
Las semanas pasadas, 5 Bogrim de Macabi tuvimos la oportunidad de viajar a Israel, como parte de una delegación de Tnuot de México y otros países de Latinoamérica, con el objetivo de escuchar, aprender y reflexionar sobre el ataque del 7 de octubre y cómo ha estado Israel desde aquel “sábado maldito”.
Sobre todo, nuestro objetivo siempre fue que, al regresar a casa podamos transmitir todo lo que vivimos.
En este viaje, pudimos visitar algunos Kibbutzim que fueron masacrados el 7 de octubre, el lugar del festival Nova, donde mataron a cientos de israelíes; también visitamos ciudades cercanas a la franja de Gaza y los memoriales que la sociedad israelí ha montado en todo el país. Sobre todo, durante estas semanas, conocimos a familiares y amigos de víctimas de los ataques, quienes siguen procesando su duelo pero buscan contar sus historias para que todos sepamos lo que sucedió aquel día.
Una de las personas que conocimos es Itzik Horn, quien es padre Iair y Eitan, quienes llevan más de 100 días secuestrados en Gaza. Él es uno de los familiares más activos en la prensa y en los diálogos con el gobierno en los esfuerzos de traer a todos los secuestrados a casa. La historia que cuenta Itzik te hace sentir en carne propia, el dolor de un padre, que ha pasado más de 100 días sin ver a sus hijos, sin saber cuál fue o será su destino.
Itzik cuenta la historia de cómo secuestraron a sus hijos del Kibutz donde vivían, Nir Oz y de cómo fue que se enteró que estaban secuestrados. También cuenta que al ser liberados los primeros rehenes, supieron con certeza que estaban vivos dentro de los túneles.
Al contarnos su historia, Itzik nos platica que Iair y Eitan fueron Madrijim de Tnuot en su juventud y le dedicaron gran parte de su vida a la educación no formal. Y que lo seguirán haciendo incluso si es lo último que hagan. Cuentan los rehenes liberados, que mientras estaban atrapados en los túneles, con mucho miedo y sabiendo que cualquier movimiento podría costarles la vida, Iair y Eitan se dedicaban a jugar con los más pequeños tratando de distraerlos de la horrible realidad que están viviendo.
Tal y como he sido Madrijá, esta historia me inspira y me da fuerza. Me reafirma la importancia que tienen las Tnuot en la vida judía y sobre todo me demuestra que incluso en los peores momentos tenemos que seguir. Desde ese día, la fuerza de los hermanos Horn me acompaña en cada actividad en la Tnuá y fuera de ella.
Por Iair, por Eitan y por las 136 personas que siguen secuestradas en Gaza, tenemos que educar, tenemos que recordarlos y tenemos que pelear por ellos. Tenemos que pelear porque ellos vuelvan a casa.
// Tamara Cuenca
Sgan Rosh de Macabi Hatzair México
