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El violín en el Kibutz
Título: “El violín en el Kibutz”
Categoría Infantil B: 4°, 5° y 6° de primaria
Género: Cuento
Seudónimo: Pillo
Clara era una joven de 21 años, completamente apasionada por la música. Tenía un mueble lleno de instrumentos musicales, pero su favorito era el violín. Lo amaba y lo llevaba a todas partes. Le encantaba tocar canciones israelíes como Hatikva y Ma Nishtaná.
Un día decidió ir a tocar a un kibutz. Sin embargo, algo terrible ocurrió. El 7 de octubre de 2023, entraron los terroristas de Hamas. Mucha gente intentó esconderse y muchas personas fueron secuestradas. Entre ellas estaba Clara. Se la llevaron, pero ella nunca soltó su violín. La trasladaron a Gaza y, en las noches, pensaba en su mamá, quien también amaba tocar el violín.
Cuando Clara era pequeña, su mamá le cantaba una canción todas las noches. Al ser secuestrada, la encerraron junto a varios bebés que lloraban sin parar. Entonces, Clara sacó su violín y comenzó a tocarles aquella canción que su mamá le cantaba. Poco a poco, los bebés se tranquilizaron y se quedaron dormidos. Clara comprendió que fue el amor con el que tocó lo que les dio paz.
Recordó todo el cariño que su mamá ponía cada día para que ella y sus hermanos estuvieran bien. Clara era una violinista muy famosa y permaneció 416 días secuestrada hasta que, finalmente, fue liberada.
Al regresar a Israel, quiso ofrecer un concierto. Pero no sería un concierto cualquiera: decidió que solo tocaría la canción de su mamá. Cuando llegó, vio cuánto había cambiado la vida. Su casa estaba destruida, la gente tenía miedo de la guerra y por todo el país había carteles que decían “Bring them home now”. La felicidad parecía haberse ido y había muchas pérdidas. Clara se sintió muy triste.
Se dirigió a su casa, pero nadie fue a recibirla. Pensó que sus padres ya no la querían. Al llegar, encontró la casa vacía. Viendo las noticias, descubrió que su familia también había sido secuestrada. La tristeza la invadió.
Buscó consuelo en casa de su abuelo, quien aún seguía vivo. Él la recibió y le pidió que se quedara a vivir con él mientras esperaban a que su familia regresara. Pasaron siete meses desde su liberación y Clara extrañaba profundamente a los suyos. Una madrugada despertó, tomó su violín y tocó la canción de su mamá antes de volver a dormirse.
A la mañana siguiente, vio en las noticias que estaban por liberar a más secuestrados. De inmediato corrió a una calle de Jerusalén para ver la llegada de los camiones de Hatzalah. Después de media hora, comenzaron a bajar las personas liberadas. Clara vio a su familia y todos rompieron en llanto. Abrazó con fuerza a cada uno, pero se preocupó al ver que su papá, quien antes pesaba 130 kilos, ahora estaba muy delgado, casi al borde de la desnutrición.
Esa noche, ya en casa junto a su familia, Clara volvió a despertarse en la madrugada. Había escrito una nueva canción y comenzó a tocarla. De pronto, escuchó la voz de su papá. Confundida y emocionada, rompió en llanto.
Al día siguiente, le contó a su abuelo lo que había pasado, pero él le dijo que quizá solo había sido su imaginación. Ese mismo día llevaron al papá al hospital para revisar su salud y, sorprendentemente, los médicos dijeron que se había recuperado de una forma inexplicable.
El doctor pidió hablar a solas con Clara. Cuando la familia salió del consultorio, él le confesó que estaba seguro de que ella había hecho algo para salvarlo, porque su recuperación no tenía explicación médica. Entonces Clara comprendió que su nueva canción, llena de amor y esperanza, había sanado a su padre.
