
En el marco de este ciclo podremos disfrutar cuatro largometrajes con temática judía.
Presenciaremos comedia, acción y drama, y fomentaremos la convivencia con los asistentes a Cine Reflexión.
Buscaremos la integración, compatibilidad y el entendimiento de nuestro pueblo con la selección de filmes a través del punto de vista de diversos cineastas que darán cuenta de la vida judía. Dentro de las películas, podremos encontrar una temática muy variada que va desde el melodrama, el inconfundible humor judío, los derechos humanos, las relaciones israelíes-palestinas y el Holocausto.
Iniciaremos con El brindis, que cuenta la historia de una fotógrafa mexicana que viaja a Chile invitada por su padre, miembro de una comunidad judía en Valparaíso, y a quien casi no ha visto en su vida. Con un importante componente judaico, expone al público tradiciones tan importantes como el Bar Mitzvá.
Respecto a su participación en la película, el director comenta: «Hemos tenido la suerte de recorrer distintos países, y de participar en festivales judíos de Estados Unidos y Europa. Es una gran oportunidad para quienes siendo parte de nuestra colectividad no han visto la película, ya que es la primera en Chile que aborda el tema judío, el cual ha llamado muchísimo la atención y despertado la curiosidad y el interés de quienes la han visto. Es más, en muchos de los festivales en los que hemos participado el elemento judío ha sido motivo de interesantes debates con el público». Espero que en este ciclo ocurra lo mismo.
Un hombre serio, de los hermanos Coen, es una tragicomedia que propone algo así como una gran pesadilla judía: un cúmulo de personajes patéticos, miserias pueblerinas, catástrofes íntimas, de salud, laborales y un largo etcétera. Olvídense de la levedad del humor, aquí todo está llevado a la farsa caricaturesca y satírica, a niveles de exageración. Con una puesta en escena calculada que nos hace rechazar las desventuras de los personajes (desde el profesor, los abogados y hasta los rabinos). Hay muchas ideas y momentos inspirados de humor negrísimo, es una película sobre el sino trágico, la culpa y la identidad judías que resulta sádica.
En El otro hijo, la directora y guionista Lorraine Lévy, incursiona en el drama amable, logrando una película cálida y a la vez polémica, sobre dos familias, una judía y la otra palestina. Ambas viven en Israel hasta que una noticia les cae como una bomba. Joseph, el hijo de los israelíes se hace los exámenes médicos de rutina para controlar su posible ingreso al servicio militar obligatorio. Ahí se descubre un hecho del pasado, el joven no es hijo de sus padres. Durante la noche del nacimiento, una familia de Palestina, se encontraba en la habitación de al lado en el hospital dando a luz a su hijo, y por una confusión los bebés fueron cambiados. Pronto la otra familia es contactada y tarde o temprano se dará el encuentro entre todos los miembros. Lo “original” de El otro hijo está en lo complejo de los temas. Una cuestión meramente privada, como el drama de conocer que quienes creíamos nuestros padres/hijos biológicos en verdad son otros, es atravesada por un borde social enorme como el de una población dividida e irreconciliable. El mejor acierto de Lévy es el cambio de perspectivas entre los personajes, cada uno de ellos vivirá el hecho de manera diferente. Las madres llevan el drama familiar, la decisión de amar a su hijo biológico sin dejar de amar al de crianza; los padres viven la cuestión cultural y política, no quieren aceptar la nueva situación, y pelean contra su destino; y los jóvenes intentan adaptarse, ver qué sucede de nuevo, tienen un futuro adelante, quieren buscar su propia identidad, y resolver sus típicos problemas del paso de la adolescencia a la adultez. Sencilla, leve, sin necesidad de recargarse demasiado en el drama ni en lo político.
La ladrona de libros, basada en la novela homónima escrita por Markus Zusak, tiene el detalle insólito y desconcertante de estar contada por la Muerte, mediante una voz en off. La película supone, una visión del drama de la contienda mundial y de todos los horrores que generó el genocidio del pueblo judío, la represión brutal de las clases trabajadoras, y la sistemática destrucción de la cultura representada en la quema de libros, a través de la inocencia de una niña.
Liesel es una hija de militantes comunistas, que ha sido arrebatada de su familia y adoptada por una pareja madura integrada por el entrañable y tierno de Hans, y la apariencia dura y huraña de Rosa. La pequeña, llega a su nueva casa solo unos días después de la muerte de su hermano, que entraba en el paquete de adopción con ella, y lo que le espera es crecer en Munich en un ambiente hostil, con las burlas del resto de los niños porque no sabe leer, y con la creciente amenaza de la guerra. A pesar de todas estas desgracias, Liesel, con una fortaleza notable, logrará no solo salir adelante, sino también mostrar su coraje y su vitalidad a la hora de aprender de memoria unos textos que eran pasto de las llamas, y que corrían el peligro de desaparecer para siempre. En esta labor, tendrá la ayuda fundamental de Max, un joven judío al que sus padres adoptivos han acogido en el sótano de su casa, jugándose la vida.
Invito a compartir este ciclo que elegí, para poder mostrar cuatro producciones cinematográficas del cine judío de los últimos años, con el objetivo de acercarnos a un variado panorama sobre las tradiciones, cultura e historia de nuestro pueblo, a través de la mirada de sus creadores, quienes además de documentar la realidad, están construyendo un mensaje propio, en el que han recreado sus experiencias sociales y emocionales.






