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La complejidad del heroísmo en el Holocausto

Centro Deportivo Israelita, A.C.

Nos preguntamos hoy por qué fueron justamente jóvenes los que se rebelaron por las armas durante la Shoá.

Empecemos por decir que los judíos fueron los únicos civiles que se rebelaron, de distintas maneras, contra los nazis. La rebelión en Varsovia fue la más grande y famosa, y la que se convirtió en el ícono de la resistencia judía durante la Shoá, a tal punto, que se fijó la fecha de su comienzo como la de recordación de la Shoá en su conjunto.

Pero Varsovia no fue el único gueto donde hubo rebelión. Con el comienzo de la invasión nazi a la URSS el 22 de junio de 1941, y el comienzo de la matanza masiva de judíos de los territorios orientales que iban siendo conquistados, primero a balazos, los movimientos juveniles del gueto de Vilna, los más cercanos geográficamente a ellos, fueron los primeros en internalizar el hecho de la matanza segura planeada para todos los judíos. De Vilna, pues, salió el grito que encendió la llama en numerosos guetos más: Bialistock, Cracovia, Chestojova, Tarnov, Bandin, donde se organizaron con medios casi nulos, núcleos de resistencia armada y sabotaje que se producían en el momento en que los nazis intentaban la liquidación final del gueto. No se hacían ilusiones. Su única meta era dar la última batalla contra los nazis, y, en menor medida, retrasar en algo el final y perturbar los planes nazis.

Más allá de los guetos, decenas de miles de judíos participaron en organizaciones de salvamento en los países de Europa occidental o salvaron a otros judíos de modo individual; se alistaron en los ejércitos aliados para combatir a Hitler en el campo de batalla regular; abandonaron los guetos o sus ciudades no afectadas por la ocupación para unirse a fuerzas partisanas en los bosques de Europa allí donde las condiciones lo permitían, siempre y cuando las organizaciones de resistencia no judías los aceptaran, lo que no siempre ocurría; crearon también organizaciones totalmente judías de partisanos. Su forma de pelear era la guerrilla: sabotear caminos, vías de tren, y otros canales de comunicación y abastecimiento; emboscar a convoyes de unidades nazis en los caminos por medio de explosiones y tiroteos rápidos con huidas inmediatas, etcétera. Con ello lograron afectar la seguridad de los soldados alemanes en una medida nada despreciable.

Formaron campos de refugiados familiares en los bosques, a veces llegando a albergar miles de almas, defendiéndolos por las armas y siendo víctimas de la persecución de enemigos diversos. También se rebelaron en los campos de concentración, de trabajo y de exterminio, como Treblinka y Sobibor en 1943, y en Auschwitz-Birkenau, en 1944.
El Profesor Israel Gutman1 explica: "En general, no pudieron la lucha ni la resistencia salvar a las masas judías dado que el asesinato total de los judíos era una de las metas centrales de los nazis en la guerra. Los alcances de la defensa y la lucha estaban condicionados al estímulo, la asistencia el armamento y la guía externos. Tal estímulo no fue dado en ningún lugar en los países ocupados, y generalmente las fuerzas clandestinas locales no accedían a los pedidos judíos. En los días oscuros del Holocausto, el combate de los judíos era una lucha de sufrientes abandonados a su suerte".

En Varsovia el levantamiento empezó tarde. La protagonista fue la organización Eial (Irgún Iehudí Lojem, Organización Judía Combatiente), formada por 22 movimientos juveniles judíos, la mayoría y su líder Mordejai Anilevich de Hashomer Hatzair. Hubo otra organización adversaria ideológica de la anterior, Atzi (Igud Tzvaí Iehudí, Unión Militar Judía, del Beitar), cuyo mérito en la revuelta no fue menor. Fue el 19 de abril de 1943, en pleno Pesaj, cuando comenzó su resistencia armada a la liquidación final del gueto contando con el apoyo de la población judía general, que se guareció en bunkers y refugios, dejándolos hacer. Tomaron las armas entre 500 y 700 de Eial y otros 200 de Atzi. Al llegar, las fuerzas nazis se quedaron perplejas al recibir la bienvenida de fuego. El combate desigual fue con bombas molotov, algunas granadas, pistolas. Los nazis fueron rechazados varias veces, hasta que los altos mandos decidieron ir incendiando los edificios del gueto uno a uno. La resistencia duró cuatro semanas, hasta el 16 de mayo. Algunos cientos de judíos pudieron seguir ocultándose en los túneles subterráneos del gueto o pasarse al lado "ario" de la ciudad.

La pregunta es, ¿quién puede dejar el último rincón de seguridad y salir a una lucha sin esperanza? La discusión entre los movimientos juveniles y los liderazgos adultos (Judenrat) era en parte ideológica y conceptual pero, en buena medida, generacional.

Retrospectivamente, podemos entender a los gobiernos judíos de los guetos (Judenrat), que en aquel momento no sabían el final de la trágica historia. Ellos consideraban que si el gueto producía bienes que los nazis necesitaban para su esfuerzo de guerra, ello no solamente alejaba la liquidación final del gueto, sino que la impedía de plano. En los frentes de guerra los nazis estaban en retirada, y la fecha de su rendición no se sabía, podía ocurrir en cualquier momento y el gueto se podía salvar. Los jóvenes, decían ellos, tenían idealismo y honor, pero de hecho los estaban llevando al suicidio colectivo. La no revuelta, incluida la negociación estirada y permanente con los nazis, que a su vez incluía la entrega de vidas humanas para salvar al resto, dejaba abierta la esperanza de sobrevivir. La revuelta, en cambio, era la muerte segura de todos. Así pensaban.
Dicho sea de paso, no todos los dirigentes judíos pudieron soportar la carga de esas "negociaciones", como lo muestra el suicidio del presidente del Judenrat del gueto de Varsovia, Czerniakov, que tomó cianuro cuando le llegó la orden de cargar 5 000 judíos diarios a los trenes para los campos de exterminio.

Los adultos del Judenrat tenían su razón a priori, pero los jóvenes de los movimientos juveniles tuvieron la razón al final. Ellos fueron los primeros en internalizar el hecho de las intenciones nazis de exterminio total, a pesar de que las noticias sobre el exterminio de los judíos, a nivel cognitivo, habían llegado a ambos bandos por igual. Hay varios factores que pudieron permitir que los jóvenes fueran los primeros en internalizar la certeza del exterminio. Entre ellos, su juventud, con su consecuente capacidad para admitir lo novedoso en el mundo y su predisposición a actuar según el nuevo viento, adaptándose al cambio.

Otro podría ser la diferencia generacional en cuanto al tipo de régimen político en el que cada cual se había formado y construido su concepción de mundo. Los adultos lo habían hecho en un mundo "normal", en el que cada ser humano tenía derechos inalienables. A pesar de las noticias que llegaban del oriente sobre exterminio, no podía ser que semejante barbarie se extendiera hasta hacerlos a ellos también víctimas. Los jóvenes, en cambio, se habían formado ya dentro del régimen autoritario, sabían que la desigualdad, la injusticia, la crueldad y la arbitrariedad eran la regla, y que ella marcaba que el régimen nazi era capaz incluso de lo increíble.

Hay otro factor. Quienes estaban dispuestos a dejar todo y salir a pelear, dentro del gueto o afuera, en los bosques como partisanos, eran aquellos jóvenes sin compromisos como sostenedores económicos, es decir, solteros sin hijos. Los adultos responsables por hijos desarrollaron entonces todo tipo de mecanismos de defensa para negar emocionalmente la significación que las noticias del exterminio en oriente podían tener para sus vidas particulares. Por carecer del peso de la manutención y la protección de una familia, los jóvenes no sufrían tampoco de estos mecanismos de negación.

Así, la revuelta en el gueto de Varsovia sólo fue posible cuando también los adultos, el Judenrat y la totalidad de la comunidad, internalizaron el hecho de la exterminación segura, lo cual ocurrió cuando la misma ya era un hecho consumado. De un total de 445 000 judíos en el gueto de Varsovia el 16 de noviembre de 1939, solo quedaban 60 000 el día en que estalló la revuelta, tres años y medio después.

Hacia un nuevo concepto de heroísmo

Si el Levantamiento del gueto de Varsovia fue el paradigma durante mucho tiempo de la resistencia judía en los tiempos de la Shoá, el mismo refleja hoy una realidad mucho más amplia de lo que fue tal resistencia a los nazis. Es cierto que la sociedad israelí tuvo la necesidad, en sus primeras décadas, de buscar modelos parecidos a aquel personaje, como los protagonistas de este levantamiento, y al que se querían parecer. Pero con el paso de la historia y de las guerras, los israelíes han ido abandonando los mitos y comprendiendo que los judíos de Europa sí dieron respuesta heroica a cada uno de los ataques nazis y en cada una de las fases del Holocausto. Y así es como se enseña en las escuelas en los últimos veinte años el nuevo concepto de heroísmo.

En la Edad Media, con pogromes e Inquisición, se buscaba acabar con el alma judía, expulsando a los que no se convirtieran al cristianismo y matando a los que lo fingían. Allí la resistencia judía se manifestaba con la muerte "al kidush HaShem", por la santificación del Nombre. En el nazismo, en cambio, se buscaba el cuerpo de los judíos, y entonces el llamado de la hora era a sobrevivir a toda costa, como lo ejemplifica el llamado público del rabino Nisenbaum del gueto de Varsovia: “No es la hora de morir "al kidush HaShem”, sino de "kidush hajaím", de santificar la vida”. El mero sobrevivir, en el Holocausto, era una forma de heroísmo.

Los nazis no se contentaban con la muerte judía sino que ésta debía estar acompañada de humillación y deshumanización. La resistencia judía, entonces, fue mantener la dignidad humana tanto como fuera posible. Aquellos que escribieron un periódico en la clandestinidad, aquellos que enseñaron en escuelas, quienes impartieron clases de hebreo y de sionismo y de Torá, quienes tocaron en orquestas, quienes actuaron en los teatros para un público hambriento de pan; los niños contrabandistas; los judíos creyentes que siguieron cumpliendo las mitzvot, los tradicionalistas que fueron a sinagogas y festejaron las festividades, el niño que hizo su Bar-Mitzvá; aquellos que se debatieron solos en dilemas morales de vida o muerte: dar comida o medicamentos a todos los hambrientos y enfermos o sólo a aquellos con más chances de vivir. Todos ellos fueron y serán nuestros héroes.

1Combatiente y sobreviviente del Levantamiento del Gueto de Varsovia, sobreviviente de Auschwitz y otros campos. Historiador e investigador del Holocausto, asesor científico del Instituto Internacional para la Investigación del Holocausto, en el artículo La resistencia judía en el Holocausto, revista Yad Vashem Yerushalaim,
N° 30, primavera de 2003.

Extraído y editado por Adela Ezban de:
DOC]La complejidad del heroísmo en el Holocausto - Hejalutz Lamerjav
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