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¿Qué es ser judío?

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//Anun Barriuso y José Manuel Laureiro*

Responder a esta pregunta, es tal vez el mayor dilema con el que nos hemos encontrado en toda nuestra vida.

Sí, ya sabemos que para la ortodoxia judía, judío es aquel o aquella nacido de madre judía o también todo aquel que ha realizado la conversión al judaísmo.

Pero entonces, ¿solo son judíos los que por transmisión sanguínea lo son? Y también, ¿los que han aceptado el judaísmo solamente como una religión?

Nosotros, como Bnei Anusim, pensamos que el judaísmo (o disculpen, tal vez nuestro judaísmo) es además, palabra, compromiso, tradición y transmisión.

Una posible definición de judaísmo, según David Ariel, el término judaísmo fue usado por primera vez en el siglo I de la era común: “No hay ninguna palabra en la Biblia que llamemos judaísmo; la religión es referida como enseñanza (Torá), (mitzvot), y ‘leyes’ (hukkim o mishpatim)… Las palabras judío y judaísmo llegaron al lenguaje occidental durante la ocupación romana. No ha habido, originalmente, el término para designarse a sí mismos y a su religión”.

Si tomamos al judaísmo solamente como una religión, podemos asegurar, que desde luego no es una religión de doctrinas fijas o dogmas, sino un complejo sistema de creencias que evolucionan. Más allá de la diversidad, hay por encima, como una rúbrica, un arco que une a los individuos (judíos) de cada tendencia, del más ortodoxo hasta el más liberal o secular.

Por tanto, pensamos que cada individuo (cada judío o judía) tiene derecho a definir el judaísmo según sus propias experiencias y creencias dentro de este marco.
En un sentido extenso, podríamos decir que judío es quien se siente judío y quien quiere serlo.

Pero, ¿de dónde ha salido nuestra fuerza, nuestra característica manera de vivir y afrontar nuestras vidas?

Anteriormente aludíamos a cuatro palabras, que en realidad se constituyen en conceptos por sí mismos: palabra, compromiso, tradición y transmisión.
La palabra, nos hacía (y nos hace) libres, podríamos decir y por tanto pensar, a nuestra manera, muchas veces una palabra en ‘voz baja’, pero una palabra que nos mantenía, que nos unía.

El compromiso, que suponía la diferencia, y a la vez el riesgo a ser descubiertos, de que ‘los que eran como nosotros se pusieran en peligro’, y sobre todo, de que ‘nuestra diferencia’ no se perdiera por los rincones de la memoria, el compromiso consistía en Revivir la Memoria.

La tradición, es lo aprendido, lo legado, lo que nos da el orgullo de ser lo que somos, pero, ¿qué somos?, somos nosotros, debemos temer que ellos nos hagan daño.

Pero también la tradición nos enseña que debemos vivir con ellos, ser parte de ellos, relacionarnos con ellos, pero solo con un límite, no ser asimilados por ellos.
Para nosotros, el ser diferentes (ser judíos), es un valor heredado, “le dor va dor” – de generación en generación - del que es posible hacerse cargo o no.
Por último, la transmisión, podríamos decir, que es nuestro propio futuro, el ver que el esfuerzo de tantos y tantos, no se pierde por las cloacas de la Historia.
Transmitir, es renovar nuestro compromiso con nuestros antepasados, renovarnos en nosotros mismos y asegurar el futuro.

Con la transmisión, cerramos el círculo de nuestro judaísmo, haciendo posible otra forma de él, ya no sanguínea, ni religiosa, sino otra que engloba a las dos, que es la vital, la que une palabra, compromiso, tradición y transmisión.

*Anun Barriuso y José Manuel Laureiro, historiadores y representantes de Tarbut Madrid