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La amistad no tiene fronteras
Título: La amistad no tiene fronteras
Categoría: Secundaria
Seudónimo: Océano Bravo
En Acapulco vivía una niña de 17 años llamada Ximena. Le encantaba patinar y siempre, después de la escuela, iba con su mejor amiga Sara. Por ellas podrían pasar horas patinando por toda la calle y la playa; lo único que lo impedía eran los papás de Ximena; Pedro y Carla, que no las dejaban quedarse tanto tiempo. Ellos eran muy sobreprotectores y tenían miedo de que Ximena se lastimara, por eso todos los días tenía que regresar a las cinco de la tarde. A Ximena no le gustaba volver tan temprano, pero tenía que hacerles caso.
Ellos vivían en la casa de la señora Helena, porque Carla era la chef y Pedro el asistente. No les gustaba mucho trabajar allí, porque Helena era un poco rara y comía cosas muy extrañas, como cucarachas. Pero no podían dejar el trabajo porque les pagaban bien y podían cuidar a Ximena mientras trabajaban.
Un día, mientras Carla preparaba la comida y Pedro revisaba unos papeles, Helena les dijo que se iba a mudar a Brasil y quería que la acompañaran. Les ofreció un aumento y un asistente para Carla, pero Pedro y Carla dudaron porque pensaban que Ximena no se iba a querer ir. Sin embargo, Helena les aseguró que tendría la mejor escuela y clases de portugués para adaptarse. Ellos decidieron hablar con Ximena.
Cuando Ximena llegó de la escuela, le contaron todo y ella dijo que no quería mudarse ni dejar a Sara. Sus papás le pidieron que lo pensara, y al día siguiente Ximena le contó todo a Sara. Ella le dijo que tal vez lo mejor era irse para que sus papás no perdieran el trabajo y para que Ximena conociera nuevas personas. Después de pensarlo, Ximena aceptó y todos empezaron a empacar sus cosas.
Días después, llegó el momento de despedirse. Ximena abrazó fuerte a Sara antes de subirse al avión y lloró casi todo el vuelo. Al llegar a Brasil, todo le parecía diferente: el idioma, las personas, la vida, la comida y muchas otras cosas. Las primeras semanas se sentía sola y extrañaba mucho a Sara.
Un día en la escuela le dijeron que llegaría una alumna nueva y se emocionó pensando que ya no sería la única nueva de la clase. Cuando llegó se dio cuenta que era Sara; saltó de la emoción y corrió a abrazarla. Sara le dijo que no podía vivir sin ella y que había convencido a sus papás de mudarse para que pudieran volver a estar juntas. Ximena se sintió muy feliz.
Con el tiempo, Ximena y Sara se adaptaron a Brasil, conocieron nuevos lugares e hicieron algunos amigos. Pero un día Ximena recibió un mensaje de su antigua escuela diciendo que su familia tenía que regresar un tiempo porque Ximena no había entregado un proyecto y lo tenía que entregar presencialmente, por lo que, si no regresaba, tendría que recursar el último grado de primaria. Ximena no tuvo más remedio que viajar para entregar el proyecto.
Tiempo después, Ximena regresó a Brasil y esta vez fue ella la que sorprendió a Sara. Por fin todo estaba bien y podían vivir sin más preocupaciones; y desde ese momento no se volvieron a separar.
