La curiosa gimnasta

TÍTULO DEL TRABAJO: La curiosa gimnasta
CATEGORÍA: Infantil B
SEUDÓNIMO: Michi

Había una vez una niña llamada Silvia, que tenía once años. Era alegre, curiosa y llena de energía. Desde pequeña le encantaba moverse, saltar y hacer marometas, así que cuando tenía siete años empezó a practicar gimnasia. Desde el primer día descubrió que ese era su gran talento y su pasión.

Un día, Silvia iba en su bicicleta rumbo a su entrenamiento. El camino era muy largo, así que decidió tomar un atajo por un pequeño bosque lleno de árboles, flores y mariposas. Mientras pedaleaba, vio un arbusto que brillaba de una forma extraña. Le pareció tan curioso que quiso acercarse, pero pensó que era mejor no distraerse y siguió su camino.

Después, en el gimnasio, practicó muchas acrobacias, saludó a sus amigos y, al llegar a casa, se fue a dormir con la imagen de aquel arbusto aún en su mente.

A la mañana siguiente, Silvia se despertó emocionada. No podía dejar de pensar en el misterioso arbusto del bosque. Así que llamó por teléfono a su mejor amiga Camila y le propuso ir juntas a explorar el lugar. Camila aceptó encantada, prepararon mochilas con dulces, agua y linternas, se despidieron de los papás de Silvia y salieron en bicicleta rumbo a la aventura.

Cuando llegaron al bosque, el arbusto estaba ahí, pero esta vez brillaba aún más. Camila se asustó un poco, pero Silvia, llena de curiosidad, dio un paso al frente. De repente, el arbusto comenzó a lanzar chispas azules y moradas, y antes de que pudieran reaccionar, una fuerza mágica las jaló hacia adentro.

Las niñas cayeron por un túnel de luces y colores hasta llegar a un lugar maravilloso: un país lleno de arcoíris, estrellas y diminutos duendecitos de todos los colores. Camila abrió los ojos y exclamó:

—¡Es como el país de mis sueños!

Mientras exploraban, conocieron a una pequeña duendecilla llamada Estrella, que las saludó con una gran sonrisa. Les explicó que estaban en el país mágico de MagicStar. Silvia y Camila le contaron cómo habían llegado ahí, y Estrella las escuchó con atención. Pero entonces Silvia recordó algo importante: ese día tenía una competencia de gimnasia. Su corazón se llenó de preocupación, ¿cómo regresarían a casa?

Estrella se quedó pensando. No era fácil volver, pero había una forma: encontrar el portal del regreso, un túnel igual al que las había traído, protegido por duendecitos guardianes.

Las tres emprendieron la búsqueda. En el camino aparecieron unos pequeños duendes traviesos que les cerraron el paso. Silvia los saludó con amabilidad, pero no respondieron. Camila, asustada, les ofreció unos dulces, y los duendes, contentos, les abrieron el portal.

Las niñas se tomaron de la mano, dieron un gran salto y atravesaron la puerta brillante. En un parpadeo, estaban de nuevo en el bosque, justo donde todo había comenzado. Se abrazaron con fuerza, riendo de felicidad.

—Estoy muy feliz de que hayamos regresado —dijo Camila.

—Y yo también —respondió Silvia—. Me alegra haber vivido esta aventura contigo.

Cuando llegaron a casa, los papás de Silvia las recibieron con sorpresa y les preguntaron:

—¿Dónde estaban?

Ellas se miraron, sonrieron y respondieron:

—Es una larga historia…

Las tres niñas aprendieron que la curiosidad y la valentía pueden llevarnos a descubrir cosas maravillosas, y que  la amistad y la confianza nos dejan el corazón lleno de nuevas experiencias.