lo menos, ¡la vives más rico! ¡Tú escoges! *Terapeuta Basado en el libro Anger, the inner teacher, del Rabbi Zelig Plishkin.
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