Hace diez años, el Dr. Michael Har-Noy, fundador y CEO de una empresa emergente con sede
en Jerusalem que desarrollaba un tratamiento de inmunoterapia que podría curar el cáncer, lamentó que la lucha contra la temida enfermedad es una batalla que estamos perdiendo. Hoy en día, la compañía de Har-Noy está intentando cambiar el rumbo.
En la última década, Immunovative Therapies realizó docenas de ensayos clínicos, abrió sucursales en California, Arizona y Tailandia y recaudó 35 millones de dólares.
Pero el mayor impulso provino luego de que el pionero de la inmunoterapia Jim Allison ganara el Premio Nobel de Química este año.
Hace diez años, “no podíamos conseguir un capitalista de riesgo para abrir un plan de negocios si veían las palabras inmunoterapia. Ellos decían ‘eso no funciona con el cáncer’”, expresó Har-Noy.
Sin embargo, desde que el trabajo de Allison demostró la eficacia de la inmunoterapia, “cualquier proyecto con ‘inmunidad’ en su nombre ahora puede recaudar fondos”, destacó Har-Noy.
De hecho, la consultora Transparency Market Research predice que el valor de mercado mundial de los medicamentos de inmunoterapia contra el cáncer alcanzará los 124 mil millones de dólares para 2024.
“La inmunoterapia es el único modo actual de tratamiento que realmente podría curar el cáncer”, afirma Har-Noy.
A diferencia de la quimioterapia, que como su nombre lo indica utiliza sustancias químicas nocivas para matar las células cancerosas (junto con muchas otras sanas), la inmunoterapia activa al propio sistema inmunológico del cuerpo para que haga el trabajo.
Además, si bien la quimioterapia es a menudo efectiva, no siempre es permanente. Si incluso una sola célula cancerosa sobrevive, puede replicarse y comenzar nuevamente el proceso de formación de tumores.
El objetivo de la inmunoterapia es entrenar al sistema inmunológico para que persiga y destruya hasta la última célula cancerosa, incluidas aquellas en tumores con metástasis resistentes a la quimioterapia.
Fuente: www.agenciaajn.com