Con emoción y grandes

expectativas, este grupo de 21 voluntarios cedeístas nos reunimos en Yerushalayim para el banderazo inicial del seminario y así fue como emprendimos el viaje, subimos al autobús y nos dirigimos junto con nuestra guía Abigail hacia la Ciudad Vieja.

Al descender del autobús, nos encontramos de frente con la emblemática Puerta de Sión, situada en la muralla sur, es la última de las cuatro puertas principales de la ciudad vieja de Yerushalayim. Es llamada así porque se encuentra justo frente al Monte Sión, esta da entrada al Barrio Armenio y al Barrio Judío, después de escuchar su historia, al fin pasamos por la Puerta de Sión e ingresamos a la Ciudad Vieja, encontrándonos con pasajes donde las personas viven de forma regular, en casas heredadas desde sus ancestros, vimos paredes con historias milenarias contadas por Abigail, infinidad de símbolos ancestrales y, por supuesto, una gran ansiedad por llegar al destino principal.

Al subir por unas escalinatas, llegamos a una terraza, en la cual pudimos observar una hermosa postal de la plaza, ahí desde las alturas brindamos por el momento y, claro que no pudo faltar la oración de Shejeyanu; con mucha emoción pasamos el punto de seguridad entre broma y broma con los soldados, nosotros ya acostumbrados a pasar por el arco detector de metales del Dépor, estábamos ansiosos de llegar y admirar, el grandioso Kotel.

Por fin pasamos todos y con grandes sentimientos fuimos escribiendo en papelitos lo que cada quien sentía, para después acercarnos al Kotel y colocarlos ahí… y la magia surgió, podíamos observar y sentir momentos de paz, los voluntarios del CDI tocando y besando con gran sentimiento ese grandioso y monumental muro, con lágrimas en los ojos, con gran hermandad, pero sobre todo, agradeciendo el momento, la generosidad de todo lo que se nos ha dado y la vida misma, ese momento fue el inicio de un seminario inolvidable y sin ninguna barrera, estaba por empezar.

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