A veces no conocemos el poder que la música tiene sobre nuestra sociedad, tanto en tiempos antiguos
como en esta época moderna; he escuchado muchas frases como: el arte distrae, o incluso, para qué perder tiempo estudiando música como una asignatura en la escuela.
Al parecer todos sabemos que la música tiene ciertos beneficios para el desarrollo tanto de niños, jóvenes y adultos, como:
-Aumenta el autoestima y la capacidad motora
-Mejora capacidades motoras e intelectuales
-Mejora la capacidad lingüística, y el aprendizaje de un nuevo idioma
-Incrementa la memoria
Pero lo más importante, el mayor valor que la música tiene, es que le da al estudiante algo por lo qué trabajar e ilusionarse. Es una forma de concentrar sus capacidades en algo que lo hace único, que resaltará sus talentos y le enseñará a ver que puede hacer cosas geniales.
Está claro que la música puede dar mucho, no solo a los individuos en su desarrollo, sino también a la sociedad. La música puede hacer mucho por la integración social, y puede dar oportunidades a aquellos que las necesitan. ¡Este es el poder de la música!
Una de nuestras misiones y metas como Academia de Música es precisamente eso, dar al alumno o al estudiante herramientas que lo harán único y sobresaliente, y así es como hacemos nuestros cursos, nosotros no los hacemos correr todos igualmente como en el fútbol, o hacer una pirueta como todos en gimnasia, tener una postura igual que todos en ballet, nosotros hacemos nuestras clases únicas y especiales, porque cada quien es diferente y aprende de manera distinta, por más que aprendamos todos de manera distinta es increíble cómo la música nos une a todos, el del bajo no toca exactamente lo mismo que el del piano, o la batería, pero aun así a la hora de hacer música cada quien imprime su personalidad y su autenticidad a cada nota o cada solo, sí ese es el mayor poder que el arte de la música tiene, entonces tú como escucha o como ejecutante podrás desarrollarte de manera única y autentica para distinguirte de los demás.
Soundcity CDI. La Academia y yo