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Historia moderna de Israel

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//Alicia Benmergui

El Estado de Israel cumple 70 años este año, detrás de este aniversario existe una azarosa y notable historia sobre la decisión que tomó un pueblo disperso de crear su propio Estado. Para que esto suceda estaban todos aquellos que decidieron emprender la enorme tarea de convertir al sueño del Sionismo en una realidad concreta.
De los cientos de miles de personas, desde las más poderosas, importantes y destacadas hasta las más humildes y oscuras, están quienes decidieron que ese enorme esfuerzo valía la pena y que harían todo lo posible y lo imposible para lograrlo.

Desde los que dejaron atrás cómodas vidas para limpiar un viejísimo desierto con sus propias manos, secar pantanos, plantar, sembrar y dormir con armas en las manos, porque expusieron sus vidas y las de sus hijos en varias guerras para que Israel exista. Cientos de miles de personas, gran parte de ellas desconocidas pusieron sus medios, sus influencias, sus conocimientos y capacidades, sus sueños y dones al servicio de la creación de un Estado judío. Más allá de las viejas y queridas figuras tradicionales del Sionismo, desde Herzl a nuestro admirado David Ben Gurión que había dicho: “Israel no nos fue entregado en bandeja de plata”, queremos recordarlos y homenajearlos, y en este caso, lo haremos con un testigo del pasado de Israel.

Es por ello, que ahora queremos contar una historia de un testigo del pasado de Israel.

David Chim Seymour

En la Europa de fines del siglo XIX y principios del siglo XX, algunas profesiones liberales se caracterizaron por una sobre representación de judíos. Entre ellas algunas de carácter artístico e intelectual, según la mirada de un sociólogo fue una “traducción capitalista” profesional y simbólica de los valores culturales existentes en la tradición religiosa judeoeuropea. También se sostiene que en la dedicación de los judíos europeos a determinadas profesiones y muchas de ellas de fuerte contenido intelectual eran producto de la fuerte hostilidad de la sociedad gentil hacia los judíos, y las verdaderas barreras que fueron levantadas contra ellos. Los altísimos costos que había que afrontar para poder entrar en los ámbitos de la mayor parte de los sistemas escolares de la Europa Central y Oriental; honorarios más elevados, especialmente en escuelas cristianas, falta de incentivos como becas o matrículas gratuitas y la exclusión, lisa y llana de los mejores colegios, estatales y privados. Había un Gymnasium protestante que era muy requerido por los hijos de la burguesía adinerada de Budapest, donde el costo para ellos era seis veces superior que para los demás estudiantes no judíos. A ello puede ser agregado el numerus clausus y el antisemitismo existente que hacía intolerable la vida de los estudiantes judíos.

En esas nuevas profesiones a las que los judíos se dedicaron estaba la fotografía, aún hoy en día continúa esa presencia judía, asimilada o no, siendo muy numerosa. El uso de una cámara fotográfica determina un recorte sobre el mundo y la realidad circundante, profundamente relacionadas con una posición política, ideológica, una visión estética y artística, y el enorme valor histórico representado por toda imagen fotográfica, fundamental en estos tiempos que corren. Entre las figuras más destacadas de la fotografía internacional se halla David Seymour, que junto a Robert Capa, Henri Cartier-Bresson y otros integrantes fueron los fundadores de la Agencia de Fotoperiodismo Magnum, en 194. Seymour fue un artista extraordinariamente talentoso y perceptivo. Nació como Benjamin Szymin en Varsovia en 1911, en una familia de conocidos editores que producían obras en yidish y hebreo. Asistió a una importante escuela hebrea en Varsovia y completó su educación con el estudio de técnicas de edición, artes gráficas y fotografía en Leipzig, Alemania y finalmente química en la Sorbona, París. La educación de Chim había sido pagada por sus padres, que habían intentado prepararlo para unirse a la empresa de la familia. Cuando la depresión económica les afectó también a ellos les sugirieron contactarse con un amigo de la familia, David Rapaport, que tenía su propia agencia fotográfica en París. Chim hablaba fluidamente varios idiomas, y en ese momento comenzó su carrera fotográfica haciendo periodismo gráfico independiente en 1933. La cámara de Chim, fue mucho más que un instrumento externo e impersonal, fue en realidad una extensión de sus cualidades individuales por las cuales fue conocido y por las que es tan recordado y valorado. Sensible, gentil, imaginativo y muy trabajador fue íntimo amigo de Robert Capa y Henri Cartier-Bresson con quienes se relacionó en 1930.

Tenía un enorme entusiasmo de vivir, su curiosidad intelectual, su sentido del humor, y su fascinación con la gente joven es evidente en su producción fotográfica.
Las imágenes que tomó durante la Guerra Civil española le posicionaron como uno de los mejores reporteros gráficos de la historia. Cubrió la migración de los refugiados a México. Sus patéticas fotos, especialmente aquellas de los niños, evidencian la tragedia y los temas parecen trascender su medio de expresión. Chim fue a los Estados Unidos en 1939 y estaba en Nueva York cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial. En septiembre comenzó la invasión alemana a Polonia, impidiendo sus planes de retorno a Francia.

David Seymour se convirtió en ciudadano estadounidense en 1942. Se alistó en el ejército en 1940, sirviendo en Europa como un intérprete durante la Segunda Guerra Mundial. Contra el contexto del meteórico ascenso al poder de Hitler y el asombroso debilitamiento socioeconómico de Europa, Chim experimentó sentimientos que encontraron su expresión en su sensible documentación de la guerra y sus devastadores efectos sobre sus víctimas. Chim padeció profundamente las trágicas consecuencias de la guerra porque sus padres y muchos parientes y amigos murieron en los guetos de Polonia y en los campos de exterminio. En 1947, junto con Cartier-Bresson, Capa, George Rodger, y William Vandivert, fundó Magnum Photos.

Había logrado tener una buena y satisfactoria vida; sin embargo, el problema judío nunca se apartaba de su mente, incluso, hasta Cartier-Bresson lo describió “con un cierto sentimiento de desesperación en su propia situación”. A pesar de lo sofisticado y muy cuidado que era, a pesar de lo mucho que disfrutaba de su vida, estaba condicionado por las circunstancias de su pasado y por el destino sufrido por sus padres en un mundo donde había mucho antisemitismo.

Siempre tuvo en su mente la posibilidad que representaba un refugio seguro en lo que era por Palestina y luego Israel, para aquellos que habían sobrevivido el Holocausto. En noviembre de 1947, las jóvenes Naciones Unidas resolvieron la partición de Palestina en dos nuevos Estados, uno para los judíos y otro para los árabes. El de estos nunca se creó porque los líderes de Egipto, Transjordania, Siria, Iraq y Líbano rechazaron la partición e inmediatamente con la creación del Estado de Israel, en mayo de 1948, estas cinco naciones árabes atacaron, desatando la guerra. Solo en octubre de 1951 cuando Israel era ya un Estado independiente desde hacía casi tres años, Chim llegó allí, habiendo obtenido de su hermana todas las direcciones de su familia en Israel. “¡Fue extraño encontrarse después de tantos años!” escribió una vez allí, “te puedes imaginar como aquí todo tiene una carga emocional muy movilizadora”. En aquellos días pioneros, Israel vibraba con la fuerza de su juventud. Durante uno de sus viajes, en diciembre de 1953, el diario reporteó sobre un no infrecuente incidente: un soldado israelí que estaba vigilando algunas mujeres árabes que estaban comiendo aceitunas cerca de la frontera había sido asesinado. En fotos desgarradoras, Chim contó la historia del funeral, y la angustia ante la repentina muerte del joven, Chim volvió a Israel casi cada año hasta el momento de su muerte en 1956. Su cobertura creció, pues se convirtió en una investigación de los aspectos importantes del desarrollo del joven país: él hizo historias con los temas fundamentales, tales como la defensa de las fronteras de Israel, la utilización de los recursos de agua esenciales para la irrigación, la vida en un kibutz, el desarrollo de las minas de cobre en el sur que databan de los tiempos del rey Salomón, del oleoducto, y de otros aspectos de la industrialización del país. Y cómo con el paso del tiempo llegó el progreso, fotografió los sitios turísticos importantes de Israel. Si hubiera vivido hubiera continuado su cobertura sobre Israel. Pues había en el trabajo de Chim suficiente material para un libro sobre los comienzos plenos de entusiastas ideales, los mismos que él poseía. De alguna manera, el espíritu de la cobertura de Chim recuerda su trabajo durante la Guerra Civil española.

En esos años en Israel, había la camaradería, el idealismo y la intimidad frente al peligro que él había encontrado en España. Pero había más: él fotografió las etapas de la vida, del nacimiento, del matrimonio y de la muerte. Mirando estas fotografías, no puede dejar de sentirse que el alma de Chim descansaba en Israel, la tierra de sus antepasados. Mil novecientos cincuenta y seis era un año atareado y exitoso. Chim fue a Inglaterra a fotografiar allí una instalación de energía atómica. Había cubierto las elecciones italianas. Había fotografiado nuevamente a Ingrid Bergman, su tema preferido, y otras mujeres hermosas. Estableció nuevas relaciones con las revistas Newsweek y Casas y Jardines. Por último, había escrito su primera obra, un texto erudito, pero entretenido, sobre Las leyendas de Roma.

La última semana de octubre, Chim dejó Roma por el Peloponeso. Le gustaba pensarse a sí mismo como un hombre del Mediterráneo, después de Italia, Grecia era su país favorito. Siempre encontraba alguna excusa para poder volver. Se hallaba allí disfrutando de su estadía, cuando 48 horas más tarde oyó las noticias de la guerra egipcio-israelí. Chim estuvo inflexible, aunque no había trabajado como corresponsal de guerra desde los días de la Guerra Civil española, él quería cubrir el conflicto. Todos sabían de su profundo compromiso emocional con el joven Estado de Israel, pero nadie quería que fuera allí. Todos sus amigos trataron de convencerlo para que no lo hiciera. Pese a todo Chim consiguió el último pasaje para Tel Aviv.

El 10 de noviembre, cuatro días después del armisticio informados acerca de un intercambio de prisioneros heridos que tendría lugar en Al Kantara, Chim decidió que allí debía estar para dar testimonio del hecho. Chim y Jean Roy se dirigieron allí con Roy al volante, fueron desde las líneas anglo-francesas hacia las líneas egipcias. Chim estaba parado fotografiando el intercambio cuando una ametralladora apuntó hacia el jeep y disparó contra el vehículo que zigzagueando cayó al canal y cuando fue sacado del agua, se comprobó que ambos hombres, Chim y Roy estaban muertos por los disparos. 300 personas asistieron a su funeral en Nueva York, pocas muertes fueron tan sentidas y lamentadas. Sus fotografías continúan siendo el mejor testimonio de su enorme capacidad artística y de su profunda sensibilidad.

Gracias a él y a su amor por Israel tenemos algunas de las mejores evidencias del entusiasmo e idealismo de la gente que hizo posible su existencia.

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