Para comprender los motivos de la gimnasia como actividad, es preciso entender primero a la naturaleza del deportista

como ser vivo. En esta primera entrega hablaré de los instintos y facultades humanas que se interrelacionan para producir de modo natural la disposición para el movimiento estético, especialmente el acrobático. La intención será acercarme a los motivos de la práctica de la gimnasia como deporte. En una segunda entrega hablaré de como estos instintos se refinan y se consolidan como motivos y motivaciones específicos para el entrenamiento y la competición.

Los seres humanos estamos dotados de reflejos que nos facilitan el movimiento inconsciente, y poseemos dos poderosos instintos que nos facultan y motivan a llevar el movimiento a sus más intrincados y sorprendentes límites: el del juego y el de la curiosidad. Además, poseemos unas habilidades de comunicación excepcionales entre los seres vivos, que nos permiten elaborar el movimiento en una dimensión significativa que le corresponde y lo complementa, y que permiten la creación cultural del movimiento, como ocurre en la gimnasia artística moderna, alrededor del mundo entero.

El instinto del juego es el que dirige la conducta infantil en la interacción del niño con el ambiente, con sus padres, cuidadores, educadores y coetáneos en cuanto el niño se ve liberado de la satisfacción de sus necesidades básicas. Este instinto surge de la interacción entre la necesidad humana de movimiento corporal, la predisposición a la sociabilización amistosa, el gusto por la novedad y la creatividad natural de nuestra especie. A través de sus expresiones, el ser humano satisface múltiples necesidades (la de sociabilización e integración en su comunidad, la de mantenerse físicamente activo, la de experimentar bienestar y satisfacción personal). Este instinto se expresa en formas distintas en el adulto, pero nunca se aleja de la creatividad, la novedad y el disfrute. En la gimnasia, el juego consiste en la experimentación del movimiento novedoso, en el disfrute de la posibilidad de la elaboración y ejecución del mismo.

En seguida, juega un papel fundamental el instinto de adquirir conocimiento, (‘instinto epistémico’ o sencillamente ‘la curiosidad’), ha llevado a la humanidad a experimentar y conocer cada vez más movimientos y ambientes. La consecuencia histórica del ejercicio de ese instinto es la creación de las más diversas culturas del movimiento corporal, que abarcan cada una los significados, sentidos y valores de las variantes del movimiento conocido, desde las danzas litúrgicas y la práctica de las asanas del yoga (de contenido espiritual), hasta las artes marciales antiguas y modernas (de contenido bélico originalmente, y deportivo en la actualidad). En la gimnasia, este instinto epistémico se manifiesta como una exploración cada vez más completa de las posibilidades del movimiento propio, lo mismo que el de grandes ejecutantes, al observarlos.

Además, como se mencionó al principio, el ser humano posee también un talento natural único para la comunicación, tanto la de contenidos simbólicos como de contenidos emocionales, que se desarrolla conjuntamente con el instinto del juego y que se manifiesta en forma de la comunicación del récord deportivo lo mismo que a través de la transmisión directa de la forma del movimiento y de la expresión corporal, ya sea en eventos especiales, estadios, carpas o medios digitales de toda índole.

El ejercicio cada vez más refinado de las potencialidades humanas mencionadas ha dado lugar al surgimiento y desarrollo de culturas mundiales del movimiento corporal. La gimnasia artística moderna es la cultura de movimiento internacional con la tradición más rica en cuanto a producción de modelos del movimiento del propio cuerpo, generando cada año un gran volumen de nuevos ‘elementos’ y técnicas que hacen de cada edición de los Juegos Olímpicos una experiencia renovada, siempre capaz de sorprender al espectador.

El éxito internacional de la gimnasia artística, al margen de la mercadotecnia deportiva, se debe principalmente a que a través de su práctica, los gimnastas son capaces de ejercer una vasta gama de instintos y facultades naturales, satisfaciendo sus necesidades de sociabilización y reconocimiento, de aprendizaje, de significación, de expansión de las posibilidades de su corporeidad y de su voluntad. También, a través de la práctica de la gimnasia, el joven gimnasta adquiere una educación en la ejecución, el conocimiento y la apreciación del movimiento (una cultura particular de movimiento), que es fundamento y complemento ideal de las más diversas técnicas artísticas y deportivas (se incorpora en las etapas avanzadas del desarrollo en la danza, el teatro, las artes marciales y el patinaje, y es el sustento principal de todas las artes circenses y los deportes de arte competitivo, como los clavados, la gimnasia de trampolines o el slackline por ejemplo, y no competitivos, como el parkour).

Por todos los motivos anteriores, la sala de gimnasia es un espacio privilegiado para el desarrollo del currículum no académico del niño: es allí donde se introduce y educa al gimnasta en ciernes, en la cultura de movimiento más fructífera y versátil que se ha creado en nuestra sociedad moderna, y un espacio donde cada niño puede expandir sus facultades sociales, cognitivas y físicas hasta un límite que solo va impuesto por la dedicación y la constancia. Esperamos a sus niños en el Gimnasio Maña y Jacobo Oberfeld para emprender este camino de crecimiento y desarrollo personal.

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