- CDI
- ÁREAS DE INTERÉS
- Academias
- Juventud
- Beyajad
- FIT 00
- Galería Pedro Gerson y Terraza Kikar
- Auditorio Marcos y Adina Katz
- Biblioteca Moisés y Basi Mischne
- Ludoteca
- Fiestas Infantiles
- Jardín Weizmann
- AL-HA ESH, El Entrerriano
- Salón para Bodas y Banquetes
- Anúnciate en el CDI
- Enfermería
- Banca Mifel
- Salón de Belleza y Peluquería
- Restaurante
- Zona de alimentos
- SEDES
- EVENTOS ESPECIALES
- INSCRIPCIONES
- BENEFICIOS
- PUBLICACIONES
- BIBLIOTECA
Lo más reciente
Suscribete para recibir Newsletter
Recibe las últimas noticias en tu correo
El reloj de arena
Título: El reloj de arena
Categoría: Preparatoria
Pseudónimo: Roberta
En un pequeño pueblo, vivía Clara, una joven curiosa que había heredado un extraño reloj de arena de su abuela. La arena dentro del reloj no era común: brillaba y parecía moverse a su propio ritmo, sin importar cómo lo girara.
Un día, mientras Clara observaba el reloj, notó que la arena se acelera cada vez que ella deseaba con fuerza algo. Decidió probarlo, pidió poder retroceder una hora para evitar un error en su trabajo. Para su sorpresa, el tiempo realmente retrocedió y pudo corregirlo. Emocionada, experimentó con más deseos, como revivir momentos felices, corregir errores pasados… Pero pronto, la magia empezó a desgastarla. Cada vez que usaba el reloj, se sentía más cansada y distante del presente.
Después de un tiempo, Clara deseó que un ser querido que estaba enfermo volviera a estar sano. El reloj respondió, pero al hacerlo, la arena comenzó a agotarse rápidamente, y Clara sintió que su tiempo también se escapaba con ella.
Ella comprendió que no podía controlar el tiempo ni alterar la realidad sin consecuencias. Decidió guardar el reloj y vivir cada momento tal como viniera, apreciando el presente sin aferrarse al pasado ni obsesionarse con el futuro.
Desde entonces, Clara encontró la verdadera magia en aceptar la vida tal como es, dejando que el reloj de arena siga su trabajo pero sin meterse o afectar en su vida. Conservo el reloj de arena por muchos años hasta que lo puede heredar
Con el paso del tiempo , el reloj se transformó en un símbolo que se transmitía en la familia. Cada generación se asomaba a su espejo y recordaba la historia de Clara con respeto y la lección que ella había aprendido: que el verdadero poder no se encuentra en la capacidad de alterar el tiempo, sino en saber vivirlo.
A veces, cuando el sol se deslizaba por la ventana, la arena parecía relucir más intensamente, como si el reloj lo que recordara los días que fue utilizado. Clara miraba el reloj y sonreía, satisfecha por lo que había vivido.
Una tarde, antes de dejar este mundo, lo puso sobre la mesa y dijo, que el tiempo haga su curso, pero que la esperanza no se pierda nunca.
Pasaron los años, y el reloj fue encontrado por su nieta, quien, sin saber por qué, sintió una profunda conexión al sostenerlo entre las manos, como si el reloj guarda todavía un poquito de la magia y el amor de Clara.
