En 41 años, el Festival Aviv ha sido una cuna de talentos en casi todos los ámbitos

artísticos.

Bailarines, coreógrafos, cineastas, pintores, escultores, músicos, cantantes, vestuaristas; todos ellos dentro de la Comunidad, han logrado forjar su futuro siendo este foro un medio de expresión muy pequeño y muy grande a la vez. 

Todo comenzó como una idea, un pequeño festival de danza solo por las ganas de bailar para alguien que aplaudiera, y subirse a un escenario por lo menos una vez al año.

Querían festejar a Israel en sus 25 años de Independencia, creando un festival de danzas y cantos, donde los únicos participantes y asistentes serían los más apegados al sionismo, al arte y al Centro Deportivo Israelita.

Lo que comenzó siendo un Yom Haatzmaut cualquiera, se convirtió al siguiente año de su aparición en un magno festival, que ahora es parte de las actividades anuales de todos los colegios de la red. 

Quién se iba a imaginar que después de 41 años este sería el festival de danza más importante a nivel comunitario, y uno de los más importantes de América Latina. 

Un festival que no solo reúne a casi todos los colegios de la red judía, también a academias de danza independientes y comunitarias, y asimismo, a sus representantes. Con más de 2,500 espectadores por evento y más de cien voluntarios trabajando única y exclusivamente por amor al arte, por amor al Aviv.

Para los que estamos cerca del Movimiento de Danza Judía en México, este festival nos ha transformado, y ha convertido el Aviv en un modus vivendi. La vida, una vez que entras en este mundo, se mide antes y después del Aviv, c’est la vie. 

Para la dirección, el Festival empieza en cuanto termina la edición anterior. Es un año completo de preparativos en los que probablemente las primeras juntas serán de risas, recuerdos y un poco de trabajo. Y ya cerca del gran arranque, los pendientes se multiplican, la adrenalina se expande por todo el CDI, y ver cada detalle del montaje del escenario se convierte en parte de la rutina diaria. 

Coreógrafos y bailarines se preparan por lo menos cinco meses de anticipación para presentar de cuatro a siete minutos de coreografía, la cual el 85 por ciento de los grupos solamente la presentan una vez. Es un trabajo que requiere paciencia, tiempo, experiencia, pero sobre todo, requiere amor. Amor al arte, a la danza y al Festival Aviv. 

Todos somos cómplices de este gran evento, si no bailamos, organizamos o montamos un cuadro para presentar, somos espectadores, nos encargamos de crear polémica, comentar, gritar, emocionarnos, y aunque no tenemos la menor idea de cómo fue el proceso para calificar, siempre será un gran tema de conversación para la cena de Shabat. 

El Festival Aviv, ya no es un evento cualquiera en la vida de nuestros jóvenes, está anotado en tu agenda desde que inicia el ciclo escolar. Sabes que desde enero, tendrás que soportar enojos, sorpresas, lesiones, cansancio y almuerzo extra. Básicamente, cuando llega la tercera llamada, sientes que tu hijo e hija lo han bailado tantas veces que tú mismo podrías subirte al escenario a gritar, emocionarte y dejar tu alma en cada paso.

Es por esto, y todo lo que está por venir en las próximas 41 ediciones, que es importante mantener vivo el Aviv. Es un espacio de máxima expresión e identidad. Es el único evento que une a todos los sectores de la comunidad, instituciones y colegios de la red judía en convivencia sana. 

Supongo que para muchos no está mal asegurarnos de que una vez al año nuestros jóvenes convivan entre ellos, se conozcan y aunque compitan, compartan la misma pasión, la danza y el escenario.

Sin duda, a lo largo de los años el Festival Aviv nos ha demostrado que la identidad comunitaria se construye también bailando, y que este foro nos seguirá llenando de danza y aplausos por muchos años más, o al menos eso esperamos los más apasionados. 

¡Qué viva el Aviv!

Festival Aviv de Danza Judía

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