
Estoy perdido, como los Horizontes Perdidos.
Me siento como El extranjero recorriendo El Laberinto de la Soledad o caminando en El Laberinto de los Espíritus dentro de La casa de los espíritus. Son Tiempos difíciles. Estamos en El siglo de las luces, que no es lo mismo que Cien años de soledad. 1984 pasó hace mucho, como Lo que el viento se llevó. Hace calor, unos Fahrenheit 451, estos climas son Los miserables, pero los enfrento A sangre fría. El clima es más agradable en La montaña mágica, o incluso en esas Cumbres borrascosas. Se escucha un zumbido. Tal vez es El señor de las moscas, o El murmullo de las abejas que viven en La colmena. Pero el zumbido es mayor, como El ruido y la furia, o como El tambor de hojalata. Es el timbre. Puede ser Fausto o Ulises, Pedro (Páramo), o Lolita. O tal vez sean Romeo y Julieta. Me asomo, y solo veo a Tevie, el lechero, con frascos Del color de la leche. Veo imágenes pasar en el piso, pero solo es La sombra del viento, o tal vez La sombra del Ángel. Se siente una energía mágica, pero no del tipo David Copperfield, sino más bien como El mago de Lublín. En el teatro que está abajo, estrenarán una Divina comedia. Ahorita están en Ensayo sobre la ceguera. Y la galería que está aquí en la esquina, está exhibiendo El retrato de Dorian Grey. Por la ventana se ve la alberca, que es El paraíso en la otra esquina. En el mostrador hay dos diarios. El Diario matutino que habla de La guerra y la paz, y el Diario de Ana Frank. Hojeo una revista de turismo, y leo sobre Los viajes de Gulliver, y aquel Viejo y el mar, que casi es devorado por Moby Dick. Hago tiempo jugando Rayuela y me entretengo con Un saco de canicas. Se acerca la hora de las visitas. Los primeros en entrar serán Pantaleón y las visitadoras. Los niños entran como si ésta fuera La isla del tesoro, y los adultos En busca del tiempo perdido. Entrar a este espacio causa una Metamorfosis. El que desea Matar a un ruiseñor, o La ladrona de libros, saben que incurren en Crimen y castigo, pero en este espacio, La insoportable levedad del ser, y Las uvas de la ira, desaparecen. Recorrer estos pasillos es vivir Las aventuras de Huckleberry Finn, es como La Odisea de cruzar El túnel y convertirte en El Principito. El perfume de este lugar te hace dejar de oír El lamento de Portnoy, y solo escuchas los Diálogos de Platón. Yo termino mi turno. Soy El guardián entre el centeno que cuida esta Biblioteca, que es mi Patria. Siento Orgullo y prejuicio de mi trabajo, donde he pasado La vida entera. Estoy convencido que este espacio de este mundo, Un mundo feliz!
//DAN OVSEYEVITZ
Presidente del Comité de Actividades
