Un día sonó el timbre de mi casa, y cuando abrí la puerta había una carta con un símbolo muy extraño: era un reloj de arena con un búho blanco y morado. Cuando la abrí, decía:

Había una vez un niño llamado Jacobo. Desde chiquito le encantaba jugar fútbol. Su sueño era ser jugador profesional. Vivía con sus papás, María y Ernesto, en un pueblo donde casi todos se conocían, en una casa que su papá había construido con sus propias manos.

Todo comenzó cuando… ¡ay, perdón!, se me olvidó presentarme: soy Gab, el ajolote de Ela, pero ella es la única que me puede ver. La vida de mi creadora, a la que mejor llamaré amiga, no ha sido fácil.

La noche cubrió el cielo del 13 de julio de 2021. Era una noche fría y con un viento muy refrescante, la luna brillaba e iluminaba el rostro del Dr. Blas quien estaba listo para entrar a la convención de inteligencia artificial que apoyaba a la medicina.