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El karma es para…
Título: El karma es para…
Categoría: Secundaria
Pseudónimo: Sam Ramos
… cuando sintió el dolor en su pierna y vio cómo le salía sangre de la rodilla, fue cuando entendió el dolor que le estaba causando a otras personas; entonces, en su mente, supo que debía cambiar.
Días antes, Jorge era un niño normal. Era una semana de octubre y estaba camino a la escuela. Su escuela tiene muchos árboles que tienen hojas naranjas que de repente se caen porque es otoño. El aire olía fresco. Jorge estaba enojado porque su hermano mayor le pegó por tardar en desayunar e iban tarde. También estaba molesto porque su mamá y papá estaban discutiendo en la mañana, de hecho, se había despertado por los gritos.
Estaba muy frustrado, sentía un peso en su pecho como si tuviera algo atorado. Se subió al camión y se tuvo que sentar con un niño que le caía mal. Al niño le dicen “Pancho”. Le caía mal porque no era muy bueno en “fut”, entonces, si le tocaba en su equipo, seguro perdería en el partido que siempre jugaban durante el recreo.
Jorge no quería hablar en el camino a la escuela, entonces cuando “Pancho” le quería hablar, lo callaba y a veces lo insultaba. Llegaron a la escuela y, cuando se estaba bajando de su camión, se tropezó y se pegó. Eso hizo que se enojara aún más.
Llegó el recreo y se hicieron los equipos… lamentablemente le tocó tener a “Pancho” de su lado; empezó el partido y, casi de inmediato, le tiraron a su portero, quien se equivocó y se le fue la pelota… gol en contra. Jorge se enojó tanto que fue con su portero, le empezó a gritar y le dio un golpe en el hombro. Su portero estaba muy asustado y se fue corriendo de la cancha; siguieron el juego y el equipo de Jorge hizo una jugada muy buena, estaban a punto de meter gol, era una jugada tan fácil que Jorge le pasó la pelota a “Pancho” para que tirara y metiera el gol, pero no la pudo recibir y se la quitaron; hicieron contragolpe y metieron otro gol. Iban perdiendo 2-0 y Jorge empezó a ponerse ansioso, pues pensó que iba a perder, entonces empezó a insultar a “Pancho” y a sacar todo su enojo contra él; se escuchó el timbre que anunciaba el fin del recreo y su derrota.
Llegó su clase de matemáticas… estaban viendo fracciones, pero Jorge no entendía las fracciones, le preguntó a su maestra sin suerte, pues ella atendía a demás estudiantes; su frustración llegó al extremo: le gritó a la maestra y la insultó; lo cual provocó que le enviaran un reporte.
Al día siguiente Jorge llegó a la escuela y “Pancho” le preguntó por qué siempre estaba tan enojado, pero Jorge lo vio deseándole lo peor y le gritó que se callara. El resto del día todo se puso raro: en los pasillos, entre sus clases, algunos niños se reían de él. No sabía por qué le hacían eso, pues a algunos de esos niños no les había hecho nada o no los conocía. Obvio, se empezó a sentir muy mal, pero decidió ignorarlo y seguir con su día.
Esto se repitió durante los días siguientes, haciendo que Jorge golpeara a varios estudiantes y les gritara a sus maestros; lo cual provocó que lo suspendieran 2 días. El regaño en casa fue extremo; incluso lo castigaron prohibiéndole ver los juegos de las ligas europeas, algo que hacía todos los fines de semana, pero que no podría hacerlo por un mes.
El día que regresó a la escuela, “Pancho” le intentó preguntar muchas veces por qué estaba enojado: en la cafetería, en los salones, en los pasillos… pero Jorge no le contestaba. Llegó la hora del recreo. Jorge fue a la cafetería y se compró unos chilaquiles; fue con su grupo de amigos a comer su comida, pero, cuando llegó con ellos, se dio cuenta de que estaban hablando de un secreto. Preguntó sobre qué estaban hablando, pero nadie le respondió. Se le hizo raro, aunque no le dio importancia y se distrajo platicando de futbol; sin embargo, cuando se giró a ver la mesa, se dio cuenta de que su comida había desaparecido. Jorge les preguntó dónde estaba su comida, pero “nadie” sabía. Los únicos que estaban allí eran sus amigos y él pensaba que no le harían bromas así. Antes de que pudiera averiguarlo, se le acabó el recreo y regresó a su clase.
Durante el segundo recreo jugaban “fut”, pero uno de los del equipo de Jorge le estaba quitando la pelota. Se enojó y le gritó “¡¿por qué me estás quitando el balón?!”, pero no le contestó, empezó a pasar la bola alrededor de Jorge como si fuera “torito”, él se desesperó y salió corriendo de la cancha.
Los días que siguieron fueron terribles: todos lo veían feo o lo insultaban en los pasillos, incluso a quienes consideraba sus amigos. Jorge estaba muy confundido y no sabía por qué le hacían eso. Estaba distraído porque un niño le estaba diciendo cosas feas y no se dio cuenta de que estaban las escaleras en frente; se tropezó y rodó, golpeándose todo el cuerpo, aún más en su pierna izquierda, que era con la que mejor tiraba. Tirado en el piso, pensó que sus amigos lo iban a ayudar, pero, en vez de eso, vio que estaban a su alrededor burlándose de él. Estaba muy avergonzado y le dolía mucho todo el cuerpo. Se le empezaron a poner los ojos llorosos y no se pudo controlar. Empezó a llorar. Entonces fue cuando llegó “Pancho”, lo ayudó a levantarse y lo llevó a la enfermería. Ahí le explicó que él había contado todo lo que le había hecho a él y a otros de sus compañeros, por eso lo habían empezado a tratar mal. Jorge se dio cuenta de que el dolor que sentía ahora era el mismo que les había hecho a sus compañeros. No solo dolor físico sino también emocional. Entendió que estaba haciendo que algunos niños vivieran su vida con miedo y con ansiedad, hacía que esos niños se sintieran chicos e irrelevantes, como se había sentido cuando estaba tirado en el piso y se reían de él. Entonces, cuando sintió el dolor en su pierna y vio cómo le salía sangre de la rodilla, fue cuando entendió el dolor que le estaba causando a otras personas; entonces, en su mente, supo que debía cambiar.
