
Los invitamos a la presentación del libro Fragmentos para una No/Vela, que se llevará a
cabo el domingo 8 de mayo en la Galería Pedro Gerson.
“Temía, cuando pecaba, que D-os le quitara la palabra, que no pudiera ser entre las hojas, letra blanca.
La tristeza es el origen de todos los pecados, D-os, en su misericordia, le permitía seguirse narrando para demoler la lluvia.
La tierra entonces crecía bajo sus dedos, llena de letras, plena de un sentido equívoco, pero del sentido al fin de la sangre derramada.
Exilio y más exilio. Desprenderse de sí misma, signo por signo, condenada.
En la intolerable luz urdiendo sus palabras. Escribirse encadenada. Detrás de los barrotes delinear el alba. Mañana, quizá mañana, bajo las torres del crepúsculo, encontraría su nombre esclarecido. Un montón de pájaros recogerían sus letras y en sus picos trazarían la danza arrebatada de su última tristeza. Mañana, quizá mañana, entre las sombras descalabradas renacería, limpia de su antiguo nombre, con un silencio azul entre las entrañas”.
Escarabajo
Mauricio Molina
“Se abre a la fisura del tiempo donde el fuego del signo augura mundos. En las letras del universo está la firma del Creador”.
Jenny Asse Chayo
Hay libros que se trazan desde la perspectiva de la forma o la razón. Otros se escriben desde la experiencia real, desde lo inmediato y efímero: al convertirse en concreciones, en tumores, en ramificaciones, la suya adquiere una forma de catarsis que vuela desde lo íntimo hasta encontrar a sus intérpretes, y de esa forma, por medio de la expresión, en una forma de cura espiritual. La poesía se escribe desde la desnudez, desde la inmediatez de la palabra en busca de lo otro: tú, ella, él o D-os, pero ante todo se erige como la búsqueda de la significación a través de los ritmos y las ramificaciones del sentido. Búsqueda compleja y ardua, ya que su principio fundamental no es el de la mera comunicación, sino en el territorio de la expresión en su estado más decantado. Se trata, pues, de una operación alquímica que transforma las palabras en objetos para construir símbolos y adentrarse en la selva salvaje, diría Dante, del mito. Escarabajo, el más reciente libro de Jenny Asse Chayo, expresa de una manera precisa esta desnudez de la palabra y esta búsqueda del sentido. Hay que recordar, primero, la riqueza simbólica del escarabajo. Para los egipcios, por ejemplo, era Kepher, lo que va a llegar a ser. Se dice que en los templos egipcios estaban escritas estas palabras: “yo soy Kepher, el discípulo. Cuando abra las alas resucitaré”. Griegos y romanos retomaron este simbolismo para sus propios mitos y creencias. Posteriormente, durante el esplendor de la alquimia, John Dee y Atanasius Kircher vieron en el escarabajo un símbolo de resurrección. Se trata de un avatar del Sol: se hunde en el humus primigenio de la noche, en la tierra espesa de la descomposición y renace con la aurora. Es el símbolo de lo inmutable y trascendente. La ardua laboriosidad es lo que lo define, y por lo tanto determina lo obsesivo de la escritura de Jenny Asse, poeta empecinada en sumergirse en los laberintos del sentido. En la era moderna, Kafka retomaría al escarabajo para convertirlo en el personaje central de La metamorfosis: una mañana, luego de un sueño intranquilo Gregorio Samsa despierta convertido en un escarabajo. La tragedia de Gregorio, entre muchas otras que lo aquejan, es que no sabe que tiene alas para volar. Ha perdido parte de su propio ser y de su propia naturaleza simbólica. El libro de Jenny está compuesto de poemas que se espejean a sí mismos. En él asistimos a estas y otras variaciones del escarabajo. La palabra que se sumerge en lo oscuro para salir a la luz del sentido.
Es acaso por ello que en el libro las páginas se reflejan, y lo que muestran unas a otras tiene una tesitura casi opuesta. Es un constante contrapunto formal: de un lado las texturas rugosas o reflexivas y, en la página espejo, las palabras que van en busca del vuelo, como en el poema 5, donde leemos: “Y un punto inmaculado donde emergería la luz de la conciencia toda en su simiente Ecos, de Edmond Jabès y de Paul Celan, aunque también de Octavio Paz, Clarice Lispector y Alejandra Pizarnik. También de Canetti y Primo Levi: portadores de la palabra sobreviviente al caos informal. Lo material y lo espiritual se confunden en una mímesis opuesta. No sobrevivir, habitar la vida en el esplendor de su belleza y sufrimiento. El dolor y el placer, los dualismos vida/muerte se entreveran. Posiblemente se trata de una experiencia personal; acaso se trate del relato fragmentario de quien se ha sumergido en las profundidades del abismo y ha salido informada de una sabiduría mayor”. Poesía confesional, poética del lenguaje que se exaspera, Escarabajo nos depara una experiencia verbal cuya sutileza no rivaliza con el rigor personal de la experiencia. Jenny Asse, a través de su Escarabajo, ha encontrado en la poesía una de nuestras formas más elevadas de la resurrección a través de la palabra. Celebremos su aparición con un sí a la existencia en su potencia inmaterial.
A la par con la presentación del libro Fragmentos se hará mención al libro Escarabajo de la escritora Jenny Asse, la venta del mismo será a beneficio de una institución comunitaria.




 
									 
					

