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Emociones: no para los poderosos

Centro Deportivo Israelita, A.C.

Un nuevo estudio internacional realizado en la Universidad de Haifa, en los Estados Unidos y en Holanda, encontró que las personas con un estatus social alto son percibidas como insinceras cuando se disculpan por una transgresión. “Esta percepción se aplica al mundo de los negocios y el trabajo, y es razonable suponer que también se aplica a los políticos. Mientras más alto sea su rango, menos auténticas se perciben sus emociones”, dice el Dr. Arik Cheshin de la Universidad de Haifa, uno de los autores del estudio.

¿Creemos en las disculpas de las personas que han cometido una transgresión? Depende de su nivel de poder. Un nuevo estudio internacional que incluye a la Universidad de Haifa encontró que las personas con un estatus social alto son percibidas como insinceras cuando se disculpan por una transgresión, en comparación con las personas de menor rango. “La persona de estatus alto es percibida como alguien que puede controlar sus emociones de manera más efectiva y usarlas estratégicamente, y en consecuencia son percibidas como menos sinceras”.

El estudio, el cual fue publicado en la Revista de Psicología Experimental (Journal of Experimental Psychology en inglés), fue realizado por el Dr. Arik Cheshin del Departamento de Servicios Humanos de la Universidad de Haifa, junto con un equipo internacional de investigadores de los Estados Unidos y Holanda, dirigido por el prof. Peter Kim de la Universidad del Sur de California. En una serie de experimentos, en los que participaron cientos de participantes, los investigadores buscaron examinar si el estado de poder de una persona que ha cometido una transgresión influye en la confianza en esa persona y en la capacidad de perdonarle.

En la primera parte del experimento, los investigadores les contaron a los participantes acerca de un empleado que fue encontrado falsificando documentos, lo que llevó a la imposición de una multa a la empresa. Les mostraron fotos a los participantes del empleado expresando varias emociones en una junta del personal: felicidad, tristeza, enojo y miedo. El siguiente experimento usó videos que muestran las mismas emociones, pero de una transgresión diferente que llevó a problemas legales. A algunos de los participantes se les dijo que la persona involucrada era un empleado de rango bajo, mientras que a otros se les dijo que era el Director General de la compañía. En los siguientes experimentos, los investigadores examinaron la misma situación, pero esta vez en relación con un incidente real. Mostraron a los participantes un video clip real en el que el Director General de Toyota lloró y se disculpó por no tomar las medidas necesarias, a pesar de que sabía que había un problema con los frenos de varios vehículos. Una vez más, algunos de los participantes pensaron que la persona era un empleado de rango bajo, mientras que a otros se les dijo que era el Director General.

Los hallazgos mostraron que en los tres casos las emociones del Director General fueron percibidas como menos sinceras que las del empleado de menor rango. Cuando los investigadores exploraron el motivo de esta diferencia, se descubrió que los participantes percibían al Director General como alguien que puede controlar sus emociones e incluso usarlas estratégicamente. “La suposición es que el Director General tiene mucho más que perder, y en consecuencia tiene una motivación más fuerte para tratar de usar sus emociones para crear empatía. Por consiguiente, los participantes lo describieron como menos sinceras”.

Luego, los investigadores examinaron una situación similar, pero esta vez no solo preguntaron quién era percibido como más auténtico, sino también si había una diferencia en cuanto a la disposición de los participantes a perdonar a un empleado de menor o mayor rango en la misma situación. Presentaron a los participantes un caso real de un Director General que insultó a los clientes de la compañía y luego publicó una disculpa en un video en YouTube. Nuevamente, a algunos de los participantes se les dijo que era un empleado de alto rango y otros pensaban que era un trabajador de bajo rango.

Una vez más, se descubrió que el Director General fue percibido como menos sincero y menos merecedor de su perdón. Los investigadores también encontraron que, en el caso del empleado de menor rango, los participantes dieron explicaciones mucho más detalladas sobre por qué el trabajador debería ser perdonado.
“Las posiciones de poder vienen con una desventaja. La expresión de emociones después de una transgresión se percibe como menos auténtica y menos sincera cuando son hechas por una persona de alto estatus. En consecuencia, las personas están menos inclinadas a perdonar a las personas de alto estatus que a aquellas con un estatus más bajo. Examinamos este tema en el contexto del mundo de los negocios, pero ciertamente podemos aplicar las conclusiones a otras esferas, como la política. Mientras más alta es la posición del político, más nos inclinamos a suponer que son mejores para controlar sus emociones y que están usando las emociones estratégicamente. Como creemos que están tratando de lograr algo, los percibimos como menos sinceros en la misma situación”, concluyó el Dr. Cheshin.

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Itai Shainer – 050-4242780
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