Un número de científicos judíos pudieron salvarse porque no únicamente recibieron una visa para entrar a los Estados Unidos, sino que recibieron un contrato de trabajo que les permitió prácticamente seguir su labor de investigación. Estoy hablando de los años 1933 a 1939.
Esta visa no solamente les permitió salir de Alemania o de Austria. El contrato de trabajo era la oferta de una posición de profesor en una de las más prestigiadas universidades del nuevo mundo. La posibilidad de seguir estudiando, de enseñar y percibir un salario, para poder vivir dignamente.
Algunos de los científicos judíos ya eran poseedores de un Premio Nobel. Esto le daba a su vez prestigio a la universidad que los había acogido.
La discriminación de las ideas era el centro de la agitación desatada por los nacional-socialistas. No solamente eso, sino la abiertamente declarada idea de matarlos, para que Europa quedara libre de judíos.
Decía yo que la discriminación de las ideas no era algo nuevo. Jean Jacques Rousseau fue el creador de una filosofía política, inspirada por la revolución francesa. Era originario de Geneve, Suiza, su principal trabajo fue sobre el Contrato Social. También argumentó que el poseer propiedad privada, como en la República Ateniense, era el principio de una verdadera sociedad civil. Perteneció al club de los Jacobinos. En la antigua Grecia, probablemente también hubo atentados de suprimir las ideas.
Heinrich Heine, escritor y poeta alemán, por cierto era judío, tuvo que asilarse en Francia, siendo perseguido por la policía criminal en su patria Alemania. Sus textos fueron utilizados por Robert Schumann y Franz Schubert, para los Lieder que estaban de moda en aquella época.
Adolf Hitler y sus secuaces formaron, desde antes de 1933, grupos compuestos de parásitos sociales para ejercer el terror en las ciudades alemanas. Muchas veces estos grupos golpeaban a la víctima hasta que dejara de vivir.
Es interesante constatar que para Hitler seguía siendo importante la idea de eliminar físicamente a los judíos, primero en Alemania 1933 – 1939, constantemente mencionada en sus discursos en los cuales sobresalía la idea de acabar físicamente con ellos, cualquiera que fuera su posición social. Tanto al conserje judío de un edificio como al profesor judío de química de la Universidad de Charlotenburg en Berlín.
En los primeros años del nazismo, Hitler dejó que Adolf Eichman ejerciera una política de emigración permitida, siempre y cuando los judíos tanto el conserje como el profesor dejaran todos sus bienes, muebles e inmuebles, al Estado alemán, ante notario público. Los judíos podían emigrar, siempre y cuando, fueran poseedores de una visa para el país que los iba a aceptar.
Adolf Eichman y un grupo de nazis racistas, pensaban que con la emigración se iba a resolver el problema que representaba la presencia de 600 mil judíos en Alemania y después de marzo de 1938, de otros 200 mil judíos que vivían en Austria.
Hoy sabemos que en septiembre de 1939 estalló la Segunda Guerra Mundial, una vez conquistada una aldea polaca por el ejército alemán en la que vivían judíos, seguían motorizadas las unidades especiales Sonder Abteilungen, con la tarea de reunir a los judíos en la plaza principal o bien en el cementerio para matarlos con armas cortas.
Con la conquista de Polonia empezó la represión para acabar con los judíos matándolos. Cuando los alemanes conquistaban una ciudad polaca, inmediatamente instalaban en una parte de la misma un ghetto, encerrando a los judíos en un espacio de algunas cuadras alrededor del cual era construido por presos judíos un muro de madera, una “palizad”, con una sola entrada vigilada las 24 horas del día por soldados alemanes armados.
Con la política de emigración, pudieron salvarse un respetable número de judíos alemanes y austriacos. Los judíos polacos y luego los rusos no tuvieron esta oportunidad.
Hitler y luego Himmler, recordaban constantemente a sus tropas leales que el deseo de Alemania y de su pueblo era de establecer un Reich Milenario para la raza aria. Todo alemán tenía la obligación de desear la muerte de cada uno de los judíos que quedaron como rehenes y prisioneros del esfuerzo militar germano. Más tarde, cuando ya estaba a la vista la derrota del Reich Milenario, incluso durante el último año de la guerra, cuando los alemanes necesitaban cualquier medio de transporte para enviar soldados al frente, la SS desviaba locomotoras y vagones para ganado para enviar judíos, hombres, mujeres, niños y ancianos, a los Campos de Exterminio.
Una vez conquistada Polonia y una parte importante de la Unión Soviética, Hitler personalmente delineó con sus generales y con miembros del grupo que se ocupaba de la implementación de las Leyes Raciales de Nuremberg, una zona, un territorio, al que llamaron ‘General Gouvernement’ que hizo realidad el deseo, varias veces mencionado por Hitler, de crear un nuevo espacio vital, ‘Lebensraum’, para los pueblos arios.
La primera etapa de eliminar a los judíos de Alemania y después de los países conquistados por los alemanes, permitió la emigración, salvó las vidas de muchos científicos judíos que pudieron seguir desarrollando sus ideas para el bien de la humanidad.
Aquellos que fueron víctimas de una muerte horrible en las Cámaras de Gas, tuvieron que llevarse sus ideas convertidas en cenizas.
Ojala que siempre existan países como los Estados Unidos que acojan a personas que por motivos de raza o de religión, tengan que dejar sus países de origen para buscar la libertad.