
Durante la última década del siglo XX se produjo una especie de boom de cantantes y actores colombianos en el resto de América Latina y donde existe alguna población de origen hispanoamericano en Estados Unidos y en otras partes del mundo. Cantantes como Shakira o Juanes comenzaron a sonar fuerte en las radios y pantallas televisivas internacionales. La razón fue una especie de exilio de personajes del espectáculo que se vieron afectados por la inseguridad generada por la guerra contra el crimen organizado y la guerrilla en Colombia, pero también por el acoso del que fueron objeto por parte de los periodistas que buscaban en la vida privada de los cantantes alguna fuente de escándalo. Lo curioso fue que entre estos periodistas hubo una buena cantidad de informadores que antes se habían dedicado al periodismo de investigación y que también vieron en peligro su seguridad personal ante la violencia generalizada. Del periodismo de investigación, se pasó al de nota roja y de ahí al de nota rosa.
El golpe que significó este proceso para las audiencias fue brutal. Muy pocos periodistas decidieron seguir abordando temas de inseguridad, violencia y política, dejando a los lectores de periódicos y a quienes se informaban a través de medios de comunicación electrónicos más o menos serios, con un vacío de información que hasta hace muy poco comenzó a llenarse nuevamente.
En el debate de la semana pasada, pudimos atestiguar la preocupación de organizaciones civiles dedicadas a proteger y promover el derecho a la información en otros países que se enfrentan a problemas similares a los que se presentaron en Colombia en aquellos años.
Los comunicadores, especialmente quienes se dedican al periodismo de investigación, se hallan expuestos a la violencia generada por guerras similares a las que vivió el país sudamericano en esa época, y que han dejado una dolorosa prueba de lo que significa la falta de políticas públicas encaminadas a proteger a los periodistas. Ser periodista se ha convertido en una situación riesgosa en muchos lugares del mundo, incluyendo México.
Durante el debate, la Alta Comisionada, Navi Pillay, aseguró que la existencia de un periodismo plural e independiente es indispensable para la vida democrática, y que es obligación del Estado garantizar la existencia de dicho periodismo.
No debemos olvidar, y ha sido tema de varias de las colaboraciones con las que he participado en CDInforma, que el periodista es ojos y oídos de la comunidad, y que su tarea es una tarea social, por lo que garantizar que pueda realizar su trabajo sin restricciones y en libertad es conditio sine qua non para el desarrollo democrático de cualquier sociedad.
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