Durante el Holocausto, en un mundo de absoluto colapso moral, existió una pequeña minoría que mantuvo un grado extraordinario de compasión en defensa de los valores humanos, tal como lo demostraron los Justos entre las Naciones: título que le concede Yad Vashem, a los no judíos que salvaron judíos de la persecución nazi, arriesgando su vida y la de sus familias. La Asociación Yad Vashem está constantemente preocupada por mantener vigente la conversación sobre la conducta ética y el compromiso moral que cada persona muestra, frente a injusticias en situaciones críticas, o en la vida diaria, y que las asumen, por encima de consideraciones de riesgo personal, o de desobediencia política.
Ángel Sanz Briz, nació en Zaragoza en 1910, estudió Derecho y a continuación ingresó al Servicio Diplomático. En 1942 es enviado a Budapest como encargado de negocios de la Embajada Española. Hungría se había declarado neutral ante el estallido de la Segunda Guerra Mundial, sin embargo, todo cambió radicalmente cuando en 1944 con la invasión nazi, dio inicio a la deportación masiva de los judíos de Hungría a los Campos de Exterminio. Actuando con discreción logró ‘dar papeles’ a miles de judíos, salvándolos de una muerte segura a manos de los nazis.
La idea surgió del diplomático Miguel Ángel Muguiro, jefe de Sanz Briz que utilizó un viejo Decreto de Primo de Rivera (1924) ya obsoleto, que otorgaba el Derecho de Retorno, o sea, conceder pasaporte español a los judíos sefaraditas descendientes de los que fueron expulsados de España en 1492. Muguiro logró sacar del país a 500 niños de esa manera enviándolos a Tánger, en esas fechas ocupada por España. Por este motivo fue intempestivamente cesado de su cargo en la Embajada Española y se vio obligado a abandonar el país, pero dejó la Legación en muy buenas manos, en la de su Secretario y estrecho colaborador Sanz Briz, quien decidió continuar con esta labor y apoyado en el mismo Decreto de Primo de Rivera, logró de Adolf Eichmann el permiso para dar documentación a 200 judíos de origen sefaradita. El Diplomático, empezó a expedir documentos con numeración repetida, pero cambiando de letra: 84a, 84b, y así sucesivamente, sin llegar nunca al número 200. Y así logró sacar de Budapest a 5 200 judíos gracias a su ingenio. La implementación de esta estratagema no estuvo exenta de riesgos. En un momento dado tuvo que alquilar varios edificios con recursos propios y de la Embajada para albergar a los cientos de judíos que esperaban sus papeles. Un letrero en cada uno de ellos anunciaba que todos pertenecían a la Legación Española, y por lo tanto, eran intocables.
Es por eso, que la visita que nos hará en septiembre a México, Juan Carlos Sanz Briz, hijo del diplomático español Ángel Sanz Briz, nombrado Justo entre las Naciones, es una iniciativa de suma importancia por múltiples razones: 1) Nos permitirá conocer al personaje que fue Sanz Briz en la encrucijada de las decisiones más determinantes de su vida de las cuales él mismo manifestó: “Lo que tuve el privilegio de hacer en Budapest es lo más importante que he hecho en mi vida”. 2) Será una gran lección de ética, y nos permitirá escuchar de primera mano la vida y los actos de Sanz Briz durante el ejercicio de su misión diplomática en Budapest, en medio de la Segunda Guerra Mundial, cuando en 1944 los nazis invaden Hungría. 3) Tendremos el privilegio – que cada vez será menos frecuente- de haber oído si no a un testigo presencial, sí al hijo de un protagonista que recibió de su padre su visión personal de ese momento histórico, sus lecciones y aprendizajes. 4) Su visita será un disparador de discusiones sobre este tema con los niños y jóvenes tanto en la educación formal como informal, para mantener en ellos viva la reflexión sobre las consecuencias de la indiferencia ante la injusticia, y la responsabilidad moral de actuar. Un tema candente y actual en nuestra sociedad, dentro y fuera del ámbito judío.
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