
La inauguración del templo portátil en el desierto, casi un año después del éxodo de Egipto, fue un evento muy alegre, pero dejó triste a una persona.
Nuestros Sabios dicen que Aharón, el Sumo Sacerdote, estaba sentido porque durante los doce días de la ceremonia en los cuales cada una de las doce tribus traía una ofrenda, su tribu, Levi, no estaba representada. (La tribu de Yosef fue dividida en dos – Menashé y Efrayim – para completar las doce tribus.) Hashem consoló a Aharón, diciéndole que él iba a tener algo mayor, porque las ofrendas existieron solamente durante la época del sagrado Templo, pero él iba a prender la menorá que es eterna. A primera mirada, esto no se entiende. Prender la menorá también se limita a la época del sagrado Templo. El Rambán (Rabino Moshé ben Najmán, 1194-1270) explica que Hashem se refería a prender la menorá de Janucá (hoy llamada “janukiá”), que tenemos gracias a la dinastía hasmonea, los descendientes de Aharón.
¿Cuál será la relación entre la menorá del Templo y la de Janucá? Nuestros Sabios dicen que los tres propósitos del mundo son el estudio de la Torá, el servicio divino y actos de bondad. Efectivamente, esas palabras definen la misión y visión de nuestro pueblo. Y, como cualquier iniciativa, se necesita del apoyo divino para que tengan éxito. Las bendiciones divinas vienen por medio de los objetos sagrados en el Templo. Por supuesto, el arca sagrada donde las tablas de la Ley reposan simbolizan la Torá, el altar de oro simboliza el servicio divino y la mesa del pan sagrado simboliza la abundancia que facilita hacer bondad. Pero ¿qué simboliza la menorá?
Mientras el arca sagrada simboliza la Torá Escrita, la luz de la Menorá simboliza la Torá Oral que ilumina a la Torá Escrita, porque sin la Torá Oral, no se entiende casi nada de la Torá Escrita. La Torá Oral tiene otra cualidad especial. En contraste a la Torá Escrita que es un dictado de Hashem, es absolutamente completa, y no se puede agregar ni quitar nada de ella, la Torá Oral fue entregada en las manos de los sabios de Torá para aplicar a situaciones nuevas, siendo un proceso que sigue evolucionando hasta el día de hoy. Analicemos las ramificaciones de esto.
La asimilación, o sea, el matrimonio mixto, es un fenómeno relativamente reciente, hace menos de doscientos años que ha llegado a ser una estadística significativa. Quiere decir que nuestro pueblo sobrevivió casi mil ochocientos años en el exilio sin perder su integridad. En cambio, el exilio después del primer Templo duró sólo setenta años en total y cuando Ezra y Nehemías querían regresar el pueblo a Israel, la mayoría de los judíos ya estaban casados con mujeres de los peores enemigos de nuestro pueblo, edomitas, amonitas y moabitas. ¿Cómo se explica la diferencia entre los dos exilios?
Hace muchos años, escuché la siguiente explicación. Durante la época del primer Templo, el judaísmo se basaba principalmente en el Templo. Por lo tanto, cuando los judíos fueron exiliados, no tenían con qué mantener su identidad judía. Durante la época del segundo Templo, el enfoque cambió. Fue en aquella época que se realizó la mayor parte de la redacción de la Torá Oral en la Mishná, reforzando el estudio de la Torá Oral. Así, cuando los judíos salieron al exilio, su estudio los acompañaba y podían mantenerse firmes contra la asimilación. También en la historia reciente se ha visto que donde hay más conocimiento de Torá, hay menos asimilación.
Por lo tanto, en vez de una menorá central, tenemos una menorá en cada hogar judío, simbolizando la accesibilidad de la Torá para protegernos.
La ignorancia es nuestro peor enemigo. Y, como dice un amigo mío, una falta de conocimiento no es lo mismo como una sobra de ignorancia.
¡Janucá sameaj!
// Avrohom Zev Miller
