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Moda con esperanza
Título: “Moda con esperanza”
Categoría: Infantil B
Seudónimo: Mila
Había una vez una niña llamada Teresa. Ella tenía una vida perfecta. Todos los días su mamá la despertaba con un “¡Buenos días!”. En la escuela le iba increíble: puros dieces y nueves. Tenía el pelo castaño, los ojos verde fuerte y su grupito de amigas, con quienes se llevaba súper bien. Una de ellas era Sophia, a quien conocía desde el kínder, y Lilian, su mejor amiga de toda la vida.
Teresa era hija única y siempre pensaba en flores y mariposas, ya que las mariposas eran su bicho favorito. Esa era su vida perfecta.
Al siguiente día, su mamá hizo un plan con sus amigas y amigos: ir a cenar al restaurante favorito de la mejor amiga de su mamá, porque era su cumpleaños número 40. Teresa estaba triste, ya que quería estar con su mamá y su papá.
Esa misma noche, Teresa estaba cansada y se echó una siesta justo cuando sus papás estaban a punto de irse. Ellos la vieron dormida, así que no le dijeron nada; solo le dejaron una cartita que decía: “as yoga usa dientes alumbra”.
En la cena todos estaban felices entre amigos, pero llegó un momento en que alguien los tapó con una alfombra negra en la cara a todos y los llevaron a un lugar totalmente oscuro, sin que nadie supiera dónde estaban. Tenían miedo porque estaban separados en diferentes cuartos. Solo escuchaban el viento y sonidos raros.
Cuando Teresa se despertó, vio que sus papás aún no habían llegado y notó la carta. La leyó: “as yoga usa dientes alumbra”.
—¿Qué significa eso? —se preguntó.
Pero no le dio importancia. Buscó en todos los lugares de la casa y no los encontró. Teresa no sabía qué hacer, así que llamó a su abuela.
—¿Hola, abuela?
—¿Qué pasó, Tere?
—¿Sabes dónde están mis papás? Ayer se fueron a cenar y no regresaron.
—Qué raro… déjame, voy a tu casa. Espérame quince minutos.
Teresa estaba confundida, no sabía qué hacer, así que esperó hasta que llegó su abuelita. Cuando ella llegó, encendió las noticias. En el noticiero, un policía decía que estaban buscando a un señor que acababa de secuestrar a ocho personas en un restaurante.
—¿Qué vamos a hacer? —dijo la abuela.
Teresa estaba preparando un cereal y escuchó todo lo que decían en las noticias. Empezó a llorar con todas sus fuerzas. La abuela la tranquilizó y le preguntó:
—¿Qué fue lo último que te dijeron tus papás?
Ella, confundida, respondió:
—Me dejaron una cartita que decía algo raro, como “as yoga usa dientes alumbra”.
Lo repitió varias veces hasta que se dio cuenta de que decía:
A S Y O G A U S A D I E N T E S A L U M B R A
¡AYUDA!
necesitaba encontrar como volver a ver a sus papas pero no era tan facil, ni los policías los encontraban.
Lo único que hacía Teresa era pintar en un cuaderno diseños de vestidos preciosos, pero no se los enseñaba a nadie. Era como un diario con llave.
Pasaban las familias por el lugar donde vivía ahora —un lugar de adopción— y la veían con asco, como si alguien acabara de vomitar sobre ella. Su sudadera estaba manchada y vieja, y tenía ojeras bajo los ojos.
El lugar de adopción ya estaba harto: nadie la adoptaba, ni siquiera los que eran parecidos a ella. Tenían que hacer algo. Pensaron durante mucho tiempo cómo ayudarla, hasta que una nueva compañera que trabajaba ahí tuvo una buenísima idea: cambiarla y hacer que fuera más alegre. Era una buena idea, pero… ¿cómo lograrlo, si ni siquiera se levantaba de su cama?
Había muchas ideas, pero ninguna funcionaba. Hasta que una de las cuidadoras dijo:
—¡Yo tengo una idea! Podemos traerle sus dulces favoritos como meta. Cada cosa que logre hacer, le daremos una recompensa, y al final… ¡una sorpresota!
Era la mejor idea de todas. Investigaron y crearon una lista con sus cosas y comidas favoritas. Estaban listas para crear un proyecto de cambio enorme.
—Tere, ¿te quieres ganar dulces y tus cosas favoritas? —le preguntaron.
Ella movió la cabeza en dirección de que sí.
—Si lo logras, cada cosa que hagas te daremos un dulce y al final una sorpresa. ¿Entonces lo vas a lograr?
