Reseñas Habima

Reseñas Habima

¿Acaso eres actor?

En un monólogo cargado de sinceridad y vulnerabilidad, Daniel Braverman y Daniel Alfie nos invitan a un diálogo interno que trasciende el escenario. Bajo dirección anónima, la obra plantea la pregunta esencial del oficio: ¿qué significa ser actor?; una reflexión potente, íntima y sin ornamentos que apela tanto al intérprete como al espectador.

Grupo: Tras Bambalinas

Institución: Macabi Hatzair México (CDI)

 

Habaret: Simulador de realidades

Grupo: Niños Dépor

Institución: Centro Deportivo Israelita

Con ecos de ciencia ficción y humor, Shai Grinberg Tawil construye un universo donde el “hubiera” se convierte en un espejo distorsionado del presente. José Ben Zimbrón da vida a una mente atrapada entre realidades paralelas y decisiones que persisten. Una pieza provocadora, imaginativa y profundamente contemporánea.

 

La Cafetera Rota

Grupo: Catarsis

Institución: Juventud CDI (CDI)

Entre lo cotidiano y lo simbólico, La Cafetera Rota convierte una mañana cualquiera en una metáfora de la pérdida y la reconstrucción. Tomás Marcos Shaouly enfrenta el vacío del adiós armado apenas con una cafetera rota y la esperanza de empezar de nuevo. Delicada y humana, la obra encuentra lo extraordinario en lo simple.

 

Suicídate Langosta

Grupo: Compañía de Teatro CDI – Categoría Abierta 

Institución: Centro Deportivo Israelita

 

Hay obras que se atreven a decir lo indecible, y lo hacen con una mezcla explosiva de humor ácido, ternura inesperada y una mirada afilada sobre los absurdos de la vida. Suicídate Langosta o cómo suicidarse y no morir en el intento, de la Compañía de Teatro CDI, fue exactamente eso: una joya ir reverente y brillante que atrapó al público desde su primer chispazo de humor negro.

Dirigida con precisión por Ilan Tiktin, la puesta en escena —basada en el ingenioso texto de Sharon Kleinberg y Edgar Muñiz— toma como punto de partida una pregunta tan absurda como provocadora: ¿se necesita hacer reservación para suicidarse en un puente? A partir de ahí, todo se vuelve un juego de reflexiones tragicómicas, sarcasmo existencial y una inesperada calidez emocional.

Carolina Chaimovich y Moy Almog llevan la obra con carisma, verdad y una química escénica increíble. Ambos logran moverse con naturalidad entre lo hilarante y lo vulnerable, generando risas cómplices y silencios cargados de sentido. Son como dos langostas a la deriva en un océano de preguntas sin respuesta… pero con una gran capacidad para encontrar humanidad incluso en los rincones más oscuros del pensamiento.

La propuesta fue tan minimalista como efectiva: lo importante aquí fueron las palabras, los gestos, las pausas… y esa conexión tan viva que se generó con el público, que no solo se rió, sino que también pensó, sintió y —quizá sin esperarlo— se vio reflejado.

Suicídate Langosta es una obra que demuestra que el teatro puede abordar los temas más delicados con una voz propia, valiente y creativa. Celebra lo absurdo, lo incómodo y lo bello de seguir vivos a pesar de todo. Una propuesta inteligente, original y necesaria, que nos recuerda que, a veces, la mejor manera de sobrevivir… es compartiendo el puente con otra langosta.

 

 

Lo que queda de nosotros

Grupo: Tras Bambalinas – Categoría Juvenil

Institución: Macabi Hatzair México (CDI)

Una propuesta sensible y profundamente humana que retrata, con honestidad y empatía, el duelo desde los ojos de una adolescente y su perro. Lo que queda de nosotros se adentra en la historia de Nata, una joven que ha perdido a sus padres y, como parte de su desconexión emocional, abandona a su perro Toto en un parque lejano. Lo que parece un acto definitivo se transforma en el punto de partida de un viaje hacia la comprensión, la reconciliación y el perdón.

Zion Tamsot dirige con cuidado una narrativa que alterna la perspectiva humana con la canina, dando lugar a momentos de ternura, humor y crudeza. Toto —voz inocente y testigo del abandono— es un hallazgo emocional que nos recuerda que el amor incondicional, aunque herido, sigue esperando ser reconocido.

Con actuaciones comprometidas, una puesta sencilla y efectiva, y un ritmo que permite respirar cada momento, la obra no sólo retrata el dolor de la pérdida, sino la potencia del reencuentro. Es, en esencia, una carta abierta al perdón y a la capacidad de volver a amar.